Narrador Omnisciente.
—Sube al maldito auto, Hoseok.—ordenó Yoongi con voz ronca.
Ahora estaba de pie, de espaldas de su pareja. Sobre Jimin, a él ya se lo había llevado porque estaba ebrio y no podía hacerlo por su cuenta.
—¿Sigues enojado?—preguntó— Vamos, cariño.
No, manzana.
—Mejor te llevaré a casa.—evitó otra discusión, ya estaba harto— Tienes que descansar, sube al auto.—sacó sus llaves y entró al vehículo, junto a Hoseok.
Arrancó el vehículo, y en el transcurso se quedó totalmente callado.
—Perdón, Yoongi.—Hoseok rompió el silencio.
—No es necesario pedir perdón, Hoseok.
—No, sí lo es. Yo...—suspiró— Estoy muy cansado por problemas familiares y he sido paranoico contigo provocado por eso, sabes que mi familia es una mierda y tú eres el únic—
—Ya lo sé.—Yoongi lo interrumpió— Por eso exactamente es porque no debes pedir disculpas.
Él ya había llegado a la casa de su pareja, estacionó y volvió a mirar a Hoseok.
—¿No quieres entrar?—ofreció Hoseok mientras se retiraba el cinturón de seguridad de su cuerpo— Mi hermana salió de parranda y estoy solo.
—Juro que en verdad quiero quedarme contigo, Hobi. Pero ahora tengo que ir al instituto.
—¿Ahora? Per—recordó que ya eran pasadas las doce— Mañana a la tarde, ¿puedes?—sonrió.
—Por supuesto.—devolvió la sonrisa— Entonces, nos vemos, cariño.—se acercó a sus labios, dándole un beso— Yoongi.—dijo serio después de besarle. Agarró la oreja de su pareja y la tiró hacia bajo— ¡Dijiste que no volverías a fumar y lo volviste a hacer, maldito imbécil!
—¡Ay! —chilló— ¡Pará un poco, tarado!—se libró su Hoseok y lagrimeó del dolor, Hoseok cuando tira las orejas lo hace mal— Estaba furioso, por eso.
—Te voy a dar una revocada de piñas, ¿me escuchaste?—abrió la puerta y salió del auto— ¡Y si fumarás a escondidas procura enjuagarte la boca luego, idiota! —cerró la puerta del auto con fuerza, haciendo que todos los del barrio de despertaran del ruido.
—¡Déja de maltratar a mi maldito Lexus!—gritó y luego rió.
× × ×
Yoongi bebía un café amargo, deseando que aquello lo despertara, ya que estaba en su trabajo.
—Esas ojeras, Min.—dijo su mayor. Un doctor encargado del lugar.
—¿Qué pasa con mis ojeras?—dijo— ¿Hay algo?—preguntó refiriéndose a los pacientes.
—Dentro de unos treinta minutos se hará una pequeña competencia aquí, creo que es por apuesta.
—¿Correrán por una apuesta?
—Sí, lo hacen cada semana, unos muchachos apuestan para resaltar cuánto han avanzado en todo el período de tiempo, no sé exactamente. Por eso, el equipo médico debe estar allí, por si alguien se hace daño, o se lo hacen.
—¿''Se lo hacen''? ¿Acaso es una competencia sucia?
—Oh sí —asintió—, claro que sí. Estos muchachos están tan afisionados que van a otro nivel.
