16

1K 103 24
                                    

Amaya.

Abrí los ojos y estaba sentada en el piso del baño. Tenía una enorme migraña y dolor estomacal. Me acuerdo que anoche vine de prisa a vomitar cuando Richard dormía.

Me levanto con dificultad. Tenía pensando ir al médico a chequearme sin que Richard se diera cuenta.

Me visto cuanto antes. Voy a buscar la llave del departamento. En la mesa había un ramo de flores blancas y una carta dentro de ella.

 En la mesa había un ramo de flores blancas y una carta dentro de ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


"¿Podrías perdonarme, Mademoiselle Amaya?"

Guardo la carta en el bolsillo, ignorando las disculpas de Bryan. No tengo el deseo de pensar en él ni en lo que pasó anoche.

Salgo cuidadosamente y me dirijo a un médico a unas consultas personales.

Me tomé un buen tiempo fuera. Ya me había comido 6 emparedados y tomado 3 jugos, no entendía el porqué sentía tanta hambre y mientras más comía, más hambre me daba, como si tuviera hambre en los huesos.

Ya había terminado de hacer mi diligencia personal.

Llegué al departamento. Richard seguía dormido. Me siento en la cabecera y empiezo a sobar su pelo.

— Mi amor— se levanta con la almohada marcada en la cara—. ¿Qué hora es?

— Las 11 A. M.— le pongo el reloj en la mano y lo obligo a levantarse.

—Está muy temprano— se vuelve a echar en la cama—. No hay necesidad de estar levantándose a ésta hora del día.

— Richard tenemos que volver— le sacudo la sábana encima y Richard cae explotado al suelo—. ¡Levántate!

— ¡No quiero!— hace pucheros.

— ¿Qué prefieres? ¿Quedarte en el departamento de tu enemigo y que venga el idiota de Matt y nos mate o volver a casa y ponernos a salvo allá?

— ¡Vámonos!— se levanta corriendo del suelo y va al baño a lavarse.

Tocan la puerta del departamento repetida veces.

— ¡Ya voy!— voy corriendo a atender—. ¿Sí?

— Hola— Sebastián estaba justo ahí. Pero no parecía al Sebastián que trabajaba para mí. Si no a un Sebastián amante a la vida y a exhibir lo que oculta detrás de un saco y corbata todo el día—. Traje algo de comer— sostiene una bolsa de pollo y papas fritas.

— ¡Gracias!— se las arrebato de la mano—. Tenía mucha hambre.

— Últimamente haz estado comiendo demasiado— Richard sale del baño—. ¿Pasaba hambre antes?— le pregunta a Sebastián.

— Ha sabido durar hasta 3 días sin comer— Sebastián sonríe.

— ¡Es mentira!— les digo llevándome el muslo a mi boca.

— ¿No me vas a dar un poco aunque sea sea?— Richard mete la mano en mi comida y saca un pedazo de carne.

— No me robes la comida— me hago la ofendida—. ¿No te has dado cuenta que no he comido en el día de hoy?

— ¿Y cuándo te haz preocupado tú por comer?— Richard le da una mordida a la carne que me robó.

— Chicos, se tiene que camuflar para poder sacarlos de aquí— Sebastián nos interrumpe.

— Iré a vestirme. Seguro con lo que usaré pasaré desapercibido— Richard se vuelve a meter al baño.

— Necesito tu uniforme Sebastián.

Sebastián me presta su uniforme, el que llevaba en una bolsa, saco y corbata. Recojo mi cabello y me coloco el sombrero de guardia, trato de lucir un hombre lo más que pueda.

— Amaya, cariño— Richard silva detrás de mí.

— ¿Qué demonios te pasó?— Richard estaba usando la ropa que yo llevaba anoche puesta.

— Quise parecerme a ti bebé— me guiña el ojo y recoge todas sus cosas—. Vámonos Sebastián.

Richard anda tambaleandose con los tacones, ya tenía miedo de que me los arruinara.

Pasamos rápido entre la gente. Sebastián nos ayuda a subir al auto.

Me recuesto en los hombros de Richard.

Pasaron las horas rápidamente y ya estábamos en Miami, estábamos en mi casa.

Me levanto con dificultad, me doy una ducha, luego Richard se ducha. Bajo a la cocina a preparar algo de comer, últimamente he sentido más hambre que nunca. Observo a Sebastián desde la ventana de la cocina, estaba fumando un tabaco, y de un momento a otro me dio náuseas, pero aguanté.

— Joder— Richard baja enojado por las escaleras.

— ¿Qué sucede Richard?— mis piernas empiezan a temblar de repente.

— De un momento a otro todo me empieza a molestar— aprieta sus mandíbulas y golpea la meseta.

— ¡Richard calmate!— intento calmarlo pero se pone histérico.

— Amaya— me acaricia y me pega contra él—. Quiero tenerte ahora.

— No tengo deseo Richard...— antes de que pudiera terminar de decir la oración, ya estaba contra la pared.

— Si no quieres estar conmigo, vas a morir— Richard se había vuelto loco, me toma del cuello y echa contra el piso.

Richard se va a la habitación.

Había tenido un recuerdo, cuando mi ex me trataba igual, cuando por yo no hacer nada quería pegarme, me maltrataba si no quería tener un encuentro sexual con él.

Lágrimas cayeron por mis mejillas. Me sentía impotente, cosa que nunca me pasa.

Me levanto con dificultad del suelo. Recibo un correo, había sido invitada a una fiesta de narcos, no tenía deseo de ir, pero sabía que mi padre iba a buscarme y llevarme en pijamas si fuera necesario.

Sigo en los quehaceres de la cocina.

— Amaya— Richard me hala bruscamente del brazo—. No voy a soportar una pelea más Amaya.

— Eres un imbécil Richard. No pensé que me iba a fijar en un infantil como tú.

— ¿Ahora yo soy el infantil?— frunce el ceño y empieza a actuar como un anormal—. Amaya, maldigo el día y la hora en la que caí en tus brazos.

— ¿Sabes qué? ¡Yo digo lo mismo! Fue un error todo eso que pasó Richard.

— Ya no puedo seguir con esto— toma su chaqueta—. He tomado la decisión, me voy a alejar de ti, volveré con mis amigos.

Mi Objetivo |Richard Camacho|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora