~ Cotton Candy ~ Suga - BTS

Parte 2

Un cuarto construido en la azotea de un viejo edificio en un barrio de marginados, muy pobre. Tenía que usar escaleras de emergencia para llegar a él. Una verdadera pocilga para mí, pero debido a que compré un teclado primero fue lo que pude pagar. Un teclado de una casa de empeño, no era un piano pero sí muy cercano, eso estaba bien, supongo.
Cuatro paredes, baño aparte, cocina diminuta, muebles viejos, sin ventanas y una terraza sin nada más que basura y escombros. El hogar de Min Yoon Gi, o bien, solo un techo.

Lo siguiente que debía hacer era lo que el hombre de negocios me había indicado con la llave.
Mis cosas. No sé qué tipo de cosas pero por una absurda curiosidad mía tuve que ir a averiguar.
Cuatro cajas. Me las ingenié para llevarlas a mi cuarto.
Una noche, me senté en el suelo en medio de la habitación y abrí esas cajas.

Creo que fue un punto importante para... saber un poco de mí, supongo.

Ropa, el uniforme del instituto, cuadernillos, libros, fotos familiares...
Después de dos años al fin vi cómo era la familia que yo tenía. Mi padre, mi madre y mi hermano mayor. Arrojé esos retratos a la basura. Me deshice de todo lo que tendría que ver con esa gente extraña. Porque estaba solo y no eran importantes ahora.

Continué con los cuadernillos, hojeando y viendo qué tipo de garabatos hacía. No había nada que se tratara de la escuela, solo eran frases y demás tonterías. Nada importante pero... ahí descubrí tal vez cuál era mi alboroto con los pianos.

"En el rincón de la casa donde solía vivir cuando era joven, hay un piano marrón en la esquina de la habitación. Recuerdo ese momento cuando me sentí atraído por ese piano que era más alto que yo..."

Creí que se trataba de un diario... pero debido a las notas y la separación de los versos, supe que era una canción.

-First Love.-

Mi primer amor cuando niño fue un piano.

Ese cuadernillo fue el único que conservé, quemé y tiré los demás.
Había más canciones, versos incompletos y títulos sin texto, había partituras dobladas y malgastadas, pero las entendí... yo sabía tocar el piano y no lo sabía.

Y eso... fue lo único que conservé de mi pasado. Min Yoon Gi escribía canciones y componía.

No supe qué clase de chico era, pero noté que tal vez era un incomprendido. En ninguna foto vi que sonreía, ni siquiera vi a un amigo o alguien más que no fuera familia.

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Cambié mi imagen al teñir mi cabello. El otoño llegó rápido y con él mi absurda obligación de volver al instituto. Ni sé por qué lo hice, pude haberlo evitado escapando de ahí.
Recibí la mirada de todos, como si fuese un fenómeno. Se supone que ese era mi viejo instituto, yo no conocía nada ni a nadie pero todos me miraban como si me conocieran. Escuchaba murmureos cuando pasaba. Me arrepentí en el instante que crucé esa maldita puerta, en serio.

Fui asignado en un casillero y recibí mi horario de clases. Los maestros fueron enterados sobre mi condición, lo supe por la manera en que también me miraban, con lastima.

¿Ellos sabían quién era Min Yoon Gi?

Mi primera clase era una estúpida materia atrasada de primer año. ¿Qué clase de estudiante era yo que no pude con simple Historia de primer año?

-Buenos días, jóvenes.-

El profesor llegó detrás de mí y después de él la manada de alumnos de primer año.

-¡Jimin, siéntate conmigo!-

Ocuparon los pupitres como animales. Por suerte quedaron un par al fondo. Tercera fila, último pupitre y sin compañero. Perfecto.

El profesor dio su innecesaria introducción a la maldita clase y por consiguiente pidió una leve introducción de cada uno. La cosa más patética y absurda en cada comienzo de curso, lo reconozco, tuve el impulso de levantarme a mitad de la jodida actividad y salir de ahí. No sé por qué no lo hice. Pereza tal vez.

-Mi nombre es Park Jimin.-

Nombre tras nombre. Bostezos míos tras bostezo. Preferí mirar por la ventana y darme cuenta del clima aceptable de allá afuera. Primer día y ya quería mandar todo a la mierda.

-¡Soy Jung Do Yeon, mucho gusto!- ¿era necesario gritar? -Profesor, usted conoce a mi hermano, ¿verdad?-

Palabrerías y más palabrerías.

Cuando llegó mi turno y todas las miradas fueron hacia mí, ni me inmuté. Me quedé mirando al profesor y él entendió lo que quise decir. Claro que él sabía quién era yo.

-Eh, pasemos al siguiente, ¿qué tal? Chicos.- dijo.

Perfecto.

No quería hablar con nadie, no quería que nadie se me acercara. No tardó mucho tiempo para que me nombraran el chico solitario y armaran rumores sobre mí.

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