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Richard y yo nos escondimos detrás de un muro para evitar ser vistos. Veía por dónde podría escapar pero todas las salidas estaban cubiertas por los hombres del padre de Victoria:

— Amaya, mira lo que nos pasa por tu haber matado a Victoria— dijo nervioso el moreno.

— Sí, ya veo que fue un error— respondí—. Pero tuve mis razones.

— Les doy diez, no, ¡tres segundos para que salgan y pueda matarlos!— exclamó el hombre enojado.

Pensada y analizaba con rapidez y cuando creí que no habría escapatoria, tiré de la mano de Richard hacia la salida del área de la piscina. Golpeé en la tráquea a uno de los grandulones obligándolo a tirarse al suelo:

— ¡Richard, corre!— grité tomando ello arma del tipo.

— ¡Disparenles!

La lluvia de balas se fue contra nosotros, destrozando parte de aquel lugar; ambos saliemos corriendo entre la multitud de personas que se encontraban horrorizadas y querían salir lo más rápido posible de allí.

Tomé la mano de Richard y corrimos  hacia la salida del hotel, algunas patrullas de policía habían llegado, pero fueron ignorados por los oficiales como todos aquellos que salían del lugar despavoridos.

Seguimos corriendo por varias calles hasta llegar a un parque por donde pasaron:

— ¿Ahora qué hacemos?— preguntó Richard colocando la camisa que tenía amarrada a la cintura sobre mis hombros.

Ambos nos encontrábamos empapados, con frío y las personas en el parque los miraban de forma extraña por nuestro aspecto alborotado; y reconocí un edificio al otro lado de la calle:

— Vamos, Richard.

Cruzamos la calle hasta el edificio donde se levantaba un bar, "Astoria" decía en el letrero de neón que se encontraba apagado debido a la hora. Guié a Richard por un callejón hasta llegar a un portón de metal, toco varias veces sin resivir respuesta alguna:

— Amor, no creo que nos abran— comentó Richard.

— Pues el estúpido de O'Neal se las va a ver conmigo si no lo hace. Me debe muchos favores.

— Que tal si mejor intentemos por la puerta principal— sugirió el moreno señalando lo obvio.

Me quedé mirando una camara de vigilancia en un reborde del edificio, esta se giró hacia ellos; la puerta se abrió mostrando el oscuro interior:

— Amaya— me llamó Richard.

Un tipo calvo con tatuajes en sus brazos y cuello apuntaba con un arma hacia la cabeza de Richard,  no dudé en apuntarle con el arma que había tomado antes.

— Baja el arma— me ordenó, pero el sonido de un seguro le alarmó.

— ¿Qué tal si tú bajas el arma primero, mon amour?— susurraron a mi oído mientras le apuntaban con una pistola por la espalda.

— O'Neal, sigues siendo un patoso— dije la  bajando el arma.

— Muy graciosa, Mademoiselle Amaya— dijo este poniéndose delante de mí.

El hombre rubio de ojos verdes con una cicatriz en la mejilla izquierda tomó el arma de forma lenta de mis manos , para luego depositar un beso en el dorso de una de estas:

El hombre rubio de ojos verdes con una cicatriz en la mejilla izquierda tomó el arma de forma lenta de mis manos , para luego depositar un beso en el dorso de una de estas:

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Mi Objetivo |Richard Camacho|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora