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—Que no se te olvide sacar la basura y lavar los trastes. Ésta noche no llegaré, así que asegura bien la puerta y no dejes nada encendido —habló con prisa la esbelta mujer de cabellera teñida de rubio.

Sin esperar respuesta alguna, o siquiera mirar a su hijo, agarró su pequeña cartera, y dejó resonar sus tacones al caminar apresuradamente por el suelo de cerámica para salir de su casa de una vez.

—También te quiero, mami —dijo con sarcásmo el chico tras ver salir a su madre por la puerta principal.

Se levantó del sofá para dirigirse a la cocina en busca de algo para cenar. Abrió el viejo refrigerador que tenían, y suspiró con pesadez al ver que nuevamente su madre no había hecho las compras para la semana.

—Con razón, ¿con qué otro dinero iba a ir a divertirse? —se quejó, cerrando la puerta del refrigerador con molestia.

Resignado, se dirigió al basurero de la cocina para sacar la bolsa de basura y luego ir por la del baño. Ya con ambas bolsas, asegurándose de tener la llave de la casa en su bolsillo trasero, salió afuera de ésta para dejar la basura frente a la casa.

—Hey, pequeña puta.

Se sobresaltó un poco al escuchar una voz tras de él, al voltear, notó que era un particular cliente de su madre. Se posicionó derecho, mostrando un semblante serio y confiado.

—¿Qué quiere? —escupió, sin paciencia—. Si deseaba los servicios de mi madre debió llamar antes de venir.

Aquel hombre de unos cuarenta años, tan solo rió levemente y se acercó unos pasos más al pelirrojo.

—Wow, sé un poco más gentil con uno de los buenos clientes de la puta de tu madre —dijo el de cabellera negra y canosa, posando una de sus manos en la mejilla ajena. Bambam la apartó de inmediato—. ¿Qué sucede? No me digas que estás molesto conmigo.

El joven chico miró la sarcástica mirada del hombre antes de sacar la llave se bolsillo trasero y prepararse para correr hacia la casa. Pero el hombre fue más rápido, y tomándolo de su antebrazo lo jaló bruscamente hacia sí mismo.

—Suélteme, maldito cerdo —exigió, perdiendo gran parte de la autoconfianza que había mostrado al principio.

—Oh. Así que te acuestas conmigo, obtienes tu sucio dinero, ¿y luego ya no quieres saber de mi? —el hombre mayor sujetaba con fuerza el brazo del pelirojo, enterrando sus uñas apropósito.

—Maldición, jódase. Acepté acostarme con usted porque necesitaba el dinero, pero usted es un maldito enfermo. ¡Usó un jodido cuchillo para arañar mis muslos! —gritó exasperado, lagrimeando por el dolor en su brazo derecho.

—Baja la voz, sucia puta. Esa mierda me excitó como nunca, y quiero probar más cosas contigo —el hombre atrapó la cintura del joven, pasando su mano tras ésta pegándolo a su cuerpo—. Vamos, entregame la llave de tu casa, ahora —exigió, apretándolo más provocando que Bambam chillara.

Cerró sus ojos con fuerza, soportando aquellas manos manosear y apretar su trasero de manera torpe y brusca. Tenía miedo, no quería que ese hombre lo volviera tocar. Él no se consideraba débil mentalmente, creyó que no se arrepentiría de exigir dinero por acostarse con un tipo más, le pareció una buena idea. Pero joder, el viejo terminó siendo un sádico.

El hombre encontró la llave en su mano, Bambam la apretó con fuerza mientras era forcejeado por el mayor. El fuerte maullido de un gato recién atropeyado ganó a la curiosidad del hombre, distracción que aprovechó el pelirrojo para patear fuertemente su entrepierna y correr a toda prisa a su casa, abriendo la puerta en menos de un segundo y entrando a su casa.

Call Me Daddy ➳TaekookWhere stories live. Discover now