CAP (41). A través de una llamada

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Narrativa: Rose Paige

  

No había cerrado un ojo toda noche, por mucho que mi mente intentó ser racional. La angustia crecía en mi interior con cada minuto que pasaba. Lo único que llegaba en mi cabeza era la posibilidad de no volver a verlo jamás y esto era tremendamente aterrador.

   El cielo alejó la oscuridad y de poco a poco la luz atravesó mi ventana, cachándome con el mismo miedo que sentí a lo largo de la noche.

  Agarré mi teléfono y marqué el número de Colín pero no antes de contar las horas que habían pasado. Ya debía haber llegado. La emoción que sentía fue pisoteada en el momento en cual escuché la mensajería de su teléfono, aún seguía apagado.

  Me levanté de la cama, cambiándome en algo muy cómodo y bajé en la cocina. Era un sábado lleno de luz, los niños seguían dormidos y la única cara que pude ver fue la de Alejandro, el amigo de Colín quien seguía en la sala central, totalmente cansando, arreglado unos papeles.

—Buenos días.—lo saludé mientras dejé el teléfono en la mesa y empecé a preparar el café.

—Buenos días.—dijo también, caminando decidido hacía mi.—¿Tienes un minuto?.—preguntó en cuando llegó a mi lado.

—Si—me encogí de hombros y saqué dos tazas de café, entregándole una después de haber preparado el café caliente.

—Pues...—se sentó en la mesa a mi lado.—Necesito tu firma.—soltó algo incómodo.

—¿Mi forma?—fruncí el ceño.—¿Para que o que?

Entonces él me empujó un papel que estaba bajo su mano. Era un documento oficial, donde mi nombre y el de Colín estaba estipulado con claridad.

—Antes de irse decidió poner todo lo que él tenía en tu nombre.—habló Alejandro y giré la mirada hacía él—. Hasta que los niños llegan a una edad que les permita legalmente a tomar sus herencias, la única que puede decidir algo que incluye todo lo que Colín tiene , eres tú.

—¿Está loco?—gruñe molesta—¿Por qué hizo algo así?—pregunté y mi mente ya me dio la respuesta, una en cuál no quería ni pensar.

—Su herencia está divida, 30% a cada niño y lo que queda, 10% son tuyos, bueno, la parte de ustedes dos.-—aclaró —Pero esto solo después de que...—lo interrumpí.

—No tocaré nada, Colín regresará, espéralo y él te va a firmas todo lo que necesitas.—me levanté de la mesa molesta.

—Rose...—dijo Alejandro pero me giré hacía él nerviosa.

— ¡No!—alce la voz, a punto de seguir hablando cuando mi teléfono empezó vibrar.

   Con el corazón acelerado conteste a la llamada que mostró el nombre de Colín. Estaba enfadada pero al mismo tiempo feliz por saberlo a salvo.

—Amor—contesté precipitada.

—Hola cariño, ¿Como estas?.—su voz logró provocar en mi una felicidad infinita. —¿Como están los niños?

—Bien, Lana y Diego aún no despertaron, y...el bebe está bien, también, tranquilo por el momento.—sonreí.

—¿Y tú amor?.

—Yo estoy bien, te extraño mucho.—suspiré y lo escuché hacer lo mismo.—¿Estas bien?

—Si, todo en orden.

—Colín, no tomaré cargo de nada que incluye tu fortuna.— afirmé con claridad.

—Lo harás.

—No—insistí .—Son tus cosas y eres tú quien debe encargarse de esto. De todos modos regresarás pronto.

—Escúchame bien, Rose.—su voz se volvió seria.—Vas a hacer todo lo que te dijo, sin evadir.

—¿Por qué?

—Porque yo te lo digo. —suspiro profundo.—Los niños tienen que tener todo lo que necesitan, las acciones deben seguir siendo o no presente. Toma todas las decisiones que consideras adecuadas.

—Colín, yo no sé nada de esto. No puedo, no quiero hacerlo. Me equivocaré.

—¿Tú crees que hubiera dejado todo en tus manos si no confiaba en ti, amor? .—pude adivinar una sonrisa en su rostro.—De todos modos hablé con Ricardo, el abogado que aún sigue encargándose de tu caso. Él té aconsejará por un tiempo, pero las decisiones finales las tomarás tú.

—Regresa pronto.—sentí como mis ojos se pusieron cristalinos.—Por favor....—hablé con voz entrecortada.—Te amo.

—Yo también te amo.—habló Colín feliz después de cuál lo escuché gruñendo: —¡Diablos!

—¿Qué pasa?.—pregunté preocupado y empecé a escuchar un par de voces.— ¡¿Colín, que pasa?!—insistí y mi corazón se detuvo por un momento. — ¡Amor!.—grité en el teléfono mientras de la otra parte del teléfono se escuchaban fuertes ruidos, disparos y gritos.

  Alejandro se me acercó y me miró fijamente a los ojos, preocupado y sin entender. De mis ojos empezaron a caer un montón de lágrimas y mi cuerpo tembló como nunca antes lo había hecho.

— ¡Amigo!.—gritó Alejandro en el teléfono, agarrándolo de mi mano.— ¡Colín!—insistió también mientras lo miré preocupada.—Colgó.—habló poco después y un silencio funeral se había creado en la casa, los dos nos mirábamos preocupados y sin palabras.






     Mis Bellas señoritas,

¿Como están? 🤩
Espero que les guste el capítulo. No olviden votar y comentar a gusto. 🧡 muero por leerlos.
Aprovecho esta oportunidad para pedirle su ayuda en mi nueva historia. Se encuentra en mi perfil bajo el nombre de MALDITO AMOR. Esperare sus opiniones
Besostes💋

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