Capítulo 35

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Su olor llena mis fosas nasales. Sonriente abro los ojos. Su cabeza descansa sobre mi hombro, algunos mechones rebeldes salían de su velo y caían sobre sus ojos, sus labios relajados y rosados, su respiración pausada y constante. Bajo mi mirada y veo una de sus manos posada en mi muslo y la otra sobre mi rodilla. Sin darme cuenta mi mano estaba el otro lado de su cuerpo, rodeándola y acercandola más a mi. Se ve que anoche nos pusimos cómodos.

Ella mueve su nariz molesta por el mechón que la acariciaba, para luego abrir los ojos. Con una lentitud paseó la mirada por la habitación y al darse cuenta de nuestra posición sonrió ampliamente. Pero al contactar su mirada con la mía se quedó congelada. Se levantó de un brinco y se arregló el velo. 

— B-buenos d-días— dice antes de correr escaleras arriba. 

Yo me levanto, para darme cuenta de que no había nadie en el sofá, es ahí cuando me doy cuenta del ruido que provenía de la cocina, seguido de pasos que caminaban hacia donde estaba yo. Voy a dar media vuelta para salir corriendo, porque si su hermano nos vió así de cogiditos estoy seguro que querrá matarme. Pero fue demasiado tarde

— Buenos días— dice animado

— Buenos días, ¿Qué tal?

— Amanecí bien, aunque nada comparado contigo— dice señalando el lugar donde estábamos dormidos hace unos minutos.

— ¿No te molesta?— me llevo la mano a la nuca nervioso

— Confío en ella— se lleva la tostada a la boca mientra coloca la taza de café encima de la mesa

Me dejo caer a su lado, algo más aliviado. Si él me aceptaba tendría más posibilidades con ella

— Tío, te lo diré y espero que me entiendas— él me mira de reojo mientras se lleva la taza a la boca— Tu hermana me tiene más que cogido. Siento que podría hacer lo que sea por tenerla. Sólo espero que lo entiendas

— Bueno, sólo te diré que seas rápido. Por lo que sé ella ya tiene un pretendiente, y la verdad ya tiene la aceptación de la familia. Sólo le falta su sí.

De repente me viene a la mente Mike. 

— ¿No está comprometida?

— No, claro si no te das prisa.

Me levanto y le doy un abrazo a Mohammed. Él me mira confundido, y con una sonrisa burlona

— Gracias tío

Subo los escalones de dos en dos hasta llegar a su cuarto, y sin previo aviso entro. Estaba delante del espejo, con la ropa ya puesta, con el pelo mojado que le caía sobre los hombros. Me mira confundida, mientras yo me acerco a ella con grandes zancadas. Cuando llego a ella la sujeto de la nuca  y estampo mi boca contra la suya. Ella se queda petrificada, pero tras unos segundos corresponde mi beso, Y siento mis pies tocar el cielo.

Acaricio sus labios, pidiendo su permiso para entrar mi lengua en su boca. Ella abre la boca tímidamente y cuando acaricio su paladar sus manos se cierran en puños en el cuello de mi camiseta. Es entonces cuando siento una punzada de dolor en la lengua y me alejo de ella ¡Me había mordido la muy descarada!

Me tapo la boca mientras escucho sus carcajadas y sus pasos rápidos saliendo del cuarto. Corro detrás suya, cuando ella entra en un cuarto y cierra la puerta tras ella

— ¡Serás mía, y te la devolveré!— grito desde el otro lado de la puerta

— ¡Ya lo veremos muñequito!— responde en mi mismo tono

Vuelvo la cocina a por mi desayuno, cuando veo un pequeño bloc de dibujo sobre la mesa. Lo cojo y lo abro, para arrepentirme de haberlo hecho, porque la sangre que corría por mis venas portaba más cantidad de rabia que de azúcar.

«Para la mujer más bella del universo: Mike» Estaba escrito en la primera página, en inglés. 

Paso la página para descubrir un dibujo de los ojos de Melek. Esos en los que yo me perdía cada vez que clavaba su mirada en la mía. Esos que podían encender en mi el deseo sólo con parpadear. Y pensar que otro hombre sentía lo mismo que yo cuando miraba los ojos de MI chica. 

Paso la página y descubro un dibujo de sus labios. Esos que yo tuve el privilegio de besar dos veces en mi vida, y en las dos me sentí de igual forma: libre de pecado. Detallado como si cada vez que quiera dibujar una línea o una arruga de éstos tuviera que volver a saborearlos. Como si conociera cada centímetro, cada milímetro de ellos. 

En la siguiente había un dibujo de su rostro completo, sonriente, con cada detalle, con cada arruga, con cada destello. Como si la hubiera estado admirando por horas, por años. 

— No creo que sea de tu incumbencia husmear en los regalos de los demás— me interrumpe la voz de Mohammed. 

Dejo el cuaderno donde estaba y sigo mi camino hacia la cocina, donde estaba él

— ¿Quién lo trajo?

— Wow, tranquilízate bestia. Un chico alto me lo dió hace unos minutos

— ¿Él vino aquí...?

— ¿Quién vino?— dice su voz desde la puerta

Me giro para mirarla, con una sonrisa burlona en la cara. Sé que sabe de lo que hablo, pero se hace la tonta para tentarme. Pero no pienso caer en su juego, no delante de su hermano

— Nadie

— Ah, por cierto me encantaron los dibujos del bloc que me dejó Mike ¿Fue él quién lo trajo?

Mi sangre hierve, no puedo más. Cojo mi taza y salgo de aquella cocina. Ella ríe a carcajadas, a lo que yo sólo me limito a fulminarla con la mirada. 

Escucho sus pasos correr detrás de mi. 

— Hey, sólo bromeaba— me siento sobre el sofá con semblante serio— venga sólo era una broma

— No me gustan tus bromas, son demasiado pesadas para mi gusto— no la miro, porque si lo hago sé que perderé

— Venga, para que veas que tengo buenas intenciones te enseñaré los lugares más bonitos de EE. UU.— la miro emocionado ¡Qué ganas tenía de salir con ella y pasar un rato juntos! Pero todo se va al traste cuando ella saca unas fotografías de detrás de su espalda y me las tiende— mira ésta es de cuando estuve en California, ésta de cuando fuí a Nueva York, ay esta es muy buena, de cuando fui a Boston— son fotografías de ella delante de grandes monumentos o lugares. Desde luego ésta mujer es una caja de sorpresas

Se levanta y da unos pasos hacia la puerta de la salida. Pero luego se percata de algo y da algunos pasos hacia atrás para encararme. Pensaba que me iba a invitar a salir con ellos, allá a donde sea que van, pero no, no lo hace. Se agacha hasta estar a mi altura y acerca su boca a mi oreja para susurrarme:

— Y para que te relajes, lo rechacé la semana pasada

Y con pasos rápidos y seguros cruzó la puerta, no sin antes gritarle a su hermano que se de prisa

¿Lo va ha hacer? ¿Me va a dejar sólo en su casa mientras ella se pasea por ahí con su hermano? «Sí hermano, lo acaba de hacer»

Oggg, Melek-3 Ángel-0

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La Chica del Hijab ©Where stories live. Discover now