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   Jughead y mis Serpientes están entrenando con FP, Isaac y Keller en el instituto Riverdale.

   Los policías me han pedido ayuda. Necesitan que yo finja ser la asesina culpable a la cual los chicos deben arrestar.

   Así que, ahora mismo me encuentro escondiéndome por alguna parte, esperando a que me hallen. Corrección, a que Jug me encuentre, porque me he puesto mi outfit de chica mala que sé que tanto le encanta.

   Este consiste en un pantalón de cuero ceñido al cuerpo, mis zapatillas Fila negras, y un top de encaje el cual complementa el outfit, mostrando solo lo necesario y a la vez escondiendo lo que no es apto para todo público.

   Puedo escuchar los delicados pasos de alguien, y mis palpitaciones se aceleran. ¡Esto es tan divertido! ¡Por fin me arrestarán! Recalco eso, porque llevamos una hora y media aquí y hasta ahora han fallado siempre, porque los han "matado". 

   Se supone que tienen que hallarme mientras evitan que Keller, mi suegro y Isaac los asesinen de mentiritas.

—¡Sweet Pea, agáchate! —la vociferación de Jug es presente. Oh, otra vez no...

   Creí que esta vez me atraparían.

   Aburrida, salgo de mi lugar, demostrándome a los chicos, aunque mi prometido todavía no me ha visto porque está lamentándose, enfrentando a la pared de la escuela. Pasa las manos por su cabello tan enojado que arrugo mi nariz instintivamente. Luego le dolerá el cuero cabelludo, por más que le digo que trate de canalizar su furia en otra cosa, se autolesiona.

   A quién engaño, no puedo controlar mis problemas mentales, mucho menos los de Jughead.

—Bang, bang, están los dos muertos —Keller declara, con su pistola falsa—. Comprueben su espalda, subalternos.

—Es un error mortal —habla FP, no muy amigado ante mi vestuario sexy. No importa, los chicos están felices, además, como si él no hubiera hecho estas cosas cuando era niño. Aunque, supongo que debe ser difícil ver a su hija postiza vestida de forma provocadora. Y es en este momento donde Jughead me divisa, sus ojos agrandándose como los de una lechuza cuando le guiño el ojo y le envío un beso con mis labios totalmente pintados de rojo. Sé que reconoce este labial, es el que ama debido a que tiene sabor al dulce maple de nuestra ciudad—. Esto es solo un simulacro, pero en la calle no hay repeticiones. Lo que hace más obvio que todavía no están listos. ¿Quieren detener a los Gárgolas? Trabajen en equipo. Hasta que demuestren que pueden hacer eso, no los dejaré salir. ¡Háganlo de nuevo!  Atrapen a Cam y tráiganmela esposada. ¡El que le toque algo que no sean sus manos pasará la noche en el calabozo!

   Puedo oír por los pasillos la gran carcajada de mi hermano. Apuesto Pop's a que le encantaría ver eso.

   Muchos desaparecen y yo me acerco hacia mi pelinegro en un movimiento felino. Él apoya la frente en la mía y paso mis manos por su cabello, intentando calmar el dolor que sé que tiene en su cuero cabelludo. Apoya sus manos en mi cintura y en un gruñido me pega hacia él, apretando mi piel en necesidad, levanto mis cejas, divertida. Está frustrado, y no me imagino cómo sería hacerlo con él así.

   ¿A quién no le gusta Dark Jughead?

—¿Qué dices, bebé? Deberías ponerme esas esposas... de seguro se verían increíbles en mí y lo sabes.

—¡Camille, haré que te arresten a ti por distraer a mi hijo! —nos grita papá Jones a lo lejos, su voz disminuyendo e insultando a la nada, o a nosotros, arrancándome una sonrisa maliciosa.

—Sí, Jughead, arréstame. Detenme. Apóyame sobre un banco y espósame... fuerte —su respiración se corta, y tomo una de sus manos para depositarla en mi pecho. Él no se queda atrás, porque lo apretuja, amando la sensación de cómo mi piel intenta escabullirse entre sus dedos, ya que su mano no es lo suficientemente grande como para que quepa en todo mi seno.

Daboia Russell |Jughead Jones|Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt