C | 3 |

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   La última hora llega y me dirijo al Blue and Gold, se lo prometí a Betty, debemos encontrar a Polly y conversar con ella.
  
   La falda del uniforme baila a medida de que mis caderas se van moviendo al compás de mis piernas por el pasillo. Todos me miran, sin poder creer lo que sus ojos están admirando. No, no esperaban que Cam Russell, la estúpida nerd extrovertida sea una porrista. Pero bueno, estamos en el 2017, todo es posible, ¿no es así?

   Al entrar, la rubia se encuentra sola. ¿Jughead no vendrá? Ella, al verme me estrecha entre sus brazos y yo le correspondo, mis amigos no tienen la culpa de lo que ha pasado. No pienso alejarlos de mí por lo que me hicieron, ellos intentaron detenerlos. Mucho no se podía hacer tampoco, los tenían apresados. Además, ya estuve llorando intensamente durante dos horas de receso que tuve en el armario donde Jug decidió vivir unas semanas. Ya dejé todo ir, sólo necesitaba eso, descargarme conmigo misma.

—Oh, C, cuanto lo siento —llora en mis hombros, a lo que yo acaricio su espalda, temblando para alejar las lágrimas—. No pensé que vendrías, luego de lo que ha pasado.

—No te dejaré atrás porque sólo un idiota me avergonzó frente a otros idiotas y bueno, ustedes, mis amigos —la miro y le sonrío enternecida—. Somos compañeras Vixens ahora, ¿no?

   Reímos melancólicas y nos volvemos a abrazar. La puerta se abre y al voltear, Juggie se queda sin habla, estático. Me analiza con la mirada de arriba a abajo. Sus ojos cambiantes parecen brillar del asombro a medida que suelta su mochila y la deja caer en el suelo sin más.

 Sus ojos cambiantes parecen brillar del asombro a medida que suelta su mochila y la deja caer en el suelo sin más

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   Claro, debe ser medio chocante verme con el traje de porrista. No me he podido cambiar ya que mi camisa estaba destrozada y no quería pedirle prestada ropa a nadie. Además, los únicos que tienen recambios de ropa son los chicos y no me sentía capaz de hablarle a Jug o a Archie para pedirles una.

—Sin ofender, Betty —el pelinegro la mira fugazmente y luego devuelve su vista hacia mí, extrañamente fascinado—. Pero hay que admitir que de todas las porristas, a C es la que mejor le queda el traje.

   Suelto una carcajada que es música para mis propios oídos y corro a abrazarlo. Hay veces que me gustaría ser más enana para apoyar mi cabeza en su pecho, por lo cual la apoyo en su cuello. Oliendo su aroma a pino, río y jarabe de arce. ¿Será incluso tan dulce como el mismísimo jarabe?

—Espero que nuestra amistad no esté arruinada por mis sentimientos, Jug —confieso temblando ante el pensamiento de perderlo. Él me da una mirada enternecida y me dice que esta conversación no ha terminado—. ¡Gracias, gracias, gracias!

—Nunca dejes de sonreír, te lo ruego —me pide con seguridad. La poca luz que entra en la habitación y le da en los ojos los hace ver cómo si fueran transparentes.

 La poca luz que entra en la habitación y le da en los ojos los hace ver cómo si fueran transparentes

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Daboia Russell |Jughead Jones|Where stories live. Discover now