CAP (14). Una tras otra

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Narrativa: Rose Paige

Mientras tiraba con frustración la mitad de la ropa que tenía en el armario en busca de algo que ponerme, algo que no sea vulgar pero tampoco muy serio, escuché el timbre de la puerta. Un sonido tras otro a paso acelerado mostrando la falta de paciencia que mi inesperada visita tenía. A paso apresurado me puse un pantalón blanco y  una camisa azul que hace poco tiré en el suelo dándome cuenta que dentro de situaciones como esas era verdaderamente multifuncional.

Corrí hacía la puerta mientras cerraba los botones de mi camisa y al parecer mis dedos se pasan de torpes en ese día. Una vez que abrí la puerta sentí como mi cabeza daba severos giros y un fuerte dolor en el hombro...otra vez había chocado con esa pared que tenía en el pasillo. Un verdadero obstáculo.

—Hola Rosita— el semblante risueño de Natalia apareció— ¿Donde está mi pequeño travieso?— buscó con la mirada a mi hijo. El cariño que Natalia sentía por Diego era evidente y así lo había sido desde el primer momento en cual habían chocado sus mirada por primera vez. En realidad, sin su presencia no se como hubiera manejado mi vida...

—Pasa, por favor—la invité mientas retrocedí unos pasos para hacerle camino dentro de la casa.

—¡Naty!— el grito feliz de mi hijo se escuchó en toda la casa mientras corrió hacia ella, llegando y abrazándole la pierna con sus brazos chiquitos.

—¡Ay, pequeño tormento!—comenzó a reír mientras cargó a Diego entre sus brazos—,mira lo que te traigo—señala una bolsa llena y por fin entendí de dónde provenía el olor de croissant caliente.

—¡Si, si, si¡— la voz eufórica de Diego, emocionado y apresurado en disfrutar del hermoso paraíso de dulces resonó en todo la casa mientras agarró un corneta con chocolate—esta muy caliente—se quejó devolviéndolo a Natalia.

—Apenas los saqué del horno mi niño, no hagas berrinches y cómetelo—lo regañó divertida mientras lo sentaba en una silla que había al lado de la mesa—Tú también—me señalo con el dedo— A comer.

—Me encantaría pero estoy medio apresurada. Tengo una entrevista para trabajo.—le dije con orgullo mientras me miré al espejo pensando al final de todo la camisa no era tan mala.—Si consigo este puesto puedo decir que por fin la vida me está sonriendo.— proseguí.

—Me vale un pepino, lo primero es lo primero, ven a comer—la escuché alzando la voz y me giré hacia ella—Si no comes no tendrás fuerzas y tienes que dar lo mejor de ti hoy—me sonrío—Aparte el chocolate es buen estímulo.

—Espero que todo salga bien—murmuré antes de sentarme y agarrar una corneta.

Me parecía de lo más extraño encontrarme en una situación como la que estaba viviendo. Toda mi vida había soñado con obtener un trabajo así, pero no podía no cuestionarme, ¿era hora de recibir algo lindo por fin o una vez más la vida iba jugarme una mala jugada?

—Todo va a salir muy bien, querida—afirmó  Natalia mientras limpió la cara de Diego, lo miró y se río sutilmente ya que su rostro estaba lleno de  chocolate—Niño, come más despacio, nadie te los va a quitar, ¿Dónde encontraste este trabajo?

—Pues no lo encontré, el me encontró a mi—confesé antes de morder nuevamente del corneta—Ayer cuando fui a recoger a Diego del jardín me tropecé con una señora. Al fin miró mis diseños y me extendió su tarjeta.

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