29.- "Una situación forzosa"

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El periodo vacacional había iniciado, la temporada navideña estaba muy cerca. Para Garreth, la navidad no era una fecha que esperara con ansias, no tenía algo especial. En esta ocasión lo era todavía menos, estaba con el ánimo bajo debido a lo que sucedió con su amigo. 

«No puedo creer que me mintiera de esa manera. Me siento como un tonto» – no dejaba de repetírselo.

Sentado, con la espalda inclinada sostenía su cabeza con las manos. De pronto su celular timbró, había recibido un mensaje el cual decía "hace mucho que no nos vemos, quiero decirte algo". Al leerlo, su ira aumentó, tomó su móvil y lo lanzó contra la pared, haciéndolo pedazos. «¿Será posible?, es increíble que siga con su juego» -- pensaba, su madre al escuchar el impacto del celular, lo llamó, Garreth no tenía ganas de hablar con ella, así que no respondió. Ella lo llamó por segunda vez utilizando un tono más elevado, así que él bajó para saber que quería.

— ¿Qué quieres? – rechistó.

— A mí no me hablas así mocoso – lo abofeteó, haciéndole daño con los anillos en sus dedos – En mi trabajo van a hacer una ridícula fiesta y quieren que vayamos acompañados de nuestras familias. Así que te tengo que llevar.

— No tengo ganas de ir, ve sola – replicó.

— Vas a ir conmigo y punto – decidió sin consideración alguna – Te me vas quitando esos pelos pintados, no quiero que me avergüences delante de todos – ordenó.

Sabía que no podría contradecir a su madre, una vez que ésta había tomado una decisión. Frustrado, subió a su habitación, tomó su chaqueta y salió de la casa. Era de noche, estuvo caminando sin rumbo fijo intentando que el viento frío despejara su mente. Pero su mal humor no cesaba, las luces de las calles y la música navideña no ayudaban. De pronto se vio solo en un parque, se sentó en un columpio, pero no se balanceó.

Con la mano izquierda tocó su mejilla, aquella que su madre había lastimado con esa bofetada. Al deslizar su mano, tocó el frío metal del piercing en su labio, recordó el motivo por el cual se lo había hecho, Creo que uno te quedaría muy bien aquí... – fueron las palabras del pelirrojo al insinuar un piercing en el labio de Garreth. Se quitó el aro de metal y lo lanzó lo más lejos que pudo, en ese instante sintió que algo se había desmoronado en su interior. «¿Es normal sentirse así por un amigo?» – se cuestionaba a la vez que brotaban las lágrimas de sus ojos, esas lágrimas que había estado conteniendo, y la causa era, por segunda vez, la misma persona.

Esa noche regresó a su casa, luego de pasar bastante tiempo deambulando por las calles. Encontró a su madre dormida, era usual que ella no se preocupara si su hijo volvía o no a casa. Trató de no pensar más en lo mismo, ya que la situación no cambiaría mágicamente. Días después, Garreth obedeció las ordenes de su madre, aunque discutían con regularidad, él no se opondría a una exigencia suya. Regresó su cabello al tono original, negro. Su madre parecía muy complacida con el resultado.

— Vaya, hasta parece que tengo un hijo normal – con un tono sarcástico se acercó y tocó su cabello – Debiste cortarlo – tocaba los largos mechones de cabello.

— A mí me gusta así – mencionó apocado.

— Espera, ¿qué es esto? – preguntó al mover los mechones que cubrían su oreja.

— Se llaman aretes – respondió.

— ¡Eso ya lo sé!, ¿por qué te los pusiste? – exclamó.

— No creí que te importara – expresó apático.

— Deberías ser normal, como otros hijos. Eres igual a él – dijo molesta.

Recuérdame: más que una historia de amor [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora