Daboia Russell |Jughead Jones|

C |28|

   Cuando me dejan en el suelo, puedo ver que tengo tres llamadas perdidas de Ronnie. Frunzo el ceño y sin más dilaciones, marco su número, alejándome del resto.

—C, debes ir ya a mi edificio, creo que Nick ha drogado a Cheryl, nosotras estamos en camino pero hay tráfico —avisa con seriedad y no puedo evitar gemir un poco por el dolor que me causan las mordidas sangrantes—. ¿Ocurre algo?

   Le hago una seña a Juggie, quien en menos de dos segundos está a mi lado.

—No, todo está bien, en cinco minutos estaré allí —él me mira interrogante y yo me acerco a mi auto corriendo—. Jughead, Nick St. Clair drogó a Cheryl, necesito ayudarla.

—C, tus heridas... Déjame ir contigo —niego y le digo a Fangs que lo contenga, por si las cosas se ponen malas—. Sólo cuídate, ¿sí?

—Lo haré —afirmo a medida que le ordeno a Toni que le cure las heridas a mi amado, y que tenga cuidado con lo que hace.

   Pea se resiste a dejarme ir sola por lo cual se sube en el asiento del copiloto, dejando más tranquilo a Jughead. Lo observo interesada y él me pasa el garrote.

—Si está hiriendo a alguien que quieres, dale con ganas, este bebé nunca me falla —asegura y yo le sonrío de costado. Arranco el auto y sin observar como comienza a mancharse con mi sangre, salgo pitando.

   Aparco de una forma horrible, me bajo del vehículo y sin ni siquiera cerrarlo, entro al edificio. Como loca subo las escaleras junto al Serpiente, recibiendo un mensaje de Josie, quien me indica cuál es la habitación. 

     Al estar frente a la puerta, no me importan mis sangrantes heridas, ni que esté en medio de Northside con un vestido blanco y mi chaqueta blanca de las Serpientes. Sólo quiero abrir la maldita cerradura. Sweet Pea se ofrece y de una patada abre la puerta y encuentro al desgraciado. Con el garrote en la mano, lo empujo hacia atrás, estampándolo contra la pared y le lanzo el primer puñetazo.  

   Se tambalea hacia adelante por lo cual mi acompañante lo toma de los brazos, haciéndole una llave para darme pase libre a golpearlo. Y así lo hago, uno, dos, tres, incluso le doy con los nudillos de mi otra mano, sin importarme el lastimarme. Ya está inconsciente, debido a que cuelga del agarre de mi Serpiente.