CAP (6). Solo una puta

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Narrativa: Rose Paige


Mientras que otro cuerpo desconocido poseía lo mío, hiriéndome y girándome siempre en busca de su propio placer, mi mente como siempre abandonó mi cuerpo físico para explorar un futuro imaginable que tal vez algún día llegará.

Tal vez había existido gente que en su enferma mente pensó que mi trabaja me daba algún tipo de gusto pero sin duda alguna no supo lo erróneo que estuvo. Los hombres me pagaban para satisfacer sus más sucios deseos ocultos. Apenas entraba por la puerta y ellos me empujaban sobre la cama levantándome el vestido para penetrarme con ganas.

«¿A quién le importa el daño físico que logra causarme o las heridas y manchas que me quedan después de su partida?»A nadie, porque en sus ojos yo solamente era una puta, un juguete que estaba a sus antojos.

—¡Esto es, puta!—escuché salir de la boca del hombre que me estaba penetrando en ese momento.

Borré sus palabras vibrantes e ignoré la situación como ya acostumbrada hacerlo, perdiéndome una vez más en los recuerdos. Para ser completamente sincera no tenía muchos recuerdos que valían la pena ser contados. Los típicos, navidades al lado de la familia, noches de bailes en el colegio, salidas con amigos, pero los únicos recuerdos importantes y hermosos era sobre mi hijo, el día en que lo tuve entre mis brazos por primera vez. Un recuerdo digno que no debía ser manchado y recortado en momentos como ese.

—¡Ah!—lo oí gemir mientras agarró mis pechos en sus manos con fuerza—Me voy a sacar el condón.

—¡No!—lo miré con rabia, lo odiaba, a él y a los otros diez hombres con quien tuve que mantener relaciones en estos casi cuatro años.

—Alex me aseguró de que estas tomando las pastillas—frunció el ceño listo para ignorar mi petición.

—Si las tomo o no lo tomo es cosa mía. Mi respuesta final es no—repliqué indignada.

El hombre no dijo nada más y siguió con lo suyo hasta el momento en cual sentí su miembro vibrar, ¿Cómo no iba a sentirlo si estaba más seca que una tierra sin lluvia durante un año? Acto seguido me alejé de él, levantándome de la cama y poniéndome de pie, alistándome el vestido.

Si, otra cosa mía, no permitía que nadie acabara dentro de mi sea o no con condón. Simplemente no quería sentir más asco y repulsión hacía mi misma.

—Por tanto dinero deberías satisfacer cada puto deseo que tengo—habló después de un tiempo—Toma el dinero—extendió su mano con el sobre—Con esto te compré por completo maldita—me agarró del brazo atrayéndome hacía él para lamerme la mejilla.

—Si hubieras sido un verdadero hombre no hubieras pagado para que una mujer se acueste contigo—me safé de su agarre tomándole el sobre de la mano.

—Pagué para follarte, no por consejos. Limítate a tu deber, puta—sonrió el muy imbécil, abusando del poder que pensaba tener.

—Adiós—intenté darme la vuelta pero sus manos fuertes agarraron mi cintura girándome hacía él.

—Quiero verte la próxima semana.

—No se puede—repliqué, ni muerta iba a ser suya una vez más.

—¿Por qué no puedes ser una puta normal y complacerme?—soltó una risa irónica—Toda tú maldita vida estarás a mi antojo, o bueno, hasta que esta cara y cuerpo hermoso te lo permita.

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