Capítulo 44

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Su curpecito descansaba en la cápsula entre máquinas que se conectaban a su naricita y a su pechito. Me dijeron que dentro de algunas horas, cuando comprueben que todo está normal podré entrar a cogerlo. Y que aproximadamente dentro de un mes le darán el alta. 

Recuerdo lo mucho que hizo sufrir a su madre. Como aquella vez que decidimos salir a dar un paseito, y yo la llevé a una granja. En un principio estuvo muy feliz, porque todo le recordaba a la granjaescuela. Pero luego se echó a llorar y me sacó de ahí a rastras. Tuve que disculparme del pobre granjero que me hizo el favor de dejarnos entrar. Y cuando le pregunté del porqué me dijo que una vaca le acaba la lengua. Me aguanté la risa porque se le veía furiosa y no quería llevarme un golpe. 

O cuando pasamos por delante de una casa y ella se quedó con el olor, y tuve que comprarle la comida a la otra mujer para que le dejara comer. 

O la vez en la que se miró al espejo y se echó a llorar diciendo que estaba muy gorda y tuve que tapar los espejos de toda la casa por toda una semana. 

Una lágrima desliza por mi mejilla recordando la vez en la que me llamó en medio de una  reunión para que corriera a casa, y cuando llegué ella estaba con un bote, la cara entera llena de chocolate, el rimel entero corrido por sus ojos y el pelo revuelto. Y cuando le pregunté porqué lloraba me dijo que no sabía, que sólo quería llorar y necesitaba un abrazo. 

Una mano se posa en mi hombro me giro y veo a Mike, sonriéndome como lleva haciendo tres semanas ya desde el tiroteo. 

— A ella no le gustaría que estuvieras así. Tienes que ser fuerte por el niño— asiento y me limpio las lágrimas.

Me explicaron en comisaría que Maroon, el hombre que había disparado a Melek, y a sus padres años atrás, había buscado venganza. No necesitaron testimonios, ya que les bastaron las fotos de las cámaras de seguridad del aparcamiento para comenzar una búsqueda contra él.

Él se había dado por muerto en Afganistán, por lo que cuando ocurrió el disparo de los Shaddy Barakat Stephen tuvo tiempo de hacer el cambiazo, dejando a su hermano libre y entrando él a prisión. Años después, Melek comenzó a tener sesiones con él, consiguiendo que por fín quiera decir la verdad. Y, Maroon, al darse cuenta, lo mandó a colgar en su cuarto y mandó una carta a la casa de Melek disculpándose como si realmente fuera Stephen el que los hubiera matado. Y tras tanto tiempo, vuelve a vengarse. 

Saben que no pudo salir del país, y todas las unidades lo están buscando por todo Estados Unidos. También sospechan que trabaja para una asociación terrorista, más conocida como White-Power. 

Cansado abro la puerta y entro a su cuarto. Sonrío y me dirijo a las cortinas. Tras abrirlas, mientras tarareaba una canción que le gustaba a ella, me pongo a ordenar todas esas flores y cartas que le envían desde que está ingresada. A diario llegan cientos de cartas, de flores a casa y aquí al hospital, al igual que regalos y vídeos en internet deseando que sane, o explotando en ira al darse cuenta de que nadie llamaba a Maroon terrorista.

— ¡Buenos días!— no espero que me responda— Gandula, llevas tres semanas dormida, luego me dices a mi— dejo un beso sobre  su frente y me dedico a arroparla— Esta mañana ví a nuestro niño, el mes que viene le darán el alta y te lo traeré para que lo veas—cojo su mano y la beso— compré otras cortinas, esas verdes me traen grima. 

Cojo la bolsita que traje conmigo y abro las cortinas de su envoltorio. Las extiendo y las miro con admiración. A ella le apasiona el azul cielo. Arrastro la silla y me subo hasta la ventana, para sacar aquellas y colocar las nuevas. Cuando la puerta se abre a mis espaldas

— Buenos días— la voz de Mohammed llena el cuarto— ¿Qué tal nuestra princesita? ¿Y nuestro romeo?

Lo miro y le sonrío, antes de bajar de un salto e ir a saludarlo. Nos damos un apretón de manos y chocamos nuestros hombros, para luego él dar un par de palmas sobre mi espalda.

— Muy bien, ¿Qué tal tú? ¿Y la carrera?

— Sí, vamos tirando. Es dentro de un par de horas, pasaba a saludar a mi hermanita y voy directo al aeropuerto

Se aleja de mi para acercarse a su hermana y darle un beso en la mejilla, no sin antes susurrarle algo al oído. Se despide de mi y se va dejándonos solos. 

El doctor no me permitió quitarle a Melek el delantal del hospital, pero sí permitió que tapara su cabello cuando vinieron sus compañeros a visitarla al hospital.

* * *

Una llamada entrante me interrumpe el momento de relax que estaba teniendo por fin, sentado al lado de la cama de mi esposa. Es Salva.

— ¿Sí?

— Sí hola, buenas tardes señor Salinas

— Sí dígame

— Pues lo llamaba porque hay alguien preguntando por usted, quiere verlo

— Salva— lo interrumpo con cansancio— ya te dije que te ocupara de todo, no estoy como para trabajar estos días

— Señor, esque es su padre

«¿Mi padre?» Suspiro para relajar mi acelerado pulso y para bajar los nervios que no quería perder delante de ella

— ¿Qué quiere?

— Em... Quiere una... Quiere una sociedad entre nuestras dos empresas— dice algo temeroso, o quizás avergonzado

— ¡¿En serio?! ¡¿Mi esposa lleva tres semanas en un puto hospital, en coma, y él me llama para una puta sociedad?! ¡Ni aunque mi empresa se esté yendo a la mierda sería su socio ¿Me escuchas? Y espero que no vuelva a aparecer por ahí, porque juro que no me controlaré y dejaré su empresa por los suelos, sabes que puedo— la puerta a mis espaldas se abrió y entraron mi madre y mi hermana alarmadas. Yo colgué de inmediato y me levanté para salir

Ahora que mi empresa es conocida no sólo en España y Estados Unidos, sino también en grandes países Europeos como Francia, Alemania o Italia, conociendo un crecimiento enorme ¿Quiere una sociedad? ¿no?

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Nada más que añadir. Pero charlemos un poco, así de escritora a lector. Necesito un par de favores por vuestra parte

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3- compartir- Si tienes un amigo -así, por casualidad, casualidades de la vida ya sabes- puues se la compartes ¿porqué nooooo?

La Chica del Hijab ©Where stories live. Discover now