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Era la primera vez que me temblaba la mano con el arma en ella. Ni cuando maté por primera vez fue así, sentía que me estaba arriesgando demasiado por amor pero por Richard yo hago lo que sea.

Jhon seguía vivo, agonizaba. No podía dejar vivo a alguien que me había hecho tanto daño emocionalmente y sabía que detrás de él habían personas que querían o quieren acabar conmigo.

Amarro su cuerpo, los pies con las manos y le sello la boca. Lo dejo en un rincón de su despacho.

Salgo de allí rápidamente, tengo un nudo en la cabeza, tengo deseo de llorar, la única imagen que viene a mi cabeza es la de Richard, no sé dónde está y eso me duele tanto.

Es horrible tener todo el día ganas de llorar.

Me duele Richard. Me duele su amor, su recuerdo. Me duele acordarme de su cara, me duele no acordarme. Me duele pensar que estará haciendo momento a momento, me duele pensar que le están haciendo.

Antes no sabía dónde estaba, ahora no sé dónde quedó Richard, mi Richard.

Es un dolor que mata, que desespera, que envenena. Enamorarte en tan poco tiempo y así mismo como rápido me enamoré, rápido se fue. Se fue el amor, ya no era la misma Amaya, volví a ser la misma chica cínica y sin escrúpulos de antes. Sentía que ya no tenía vida, y no todavía no entiendo como una persona puede hacerte sentir tantas cosas, porqué Richard, y ahora ya él se ha ido, se lo han llevado, no sé dónde se ha metido, donde lo tienen. Ésta nueva etapa de mi vida será bautizada como dolor. Porque ahora el dolor y yo, somos lo mismo, en una sola persona.

Llego a mi casa, me recuesto. Aún no podía parar de llorar desde que salí de casa de Taborda. En medio de tanto llanto y tanto dolor, caí en medio de un profundo y tranquilo sueño.

Me levanto a las 10. Tenía por costumbre hacer mis ejercicios por la mañana pero poco a poco lo fui dejando. Pero hoy, quise distraerme de todo y me fui a correr dos kilómetros, seguía con la adrenalina y corrí otro más.

Llegué a mi casa ya para el medio día, tenía un fuerte dolor de espalda como si me hubiesen entrado a palo la ciudad completa. Pero eso no fue estorbo para comerme casi toda la compra que se hizo.

Recibo un mensaje de Christopher.

«Aún no he sabido nada de Richard, estoy preocupado»

Suspiré; me quedo un buen rato con la mirada perdida, cada vez que mencionaban a Richard se me paralizaba la respiración. Mantenerme en estado de euforia era bastante difícil.

«No te preocupes, hoy lo voy a encontrar»- le contesté.

«Confío en ti»- me escribe de vuelta. Sentía mucha responsabilidad encima.

Me doy una ducha para relajarme y salir a buscar a Richard.

Mi celular no paraba de sonar. Fui a ver quien era y era un número desconocido.

— ¿Quién habla?— contesté.

— Amaya— sentí un escalofrío en todo mi cuerpo al escuchar la voz de Matt—. Necesito que hablemos.

— ¿Qué quieres?

— ¿No es obvio? Hablar— ríe cínicamente—. Te espero en la estación de bus que está a dos esquinas de tu casa, la parte de atras donde hay un taller abandonado, a las 3 y sabes que soy muy puntual— me cuelga.

Me puse en marcha, me vestí como pude, los pantalones y camisetas me quedaban demasiado ajustado haciendo que me vea gorda. Tomo mi arma y arranco en la moto de Bryan que la había dejado allí pero de él no sabía nada.

Llegué a las 2:57, estaba en ese lugar solitario y con hedor.

Siento unos automóviles llegar. Era la camioneta de Bryan y una minivans de las que se usan para cargamentos, cerradas en la parte de atrás.

— Te dije que soy puntual— dice mirando su reloj—. 2:59

— Ya di de una vez por todas que es lo que quieres— le exijo.

— Hablar, como te dije— le hace señas a sus hombres para que salgan—. Amaya, yo te iba a perdonar la muerte de la arrastrada de Victoria, pero cometiste un error. El punto estaba en casarte con Jhon y ¿crees que soy idiota? Jhon amaneció desangrado, muerto y eso solo tiene una explicación... ¡Amaya! Así se llama, Amaya. Una nena de 20 años que se cree que puede dominar el mundo y matar a quien ella quiera así por así.

— Tu eres un asesino igual que yo, así que no vale que estés mirando tu propio reflejo— le digo.

— ¿Sabías que tienes mucho parecido a mí?— se queda pensativo—. Hasta llegaría a pensar que eres hija mía.

— Ni en tus sueños Matt— le saco el arma.

— ¡Mi pequeña Amaya! No te conviene sacar el arma, yo te puedo matar en éste instante. Ya sé cuál es tu lado débil— le hace señas a sus hombres y abren la parte trasera de la minivans y sacaron a Richard esposado, no tenía ningún rastro de golpe, me mirada adolorido.

— Richard— bajo el arma y voy hacia él.

— ¡Detente!— Matt pone la pistola en la cabeza de Richard—. Das otro paso y tú punto débil morirá.

Mi Objetivo |Richard Camacho|Where stories live. Discover now