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El menor se encontraba solo en la sala de su casa, aún arrodillado y con sus manos apoyadas sobre el suelo, incapaz de separarse de él, pues sentía que aquel era su lugar.

Algo comenzó a sonar con un volumen bastante bajo en el interior de su bolsillo, metió su mano en el mismo para sacar con rapidez su teléfono celular, percatándose de que tenía varias llamadas perdidas de su madre. Con la magnitud de la situación anterior no había escuchado el timbre de las llamadas, ella debería estar muy preocupada. De pronto, este volvió a sonar y JungKook contestó rápidamente.

—Aló, mi amor —habló al instante su madre—. Por fin me contestas, ¿pasó algo malo? —preguntó bastante preocupada su madre del otro lado de la línea.

—Lo siento, mamá. Tenía el celular en silencio —suspiró—, y no, no sucedió nada.

Su progenitora se destensó al escucharlo.

—Bueno, hijo, cuéntame. ¿Cómo ha estado todo por allá?

Bambam salió de la cocina con un vaso de agua entre sus manos, quedándose parado detrás del menor al notar que hablaba por teléfono.

—Todo va... —de la mierda. Pensó JungKook, percatándose de la presencia del pelirrojo tras él—, todo va bien —mintió.

Juguetona y maliciosamente, Bambam se fue acercando al menor, dejando el vaso de agua sobre uno de los muebles antes de arrodillarse tras el castaño, quedando a su altura para rodear la cintura contraria con sus brazos. JungKook intentó ignorar aquello y siguió escuchando a su madre.

—¿Has obedecido en todo a TaeHyung? —preguntó.

JungKook volvió a bajar su mirada al suelo.

—Sí, he obedecido en todo a TaeHyung —respondió con pesar.

Y vaya que lo has obedecido bien —ronroneó Bambam al oído libre del menor, luego dejando una mordida y pequeña lamida en el lóbulo.

—¿Estás con alguien, amor? —cuestionó su madre al parecerle escuchar una tercera voz.

—No, sólo es la televisión —volvió a excusarse.

Bambam metió sus manos dentro de la polera de JungKook, este último soltando un jadeo al sentir las manos frías de Bambam, las cuales subieron hasta llegar a sus pezones y los comenzó a estimular con sus dedos. JungKook, incómodo, empezó a sentir un leve cosquilleo en donde el pelirrojo tocaba, siéndole algo extraño.

—Kookie, ¿estás con fiebre? —preguntó su madre con inocencia al escucharle jadear.

El castaño le dio un fuerte codazo en las costillas a Bambam haciendo que lo soltara.

—No, mamá, sólo estoy cansado. Te llamaré mañana, te quiero —y dicho aquello, colgó dejando algo desconcertada a su madre. Soltó un suspiro de alivio.

—Kookie, lindo apodo —comentó el pelirrojo, poniéndose de pie y aguantándose el dolor del codazo anterior.

—Vete a la mierda —dijo el menor, poniéndose de pie al igual que Bambam.

—Cuida tu vocabulario, pequeña rata.

JungKook dio un brinco al escuchar la voz de TaeHyung detrás suyo.

—L-lo siento... —se disculpó de inmediato, sin atreverse a mirar al rostro de su niñero.

—Ya tendrás tiempo para disculparte como es debido con Bambam, ahora debemos irnos.

TaeHyung miró a Bambam y este asintió.

—Nos vemos, Kookie. Por cierto, tienes pendientes unas cuantas clases de cómo hacer mamadas. No lo hiciste mal, pero puedes mejorar —dijo el pelirrojo con la clara intención de molestar aún más a JungKook antes de irse.

—Buena idea, Bambam, hay que enseñarle nuevos trucos a la mascota —finalizó TaeHyung.

Ya conformes con humillar lo suficiente al menor, ambos salieron por fin de la casa ajena.

JungKook les levantó el dedo de en medio luego de que cerraran la puerta, pero se sobresaltó al escuchar que volvían a tocarla. Con fastidio fue a abrirla.

—¡JungKook! ¿Cómo estás? —saludó y preguntó animadamente Jackson, su primo. JungKook se quedó inmóvil a la vez que Jackson comenzaba a mostrar una expresión confundida—. ¿...Qué es lo que traes en el rostro? —cuestionó, aún confuso, pero manteniendo su amable sonrisa.

El menor llevó sus manos a su rostro, sintiendo los restos del semen de Bambam ya algo seco sobre él. Sin saber qué hacer, JungKook cerró de golpe la puerta, dejando afuera a su primo.

—Oh, es Yogurt, debo ir a lavarme la cara y acomodar un poco la sala... ¡Enseguida te dejo pasar, no te vayas! —pidió con angustia el menor. Y por más tonto que haya sido, realmente fue la mejor excusa que pudo dar.

Corrió hacia el baño, y antes de lavarse el rostro miró el evidente semen sobre él. Con agua fría y jabón quitó cualquier rastro de Bambam, rezando porque su primo le creyera. Corrió ahora hacia la sala, comenzando a acomodar los cojines del sofá rápidamente para luego ir hacia la puerta y abrirle de una vez a su primo.

—Lo lamento tanto. Ahora sí, pasa —dijo JungKook con su respiración algo agitada—. ¿Cómo estás, Jackson?

El nombrado entró a la sala y JungKook cerró la puerta tras ello.

—Bien, como siempre —respondió, dejándose caer sobre el sofá. JungKook no pudo evitar recordar lo que había sucedido allí hace menor de media hora, haciéndolo sentir incómodo—. Y tú, ¿qué tal va todo? —preguntó de vuelta.

El menor se maldijo internamente, no le contaría nada a su primo mayor, no quería que se decepcionara ni asqueara de él.

—Bien —sonrió falsamente para su familiar—. ¿Quieres ver películas? Traeré algo para comer —dijo JungKook antes de dirigirse a la cocina.

Puso en el microondas un paquete de palomitas, y luego de que estuvieran listas las llevó a la sala en un gran plato. Se sentó en el sofá junto a su primo para comenzar con la noche de maratón de películas como siempre solían hacer.

Por otro lado, Jackson no le haría ninguna pregunta a JungKook sobre el semen que llevaba en el rostro, tampoco le preguntaría sobre los dos chicos que salieron algo desaliñados de su casa, que por cierto uno de ellos lo había mirado de mala manera en el momento en que se acercó a la puerta de la casa. Sólo se resignaba a aceptar que su primo ya era lo suficientemente mayor para hacer lo que quisiera de su vida sexual, aunque le costara hacerlo.

Call Me Daddy ➳TaekookWhere stories live. Discover now