Capítulo 31

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Y, ahí estaba junto con su hermano, abrazados y llorando los dos. El juicio ya ha terminado y Melek está por irse a Estados Unidos. Así que montan a Mohammed en el coche de policía y Melek llora por su hermano

Ella se va a EE.UU. y yo me quedo aquí amargado, ahogándome en alcohol, tras haber perdido todo lo que tenía porque elegí a Melek, esa misma que se fue y me dejó. 

Fin.




¿Qué? ¿Quieres saber lo que pasó en el juicio? Pffff, que más da. Melek se va de todas formas así que ¿Para qué quieres saber eso? 

Espera, espera no comentes insultando a la escritora, va te lo cuento:

2 horas antes

Puedo ver a reconocidas personas en el ámbito político. Ministros, jueces, fiscales, y hasta puedo ver al secretario del presidente. Los periodistas nos toman fotos mientras comienza el juicio.

El abogado civil ha sido bastante cruel con Mohammed, que se mostró débil y desconfiado. Necesito levantarle esos ánimos. 

— Señoría, quisiera hacerle una pregunta a mi cliente— el juez me da la palabra— ¿Qué es lo más valioso que tienes en ésta vida, Mohammed?

Mohammed me mira, confundido. Le sonrío y vuelvo a reformular mi pregunta algo más fuerte

— ¿Qué es lo más valioso que tienes?

— Mi hermana— mi corazón late con fuerza cuando pronuncia esas palabras. Lo dice casi en un susurro

— Más alto— digo con confianza

— Mi hermana, señor— su mirada se clava por encima de mi hombro. Sé a quién está mirando

— Pediría, con vuestro permiso señoría, que su hermana se ponga en pie

— Protesto, señoría...— el juez no le da la palabra al abogado civil, y me permite girarme a dónde está Melek. 

— ¿Qué es Mohammed para tí, señorita?— me acerco a ella

— Señor, él es lo único que tengo, es mi razón de vida— deja de mirarme y mira al juez— señoría, al haber perdido a mis padres, con facilidad me pude haber suicidado, ya sea de una ventana, o de lo alto de un barranco. Pero sólo por él luché, y salí adelante, porque sé que si yo me voy él se quedará sólo. 

— ¿Porqué llevas el velo, Melek?

Ella me mira confundida, sorprendida. Pero no tarda en formular una respuesta coherente: — Porque es mi religión, señor. 

— ¿Ésto te convierte en terrorista?— La miro con dureza

— Claro que no señor— Pronuncia

— No... — camino hacia mi cliente— ¿Porqué llevas un rosario?

— Para rezar a Allah, señor— su voz suena muy baja

— Repítelo

— Para rezar a mi Dios— mira al juez

— ¿Y la túnica y la barba?

— Porque es parte de mi religión

— Aquí les va señoría, que yo lleve un maletín negro en un aeropuerto no me convierte en traficante de droga, que aquí esta gente lleve sus túnicas típicas de su religión no los convierte en terroristas

— Protesto señoría— el juez le da la palabra— Los hechos hablan por sí mismos, no hablamos sólo del intento de explosión del centro comercial, hablamos del intento de suicidio por explosión de ésta misma sala hace un mes exáctamente. 

La Chica del Hijab ©Where stories live. Discover now