7

1.5K 140 15
                                    

— ¿Cómo?— le pregunto algo confudida.

— Es cierto que después que caí en tus brazos mi vida corre peligro, pero no te puedo negar que estás más buena.

— ¿Quieres que te pegue un tiro en la nuca?— le pregunto molesta.

– Dispárame todo lo que quieras— me seduce apegándome a su pecho.

— ¿Me puedes soltar? Lo que menos quiero es entrarte a tiros por este delirio tuyo.

— Si este es mi delirio, te juro que es el mejor que he tenido— pega sus labios junto a los míos.

— Te dije que estuvieras quieto— le pego un empujón.

— Mamita, pero no hice nada malo— hace el intento de apegarse más a mí y le suelto una bofetada—. No tienes que ser tan ruda.

— Te lo advertí— subo a mi habitación enojada, Richard sigue tras de mí, me toma de los brazos y me pega a la pared—. ¿Y ahora qué quieres?

— ¿Por qué te alteraste tanto cuando te dije eso? No quería que te enojaras, no lo encuentro tan grave a la verdad.

— A mí me duele, odio que un tipo se me acerque, me abrace, no confío en ustedes, lo siento—  se me sale una lágrima.

— ¿Hay un hombre que te hizo algo?

— Era mi esposo.

— ¿Te casaste? No te siento capaz de amar a alguien.

— Si soy capaz de amar— río—. No lo amaba a él, amaba la idea de tener un hijo.

— ¿Y el bebé? ¿Pasó algo o qué?

— Me obligó a abortarlo, me maltrataba hasta morir para que no lo tuviera, y lo consiguió; que perdiera yo el bebé.

— ¿Y qué pasó después?— pregunta Richard intrigado.

— Nos divorciamos, después de eso no quiero saber de ningún hombre.

— Oye, si quieres yo te puedo dar el hijo— dice sarcásticamente.

— ¿Para qué? Prefiero quedarme así, además, ya tu tienes una hija, no tienes más nada que buscar.

— Yo lo haría por verte feliz; esa es tu felicidad, yo quiero cumplirla.

— Richard, olvida todo lo que te dije, ya eso quedó en el pasado, no quiero nada que tenga que ver con...— me interrumpe.

— Yo te daría, te dije que estás buenísima; hagamos esto, sin contrato, tu por tu lado y yo por el mío, y si sales embarazada yo me haré cargo, ¿entendido?

— No creo Richard- me abalanza contra la pared.

Sus labios rozaron e invadieron la piel de mi cuello, quería soltarme pero las corrientes eléctricas más su empuje contra la pared me lo impidieron. La sensación era tan gratificante que no pude resistirme y dejé que hiciera su trabajo; mi cuerpo contradiciendo a mi cabeza.

— Richard— suspiré cuando mordió la piel cerca de mi clavícula.

Él presionó su entrepierna contra mi vientre, dándome a conocer su erección atrapada en su ropa:

— Me estás impacientando—  suspiró en mi oído, luego sentí su mano acariciar mi mejilla, me miró a los ojos—. Pero me prometí a mi mismo no lastimarte.

Atrapó mis labios entre los suyos de forma lenta para luego volverse al lado pasional e insistente. Me levantó del suelo hasta cargarme, pasé mis piernas alrededor de su cadera aún besándolo sintiendo nuestros sexos frotarse provocando que el calor en mi vientre se elevara. Mordí su oreja cuando acarició mi abdomen con una de sus manos:

—Tu, yo. Ahora— ordené mordiendo su cuello.

Me llevó hasta la cama y antes de que pudiera reaccionar abrió mi camisa y removió mi brasher y atrapó uno de mis senos con su mano derecha a la vez que presionaba su entrepierna contra la mia.

Mis gemidos se hicieron altos cuando metió uno de mis pesones en su boca, mordiendo y succionando mientras pellizcaba el otro.

— Ya no aguanto— murmuró quitándose su camiseta, dejando a la vista su trabajado abdomen.

Removió mis pantalones junto con mis bragas, dejándome totalmente desnuda. Richard me observó, me senté en la cama dejando que mi cabello callera por mis hombros, tomé los bordes de su pantalón, quitando los botones y bajando el cierre, un gran bulto se marcaba por debajo de su bóxer.

— Siete— me llamó, no respondí—. Amaya— me tomó del metón obligandome a verlo a los ojos con la poca luz de la habitación—. Si no quieres, no lo haré.

— Ya qué— tomé sus labios con fiereza acastandonos de vuelta en la cama con él sobre mi.

Richard removió las últimas prendas de ropa quedando ambos de la misma forma. Aferré mis brazos a sus hombros cuando sentí sus dedos en mi entrada, haciendo movimientos circulares provocando oleadas de placer por todo mi cuerpo.

— ¿Lista?— asentí besando sus labios y así sintiendo la primera embestida.

Una tras otra, más rápidas y placenteras que las anteriores, otras más lentas y fuertes que me robaban largos suspiros y fuertes gemidos.

— R-Richard— gemí su nombre al sentir los espasmos previos al orgasmo.

Richard besó mi cuello de forma lenta y cuidadosa.

— Te quiero— lo oí susurrar.

No dije nada, la explosión de sensaciones y placer pudieron más que mis palabras.

...

Mi Objetivo |Richard Camacho|Where stories live. Discover now