CAP (50). Tu y yo

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Seguía sin poder digerir lo que pasaba. El regreso de Colín provocó en mi una serie de emociones, asombro, felicidad, nervios, coraje, ya no sabía si iba romper en llanto o iba reír como una loca por la casa. Mis sentidos estaban más alterados que nunca. Ni siquiera pude reaccionar en el momento en cuál me cargo entre sus brazos hacía nuestro dormitorio-¿escucharon esto?Nuestro... algo que hace mucho dejé de ver así. El contacto de su piel con la mía, su perfume, su presencia todo parecía un sueño.

Lo estaba mirando a los ojos mientras que los dos estábamos de pies en completo silencio, mirándonos y deleitándonos con el rostro del otro cuando sin poder controlarme más le pegué una bofetada que resonó en toda la habitación, empezando a llorar de repente sin ni la mínima posibilidad de controlarme.

—¡Me dejaste sola!—le grité de repente.—¡Desapareciste por un año y casi siente meses, desgraciado!¿Te dolía la mano escribirme o llamarme para saber que estas bien?—me dejé caer en el suelo, cubriéndome el rostro con las manos.

—Mi amor...—sentí su presencia a mi lado y su manos agarrando las mías momento en cuál me alejé de el.

—¡No me toques!—repliqué negando con la cabeza.

—Pídeme lo que quieres menos esto, Rose.—lo miré a los ojos y noté unas lágrimas cayendo por sus mejillas.

—¡Te dije que no te vayas, te lo dije, Maldita sea!—exclamé y él cerró los ojos.—Te supliqué en no hacerlo. ¿Sabes como fue mi vida durante tanto tiempo? ¿Sabes?—le grité una vez más y él me agarró por los brazos atrayéndome hacia su cuerpo y abrazándome.

—Mátame si quieres pero por favor no llores más.—me apretó a su pecho y agarré su camisa entre mis manos, aferrándome por completo a él.—perdóname por favor, por favor.—susurró acariciándome la cabeza con su mano.

—¿Qué tal si ahora me desaparezco yo?—pregunté entre lágrimas.Fue la primera vez en cuál intenté con todas mis fuerzas a herir a alguien, a devolverle la moneda, no quería nada menos y nada más solo que él siento exactamente lo que yo sentí.

—Escúchame...—agarró mi rostro entre sus manos, levantándome lentamente la cabeza y mirándome con esos ojos color celeste me dijo:.—El error que hice lo volvería a repetir porque tú eres mi mitad, tú me haces completo pero para esto tú necesitas cada pedazo de ti en forma completa.—inclinó su cabeza.—Me volvería a jugarlo todo por ti, amor. Todo.

—Yo nunca necesité nada de ti que no sea tu presencia.—repliqué mirándolo a los ojos mientras intentaba tranquilizarme algo realmente difícil en ese momento.—Solo una vez te pedí algo y no me hiciste caso. ¿Con que me iba ayudando el estar tranquila si a ti te pasaba algo?—pregunté y él tragó saliva, bajando lentamente la cabeza.—¡Contéstame!—alce la voz.

—Trata de entenderme, amor.

—¿Entenderte yo? ¿Que tal si lo intentes tú?—repliqué agresiva liberándome de su agarre y levantándome del suelo.—Ponte en mi lugar por un momento. ¿Crees que Lana no preguntó por ti?¿Crees que Diego no te extraño?¿Sabes cuantas veces me pregunté si Maria conocerá algún día a su padre?—Colín se levantó del suelo y una vez más intentó acercarse.—Mantén la distancia, de todos modos eres un experto en esto.

—Rose, ya basta.—me miró serio a los ojos.—Lo siento pero si podría regresar en el pasado haría lo mismo y aparte si tú estuvieras en mi lugar hubieras hecho lo mismo.—me habló tranquilo. —Sabes perfectamente que me fui para ti y para que tu y yo tenemos una vida tranquila y honestamente después de haberme enterado de todo lo que ese desgraciado hacía no pude quedar indiferente con esos niños, podrían se nuestros hijos en el lugar de tantos otros.

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