CAP (12). Detrás de tus ojos

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Narrativa: Diego Paige

Mi mamá es la única persona en quien confío y a quien más amo. Ella es sinónimo de amor, paz y seguridad pero desgraciadamente mi mamá tiene un defecto: me miente. Me miente siempre cuando me dice que se encuentra bien.

Mi mamá me miente a diario cuando me dice que está feliz pero por las noches la escucho llorando, me miente cuando juega conmigo diciéndome que quiere más y que no está cansada cuando en verdad necesita dormir, me miente cuando me dice que no tiene hambre pero cada vez la veo más delgada. Mi mamá miente solo porque quiere verme feliz a mi.

Mi mamá es la persona más linda del mundo, yo lo sé, porque ella es mi mamá.

—Mi amor—me habló con su tierna voz de repente, girándome hacía ella y poniéndose de rodillas para estar a mi altura.

Alistó mi camisa y mi chaqueta con cuidado mientras bajó mi mochila de su hombro.
Era un día lunes y era el tiempo de regresar al jardín pero en ese día mi corazón estaba triste y ningún tipo de juego podría cambiar mi mundo interior.

—Te portas bien Diego—me acarició el cabello con sus dedos delgados mirándome con amor.

—Como siempre—no fui capaz en devolverle la sonrisa aunque ella no paraba en ondular sus labios. ¿En verdad sentía hacerlo o solamente era una máscara para que me ofrezca como siempre la imagines de mamá perfecta? La miré y sentí mucha rabia. Su labio aún está hinchado y por eso sabía que la dolía sonreír. Quería que acabara con el teatro, quería que dejara de sonreírme y esto solo para que se le alivie el dolor —¿Me vas a recoger tú o Natalia?—le pregunté mirando hacia el suelo.

—Yo— contestó mientras me acarició el rostro y levanté la cabeza notando sus ojos enrojecidos.

—¡Diego!—escuché un grito alegre y lleno de colores proseguido por unos brazos pequeños y tiernos alrededor de mi cuelo.

Era Lana, llevaba una sonrisa grande y brillante como el sol. Esa era una sonrisa de verdad, creo que por esto su sonrisa se había vuelto mi favorita. La saludé con tristeza y ella se separó de mi para mirarme confundida y después volteó su cabeza y miró a mi mamá. La estudió y después dijo:

—Hola Rose—la abrazó con una sonrisa y mi mamá hizo lo mismo. Volviendo a fingir felicidad. ¿Acaso ella vivía para hacer feliz a todo el mundo mientras que ella se derrumbaba?, ¿Eso significaba ser adulto, dejarte a ti para complacer a los demás? ¿Entonces porque siempre me decía que debía luchar por mis sueños cuando ella hacía lo contrario cuando se trataba de ella?

Noté la mirada de Lana que había quedado fijada en la herida de mi mamá. Actuó normal pero la mirada que me había dirigido me mostró sus verdaderos pensamientos. ¿Acaso mi mamá no se daba cuenta que hasta unos niños pueden notar lo mal que la pasaba?, ¿Si nosotros veíamos esto ella por qué estaba cegada?, ¿Qué era lo que le pasaba a mi mamá?

—Hola corazón—la saludó mi madre mientras mira de forma extraña a Lana, como miedosa en que haya podrido ver su herida—¿Qué paso con tu cabello?—cuestionó divertida.

—Mi nana no pudo arreglarme hoy y pues, esta es la obra de mi papá—señaló su cola con el dedo, momento en cual la miré con atención y realmente se veía bastante chistosa. —Esto es lo máximo que mi papá puede hacer.— se encogió de hombros.

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