Capítulo 40

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Melek

Mañana se tiene que ir a España a una reunión importante. Hace algunos días me contó lo que ocurrió con sus padres y porqué no se hablaban. Ni siquiera respondieron a mi invitación de boda. Siempre quise tener una familia completa, que mis hijos crezcan y tengan abuelos, al menos de parte de su padre, siempre fue mi sueño, y espero que se reconcilien

Por suerte, Ángel -aún no me acostumbro a llamarlo Junaid, así que decidimos que entre nosotros quedará como Ángel, para los demás Junaid- consiguió crecer su propia empresa, tanto que se extendió hasta Carolina. Su negocio se hizo famoso gracias a su intervención en el caso de mi hermano, que se hizo público tras la muerte de Craig. En España consiguió hacerle competencia a su padre, cosa muy difícil. Grandes abogados se sumaron a él, haciéndolo más conocido aún. 

Por otra parte mi hermano Mohammed está comenzando en el terreno de las carreras. De vez en cuando, cuando Ángel iba a España, lo llevaba a las pistas y le enseñaba a correr. Le gustó y decidió entrenarse profesionalmente, y aquí vamos. 

Mi esposo y yo nos instalamos en la casa de mis padres para cuando estemos en Estados Unidos, y en la suya cuando fuéramos a España. Yo me dediqué profesionalmente a la psicología, con adolescentes. Ahora trabajo en un instituto cercano a mi casa donde atiendo a los niños con necesidad de un psicólogo, y al mismo tiempo ayudo a los niños necesitados en países en guerra, lo que me da la oportunidad de viajar.

Carlos y Desiree se comprometieron hace algunos meses, unas semanas después de nuestra boda. Ángel me dijo que desde siempre se gustaron, pero que nunca se atrevieron a dar el paso, pero ahora me siento muy feliz por ellos. Lo raro es que de Miriam no sé nada, y Ángel tampoco sabe nada, no sale ni en noticias, ni en revistas de moda... Muy raro en ella la verdad.


El sol me daba de lleno en los ojos. Pude sentir el cálido y desnudo cuerpo de Ángel debajo de mi. Sonriente, me muevo un poco sobre él sin despertarlo y alcanzo un bolígrafo de la mesita de noche. Beso su hombro, y tenso su blanca piel para escribir sobre ella.

© Todos los derechos reservados. Éste cuerpo está protegido por derechos de autor. Se prohíbe su vista, su tacto o el babeo por su causa.

Él ríe por el frío contacto de la tinta sobre su piel y se mueve aún con los ojos cerrados

— Ay no te muevas— él obediente deja de moverse.

Termino la frase y me dispongo a retocarla, concentrada en cada letra.

— ¿Qué haces?— su voz suena ahogada por la almohada

— Escribiendo mis derechos de autor. No vaya a ser que alguna quiera acercarse a ti— explota a carcajadas, ganándose un beso en la nuca, por estarse quieto hasta que quedaron bien bonitas las letras. 

Me pongo en pie, le doy un beso en la mejilla y me dedico a buscar mi sujetador por debajo de la mesa

— El que te ve así se piensa que todas las noches tenemo sexo ¿Qué problema tienes con los sujetadores?

— Me molestan, tengo que llevar los pechos al aire para poder dormir— me giro y lo miro, ahí recostado, mirándome con los brazos detrás de su cabeza, y una sonrisa adornando su rostro— Ah claro, tú no tienes que cargar con dos bolas que rebotan cuando corres, que hacen a los hombres babear, y que encima te duelen. Cuando sepas lo que significa eso me vuelves a hacer la pregunta

Él explota a carcajadas mientras se levanta

—¿Te ducharás?— asiento— Yo me duché ayer por la noche porque hoy no tengo mucho tiempo, lo siento amor, tendrás que ducharte sola— me da un beso y abre su armario

Es la primera vez que me ducho sola desde que nos casamos. Todas las mañanas eran lo mismo, y saber que me ducharé sola me entristece un poco. Fuerzo una sonrisa y me voy a la ducha.

Pasó lenta y aburrida, sin bromas, sin coqueteos... Sola. Me apresuro a salir y bajo corriendo las escaleras para despedirme de él. Lo busco por todos sitios, pero no lo encuentro. Tan solo encuentro una nota que decía <<Desayuna antes de ir a trabajar. Te amo, cuídate>>

* * *

El viaje fue agotador, pero desde luego mereció la pena, sólo para verlo dormir como un Ángel sobre la cama. Dejo mis maletas con sigilo, y me llevo mi ropa de deporte al gimnasio que tenía en la planta de arriba. Paso la venda por mis dedos antes de comenzar a darle golpes al saco de boxeo que tanto extrañé. No sé porqué, pero sentía mucha rabia, y a cada golpe que daba sentía el dolor hasta en mis huesos. 

— ¿Qué haces aquí?— dice su voz desde la puerta. Lo miro, con su pelo alborotado y sus ojos hinchados, en boxers y sin camiseta.

Sonrió y corro hasta saltar sobre él. Y señores, no necesitan más detalles. 

Total, que después de nuestra actividad entramos a la ducha. Voy a enjabonar primero su espalda cuando veo que la tinta que dejé sobre su hombro aún está ahí

— Agáchate un poco— digo antes de volver a frotar la esponja en su hombro. Él ríe mientras yo incrédula vuelvo a pasar la esponja por su hombro

— ¡No!— niego con las lágrimas en los ojos. Él se incorpora y se gira para coger mi rostro y besarme

— Quiero llevar tus derechos de autor por siempre

Va a besarme, pero yo me alejo

— Amor, yo te quiero, te amo, éste gesto me pareció de lo más tierno, pero eres un idiota por destrozar tu piel— el mal humor corre por mis venas

— No esperaba que reaccionaras de ésta forma— dice confundido con el ceño fruncido

— Y dios, te apesta el aliento— lo alejo de mi, para luego coger mi toalla y caminar fuera de la ducha

— En tu calendario menstrual no decía que estarías así, aún te quedan dos semanas para que te baje.— dice detrás de mi

— ¿En serio? ¿No puedo tener tampoco privacidad en mi menstruación? ¿Y porqué comentas eso ahora?— la furia me supera, hasta que me encuentro gritándole enfrentados.

— Primero, no sé si lo sabes pero el que estés con la menstruación o no me importa, primero porque me importas y quiero saber de tí, y segundo porque normalmente cuando te baja estás más sensible de lo normal. Si es difícil soportarte, imagínate con la menstruación.

Eso me llega como un golpe demasiado fuerte. Lo miro dolida, antes de ir a mi maleta y sacar de ella mi ropa. Él me mira atento

— Claro, ya pasaron los primeros meses de matrimonio. Ya ni amor, ni cariño, me dejas sola en la ducha. Ya te aburriste, puedes ir a buscar a otra rubia con piernas bonitas a la que le miraron la entrepierna la mitad de la población mundial. Ese es tu rollo— ni siquiera lo miro, estoy tan enfadada que ni quiero mirarlo. Mi voz sale tan tranquila que parece que estoy hablando conmigo misma

— ¿Qué tiene que ver eso en el tema? No te entiendo— se acerca a mi.

— Si tan difícil se te hace soportarme, no me busques. Vé con tu ex-novia, esa rubia. Miriam, sé que quieres— lo miro a la cara, y puedo ver su gestualidad desencajada

— Melek ¿Te estás escuchando?

— Ángel, aléjate de mi— y dicho esto salgo dando un portazo

Él me sigue escaleras abajo, pero cuando yo abro la puerta él se queda quieto, viendo cómo me voy. Mis ojos se llenan de lágrimas, y cierro la puerta trás de mi.

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Dos capítulos, porque sí, porque quiero, porque me siento feliz. Aquí les dejo otro más, y sorpresita al capítulo siguiente

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¡Chaiiii!

La Chica del Hijab ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora