Capítulo 39

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Narrador omnisciente:

—¡Que me importa una mierda, joder! ¡¿Tú crees que a mí me importan los putos papeles?! ¡NO! ¡No me importan en lo abosolúto!

—Tío relájate—Sammy le tomó del brazo pero Taylor en un movimiento brusco se soltó de su agarre.

—¡Que no me voy a relajar! ¡Que me saquen el puto sangre! ¡AHORA!

Ese loco era Taylor Caniff, o más conocido como Chico Bandanas. Estaba furioso gritando. Él quería donarla el sangre, ya que el sangre de los dos era compatible, pero para eso primero tenía que hacer unas pruebas y un papeleo porque era de otro país. El problema era que no había tiempo. Desde que supo que los dos eran del mismo grupo sanguineo se le cruzaron los cables y desde entonces no ha parado de gritar, y todos saben que conociéndole no parará hasta que consiga lo que quiere.

—Por más que grites no vas a conseguir nada—le dijo el doctor calmado.

—Oiga, ¿y usted cómo puede estar tan tranquilo sabiendo que una adolescente está a punto de perder la vida, y que usted puede evitar que eso ocurra? Imagínate que es tu hija la que está en esa camilla luchando por su vida. Harías lo imposible para que no se muriera ¿cierto? Pues nosotros la queremos como si fuera nuestra hermana y más te vale que hagas tu maldito trabajo, porque sino, haremos una campaña contra este puto hospital con todos los fans de Leire y créeme...—Lox soltó una risita sin ganas—Son mucho peores que este capullo gritando—señaló a Taylor.—Cuando se enfadan. Aunque bueno, eso es porque no me has visto a mi enfadada. Así que ¡salva la puta vida a mi hermana! ¡AHORA!—Gritó Mahogany con todas sus fuerzas y las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas una tras otra. Nash se acercó a ella y la abrazó.

Lox es una chica alocada, dulce y simpática, pero cuando se enfada, que suele ser muy pocas veces, se enfada de verdad. Y da mucho miedo. Pues este momento es una de esas pocas veces, y ninguno de los chicos la habían visto tan destrozada y furiosa.

—Está bien—asintió el doctor después de que mirara a cada uno de ellos. Esas miradas de tristeza no las había visto en mucho tiempo, todos estaban destrozados y tenían razón, era solo una niña que cometió un error, y todos cometen errores y tienen derecho a una segunda oportunidad. El ejemplo que le dió la rizos le tocó el corazón. Él tiene una hija de 14 años y en cuanto se imaginó a su hija en esa camilla en esa situación, se le puso la carne de gallina y supo que debía hacer lo imposible para salvar a esa niña.

Unas minusculas sonrisas se dibujaron en los rostros de los amigos de Leire. Estaban cansados, no habían dormido en horas, estaban destrozados y sentían mucho miedo. Nada más pensar que ella pudiera perder la vida por culpa de ellos les entraba ansiedad. No se perdonarían en la vida.

—Primero te hacemos un par de pruebas y si todo está bien le donamos tu sangre. Ya arreglaremos el papeleo después. Sígame—le indicó el doctor y comenzó a caminar por el largo pasillo.

—La duda ofende—Tay frunció el ceño y comenzó a seguir al doctor—Claro que está todo bien—bufó.

—Espero que todo esté bien—suspiró Gilinsky.

—Yo también, porque es la única manera de salvar a Leire—susurró Carter.

—Ahora te preocupas por ella—Aaron soltó una risita irónica—Taylor se pone histérico por donar su sangre. Pero hace unas putas horas atrás la odiábais, le dijistéis de todo... Por si no os habéis dado cuenta, todo es vuestra culpa.—se acercó a Carter con el ceño fruncido y le picaban los ojos, en cualquier momento se pondría a llorar. Esto le superaba.

—Aaron no te pases—le advirtió Cameron.

—¡¿Que no me pase?!—esta vez se acercó a él—También es vuestra culpa, vosotros no hicistéis nada cuando los otros dos capullos la insultaban o la hacían sentir mal. Si vosotros también la hubiérais apoyado como hicieron Lox y Shawn, seguramente no estaríamos en esta situación ahora.—Ya no podía contenerse más y se le fue imposible no comenzar a llorar de nuevo.—Me voy a tomar un poco de aire—avisó antes de salir del hospital.

En el interior todos sabían que tenía razón, de hecho, ninguno de ellos paró de repetirse lo mismo en sus mentes.

Taylor se encontraba haciendo las pruebas para saber si todo estaba bien con su sangre para que pudiera donarla.

—Bien, está todo en orden. Túmbese en esa hamáca por favor—le pidió el doctor señalando a su derecha.

El chico asintió y sin decir nada de tumbó donde le indicó. Cuando vió la aguja, abrió los ojos como platos e inmediatamente volvió a cerrarlas y giró su cabeza hacia otro lado. Taylor tiene fóbia a las agujas. De hecho, él siempre ha dicho que nunca de los jamases donaría sangre a alguien por su fóbia. Pero tampoco se imaginó que alguna vez se encontraría en una situación de vida o muerte, literal, además todo era su culpa, y estaba decidido. Iba a donar su maldito sangre a Leire. Ama a esa chica con locura y está dispuesta a hacer lo que sea para salvarla la vida y arreglar su error.

—Bueno, pues ya está.

Taylor parpadeó varias veces y con el ceño fruncido miró al doctor.

—¿Ya está?—preguntó confundido.

—Si, ya te puedes ir con tus amigos. Cuando tengamos noticias les avisaremos.

Alzó las cejas y miró su brazo. Tenía puesta una tirita. Ni se había dado cuenta del pinchazo. Estaba tan sumergido en sus pensamientos que no sintió nada.

—¿Qué? ¿Todo bien? ¿Qué te dijo?

Todos comenzaron a preguntar de todo nada más llegar a su lado.

—Todo bien. Ahora sólo toca esperar—suspiró.

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Sé que son capítulos cortos, pero lo hago apropósito para que os quedéis con intriga. Si, soy mala, lo sé😂😈

Pero seguís amandome ¿cierto?😢 porque yo os sigo amando más que a la nutella personitas bellas!! 💕

Y nada volvió a ser igual... MAGCONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora