Capítulo 28

2.5K 227 92
                                    

Ya te echo mucho de menos...

Yo también. No te haces una idea.

¿Qué tal están los chicos?

—Shawn está muy bien. Pero te echa de menos también—reí sabiendo que preguntaba especificamente por el canadiense— y los demás también. Todos estamos bien—añadí.

Genial, me alegro.

Pero no sé por qué me preguntas, apuesto lo que sea que hablas con él todos los días. Sin excepción alguna—le dije divertida.

Escuché como se reía por el otro lado del teléfono, lo que comprobó que estaba en lo cierto.

—¿Bueno y no tienes algo que contarme?

¿Sobre qué?

—Sobre los meteorítos.—dije sarcástica rodando los ojos—¿a ti qué te parece? ¡Sobre Shawn!

Nada. Sólo que me gusta, pero eso ya lo sabes.

—Si, Maider, eso ya lo sé. ¿Pero tú sabes que somos las mejores amigas? ¿Que me tienes que contar todo con lujo y detalle? ¿Y más si es sobre el amor?

Está bien... nos besamos.

¡¡LO SABÍA!!—Grité y salí de mi habitación corriendo para ir al de Mendes y golpeé la puerta constantemente hasta que abrió el moreno sin camiseta y recién despertado.—Oh, Maider, tengo un regalo para tí. Ahora te lo envio—reí y le saqué una foto a su bombón para después enviarsela a mi amiga.—Después te llamo. ¡Agur!—y colgué la llamada—¡Tú!—señalé al canadiense.

—¿Yo?—frunció el ceño y se señaló a sí mismo confundido. El pobre se encontraba medio dormido aún.

—Ajá—asentí.

—¿Qué pasa?

—¡Besaste a Maider y no me lo dijiste!le reproché con los ojos entrecerrados.

Las mejillas del pobre poco a poco fueron tomando un color rojizo, lo que hizo que se viera aún más adorable. Claro, si eso es posible.

—Awww. Se sonrojó—agarré uno de sus mofletes con mi dedo índice y el pulgar, como suelen hacer las abuelas provocando un gruñido por parte de él.

—Ya para—me dijo entre molesto y divertido y solté una pequeña risa.

—Bueno, entonces...—alcé las cejas.

—Entonce...—repitió frunciendo el ceño confuso.

—¿Te gusta Maider?

Estaba más que claro que le encantaba, pero quería escucharle decir y verle sonrojarse de nuevo.

Lo sé, soy mala jeje.

—¿Si? ¿Puede? Eh yo... pues... ¿tal vez?—cada vez que abría la boca sus mejillas se tornaban de un color más rojo y yo hacía lo imposible para no reírme en su cara. Este chico es demasiado tierno— Se podía decir que sí. Me gusta.—confesó al final.

—¡¡LO SABÍA!!—Exclamé y junté las manos bajo mi mentón con una sonrisa enorme.—¡Dame un abrazo cuñado!

(.../...)

—¡Gracias Miami!—gritó Johnson.

—¡Os amamos lindas!

Ante las palabras de Taylor los chillidos se hicieron aún más fuertes, pero esos chillidos se quedaron cortas a comparación de cuando Cameron y Gilinsky se quitaron las camisetas y las tiraron al público.

Y nada volvió a ser igual... MAGCONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora