Capítulo 27

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Melek

— Ashadu anna la ilaha illa allah, wa ashadu anna muhammadan rasulu allah— repetí. 

Alzo la mirada y veo a Ángel forcejear con el agente que lo cogía del torso, mientras las lágrimas cruzaban su cara. Sonrío tranquilizándolo y digo un "estoy preparada" bajito

Ella corta el cable, con suma lentitud. Entonces un pitido llena mis oídos y todo se disipa a mi alrededor, sintiendo el frío suelo bajo mi cuerpo

Consigo deshacerme del cinturón y corro hacia dónde están mi tía y mi madre sollozando por mi padre

— ¡No lloréis por él par de inútiles!— alza la escopeta en dirección de mi madre. 

Mi tía se interpone en el momento justo, evitando que el cuerpo de mi madre se llenara de plomo. Finalmente cae en los brazos de mi madre, que la sujeta incrédula. Antes de recibir una última bala que alcanzó su vientre. 

El hombre va a disparar de nuevo, pero no le quedan balas

— ¡Las manos arriba y el arma al suelo! ¡Estás rodeado Stephen!— dicen a través del megáfono los policías que vinieron a salvarnos. 

La ambulancia se llevó a mi madre, y yo, junto con mi abuelo y mi yaya fuimos a ver a mi madre ¿Mi padre y mi tía? Los envolvieron en sacos ahí mismo habían muerto.

— La bala justo rozó el pie del niño. Por suerte el niño ya está bastante crecido, por lo tanto podremos salvar las dos vidas

Mi corazón late ante las palabras del doctor barbudo y avanzado en edad.  Los minutos pasan muy rápido y veo a los enfermeros salir y entrar del quirófano donde está mamá

<< Ésto no pasó así>>

Finalmente el doctor sale y mis abuelos y yo nos levantamos a saber qué pasó con mamá

— Lo siento señores... Los hemos perdido— acaricia el brazo de mi abuela que abraza a mi abuelo y solloza

Ya no hay líquido para correr entre mis piernas, ni tengo tanta fuerza como para mantenerme en pie. Pongo las manos sobre mis oídos, para no escuchar los sollozos de mis abuelos, mientras las lágrimas corren por mis mejillas.

— No pasó así, no es así como pasaron las cosas, mi hermano vive, Mohammed vive— repito y niego con la cabeza

Todo se vuelve más blanco, hasta desvanecerse. Ahora estoy en un pasillo, donde puedo divisar a dos personas besuquearse en delante de una puerta. Más allá puedo divisar a una chica, cogiendo un móvil. Me acerco y mi corazón da un vuelco

<< No puede estar ocurriendo>> 

La chica soy yo, y estoy a horcajadas sobre las caderas de Ángel, apoyados sobre la puerta de su cuarto. 

— Ángel, eres un Dios Griego— pronuncian mis labios soltando una risita, mientras bajo mis besos a su cuello.

<< Yo no creo en los dioses griegos, seguro que esa no soy yo>>

—  No deberíamos hacer ésto— aunque no soy yo quién besuquea a Ángel puedo sentir su corazón contra la palma de mi mano. 

Mis pies tocan el suelo. Pero mis atrevidas manos se pasearon por su torso bajo la camiseta, haciedo que suelte un suspiro cuando bajo mi tacto a su entrepierna. Miro sus labios suspirar y me acerco a ellos, con delicadeza, con lentitud. Hasta hacer ese bulto crecer en la palma de mi mano. Su mano se desliza desde mi vientre hasta el pomo de la puerta y la abre. Corro hasta entrar tras ellos, o nosotros... Quienes sean

La Chica del Hijab ©Where stories live. Discover now