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Richard...

No teníamos noción de la hora que era, seguíamos bebiendo y bailando en la pista por un buen rato, hasta que decidimos sentarnos en uno de los sillones dispuestos en las esquinas del bar. Amaya se recostó de mi hombro y con una sonrisa besó mi cuello:

— Mi hombre— susurró en mi oído con una risilla, estaba algo pasada de copas y parecía algo cansada.

— ¿Quieres que te lleve arriba?— pregunté besando su cabeza.

—Iré yo sola, tú disfruta por un rato más— me besó la mejilla para luego levantarse de mi lado.

Tomó sus tacones de sobre la mesa y la vi desaparecer entre las personas. Pensé que no era buena idea dejarla sola, así que me levanté de mi lugar y fui tras ella; además, algunos buitres ya habían puesto la mirada sobre mi.

Pasé entre la gente para llegar a la puerta que daba al pasillo que llevaba a las escaleras, apuré el paso pensando que tal vez necesitaría mi ayuda para subir las escaleras ya que se tambaleaba un poco, pero la sorpresa que me llevé fue todo lo contrario:

— Déjame hablar, Amaya— le pidió Bryan sosteniendo su mano.

Eso me llenó de celos, el tipo este ya me tenía hasta la madre con todas sus insinuaciones hacia MI novia. Lo soporté por la situación en la que estamos, pero ya fue suficiente.

Me acerqué un poco más, pero al escuchar la voz de Amaya, me detuve y oculte detrás de una pared esperando a lo que iba a decirle; dejaré mi ira para después.

— Debes entender de una vez por todas que no te quiero de esa forma, Bryan— dijo firme.

— Pero yo sí lo hago— suspiró—. Te he salvado en incontables ocasiones, Amaya. ¡¿Es que no merezco ni un poco de tu amor?!

— ¡Eso ya lo sé!— le contestó dejando caer sus tacones al suelo frustrada—, pero no cambia nada de lo que pienso de ti— un suspiro cansino salió de sus labios—. Tienes mi cariño y aprecio, Bryan, pero nada más que eso. Te agradezco tanto por las incontables veces que me haz ayudado en los momentos difíciles, incluso ahora, pero debes asimilar que ya tengo a alguien a quien le pertenece mi corazón.

— ¿Qué le viste?— preguntó dolido—. ¿Qué fue lo que hizo para derribar ese muro que pusiste a tu alrededor?

— Me hizo una promesa...

Amaya se acercó a él, se inclinó y deslizó el cabello de la frente del rubio para depositar un beso en esta, se dio la vuelta para subir las escaleras dejandolo mirando hacia la nada.

No me aguanté a que O'Neal terminara de sentir su pena y fui tras ella, pero el muy desgraciado se me puso en medio; obviamente estaba por molestarme hoy:

— Apártate— le ordené intentando avanzar.

Sentí como su puño se estampaba contra mi mejilla derecha haciéndome retroceder hasta perder el equilibrio y caer al suelo.

— Maldición— susurró sobando sus nudillos adoloridos—. Eres un bastardo...

Lo golpee con un puñetazo justo en la nariz haciendo que esta le sangrara. El muy sádico se limpió la sangre con un dedo y la llevó a sus labios para probarla.

— Hace mucho tiempo que nadie me hace sangrar— susurró con una risa sinica—, el último que lo hizo terminó seis metros bajo el agua.

— Bueno— troné mis nudillos—, yo seré la excepción.

Lo tomé del cuello de la camisa y lo estampé contra la pared, me dio un rodillazo en el estómago y luego tomó mi cabeza para darme otro en la cara, caí otra vez al suelo con la vista distorsionada con un tremendo dolor en la nariz. Se puso sobre mi para golpearme, pero lo quité de encima con un izquierdazo justo en su ojo derecho. Me levanté para darle de patadas en el abdomen, pero el muy bastardo se lanzó sobre mi otra vez.

Escuché unas rápidas pisadas venir desde las escaleras:

— ¡BASTA YA!— exclamó Amaya—. Bryan... Suelta la navaja, ahora.

Miré al tipo desde mi lugar, no me di cuenta cuando sacó la navaja. Se levantó de encima mío lanzando la navaja a donde sea que esta haya caído; Amaya lo miraba con total decepción:

— No me esperaba esto de ti— musitó.

— Yo...— Amaya se alejó de él cuando intentó acercarse—. Mejor desaparezco.

Bryan se fue con el rabo entre las patas por el pasillo dejándonos solos. Amaya se acercó a mi revisando mi rostro, dejando leves caricias cerca de las heridas intentando no lastimarme, se notaba que se sentía culpable por la pelea, pero le demostró tomando su mano y dejando un beso en el dorso de esta que no era así.

Nos levantamos del suelo, la sujeté unos segundos después ya que comenzó a tambalearse, me acerqué a ella para sostenerla en mis brazos, me abrazó del cuello:

— Me siento mal...

Eso fue lo único que dijo antes de que la tomara en mis brazos y la llevara al departamento, seguro de que el malestar era más que físico. Ya en la sala, la dejé sobre el sofá, se veía pálida y luego recordé que no había comido nada desde la tarde:

— ¿Qué es lo que sientes?— le pregunté.

— Ugh...- se cubrió la boca.

— ¿Amaya quieres...?

Se levantó corriendo del sofá hacia el baño, la seguí hasta encontrarla vomitando todo en la taza del inodoro. Me acerqué y recogí su cabello para que no le estorbara, sobé su espalda para calmar los espasmos que la atacaban hasta que se detuvo:

— Te amo— susurró.

— ¿Me lo dices a mi o al retrete?— pregunté bromista.

— Es obvio que a ti, idiota...

Amaya tiró de la palanca y se levantó del suelo para lavar su boca, me iba a levantar también, pero ella se sentó delante de mi y se recostó sobre mi pecho. La abracé pasando uno de mis brazos por su cintura y el otro sobre su brazo:

— Richard...

— ¿Sí?

— Cuídame— se quedó dormida.

Besé su cabeza y la llevé a la cama, la cubrí con las cobijas y me acosté junto a ella para cuidarla tal y como me lo pidió.

Mi Objetivo |Richard Camacho|Where stories live. Discover now