La cita

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La semana fue pasando, demasiado deprisa, entre conversaciones intercaladas y muy poco tiempo ya que Clarke estaba preparando sus exámenes y Lexa cada vez más enfrascada en Villian. Quedaba muy poco para empezar a rodar y debía memorizar el guión, prepararse físicamente para algunas escenas y evitar siempre que podía cruzarse con Costia. La muchacha parecía que se había cansado de perseguirla y aun así Lexa no se fiaba de ella, paranoica, se encontraba a sí misma pensando qué plan maquiavélico podía tener la joven para llegar a ella e intentar convencerla de que era el amor de su vida.

Metida en sus propias preocupaciones dejó de darle vueltas a la idea de que Clarke tenía una cita ese sábado, una cita que seguramente terminaría en algo más ya que su amiga le había insinuado que era eso lo que estaba buscando, pasar tiempo con alguien y calentar su cama de vez en cuando... Solo de pensarlo las patadas en su estómago se multiplicaban, sentía los celos naciendo en su vientre y adueñándose de su razón, por mucho que intentase apartarlos.

No comprendía el por qué de sus ataques ni lo pretendía, simplemente quería eliminarlos para evitar cometer una locura y asustar a Clarke, la idea de perderla, de perder sus conversaciones que la mantenían sujeta a la realidad, era demasiado insoportable.

Clarke era muy importante para ella, la necesitaba más de lo que admitiría en voz alta, era lo más real que había experimentado y sentido en demasiados años y achacaba sus celos a ese hecho, no podía compartir a su persona especial con otras.

Al fin y al cabo ella para Clarke solo era una amiga, ni siquiera sabía su auténtica identidad, no ponía rostro a aquella con la que hablaba todos los días, ya fuesen horas o unos minutos, ya fuese por texto o llamada.

Cuando llegó el sábado, Lexa recibió un mensaje de Clarke y se negó a contestarlo, a pesar de los emoticonos cariñosos, esta vez no provocaron en ella una sonrisa, no porque estuviera enfadada sino para darle intimidad, o al menos de eso se auto convenció mientras miraba reposiciones de una serie antigua y devoraba cantidades ingentes de helado en su sillón.

-Al final en el cine no echaban nada interesante así que me traje a Nyhla a casa, puedes escribir si quieres, te contestare en cuanto pueda. Pasa una bonita noche de sábado.

Una hermosa noche de sábado, mirando sin ver la pantalla de su televisor, intentando controlar su corazón desbocado y mantener apagada la ira que parecía querer devorar su sangre en cuestión de minutos.

Con media tarrina de helado ya vacía y llorando a lágrima viva por las tragedias insulsas de la serie, se sobresaltó al oír el escándalo del timbre de su casa, no esperaba a nadie y quería estar sola.

Perezosa, se levantó y estirándose mientras secaba sus lágrimas se dirigió a la puerta, suponiendo que sería Tyler ya que era el único que de vez en cuando se pasaba por su casa sin avisar. Abrió dispuesta a soltarle a su agente toda una serie de improperios sobre molestarla cuando vio ante ella a Costia con una sonrisa en el rostro y en las manos una botella de tequila.

-¿Qué haces aquí?

-Me fijé que no sales mucho y pensé que te vendría bien una noche de chicas... Por tu cara no me he equivocado

-Estoy bien, ya puedes marcharte por donde has venido

-Tienes los ojos rojos, has estado llorando... aparte el contorno de tus labios está lleno de chocolate por lo que supongo que has estado devorando helado, no pareces estar bien

-¿Ahora eres del CSI?

-Solo observadora, vamos Lexa, por los viejos tiempos, llevas toda la semana mal, no creas que no me he dado cuenta

-Quizás mi malestar se deba a que no me dejas en paz

-Eso no es verdad y lo sabes, apenas te he dirigido la palabra... He venido hasta aquí porque estoy preocupada, me importas aunque no te lo creas, pasarlo bien de vez en cuando no es malo para la salud ¿Sabes?

Lexa se la quedó mirando unos instantes, sus ojos vagaban desde el rostro de su ex a la botella de tequila en sus manos, botella que en esos momentos le parecía muy necesaria, más que el helado de chocolate derritiéndose en su salón. Con un suspiro se hizo a un lado y la dejó pasar, dirigiéndose a su sofá justo en frente de la televisión, dejando que Costia la siguiese en silencio.

Su ex se sentó a su lado y apagó el televisor, llamando su atención una vez más y regalándole una sonrisa.

-¿Directamente de la botella?

-Completamente

Con una mirada cómplice, abrió el tequila y le dio un gran sorbo, pasándoselo a Lexa que no se quedó atrás.

Media hora más tarde y con la botella en el suelo vacía, las carcajadas ebrias de ambas mujeres resonaban en ese salón, ambas con el rostro enrojecido y los ojos brillantes debido al alcohol.

-Entonces ¿Me vas a contar a qué venía el numerito del helado de chocolate?

-Es por ya sabes... esa chica... tenía una cita... me puse celosa

-Espera que no lo entiendo ¿Qué chica? No sabía que tenías a alguien

-Y no la tengo, ella ni siquiera sabe quién soy

No sabía si era por el tequila en sus venas pero Costia no podía comprender lo que Lexa intentaba contarle, sus ojos se perdieron en el contorno de su rostro, en sus labios perfectos, en el gesto de dolor que se dibujó en sus rasgos.

Alzó la mano acariciando la mejilla de Lexa lentamente y girando su rostro, quedando ambas de frente unos instantes. Se fue acercando lentamente, atrapada por el magnetismo de esa mirada esmeralda, Lexa era tan hermosa, siempre lo había sido y era el momento de recuperar lo que había perdido.

-Te he echado de menos

Susurró en sus labios justo antes de besarlos de forma tierna y casta, esperando que en cualquier momento Lexa la apartara completamente furiosa, mas contra todo pronóstico, la castaña simplemente cerró los ojos y se dejó llevar, al fin y al cabo Clarke estaba en una cita ¿por qué no podía ella acostarse con su ex?

Su beso se volvió furioso, una lucha de deseo, poder y dominación que las arrastró a la habitación de la morena entre gemidos, mordiscos y besos ardientes. Las ropas fueron cayendo, quedando en los lugares más extraños debido a la urgencia de quedar piel con piel, movidas por el alcohol en sus venas, el deseo lacerante y los celos ardientes, ambas se entregaron con furia y pasión, olvidando por un instante todo cuánto las rodeaba, el pasado que ambas tenían, olvidando todo menos los gritos guturales que salían de sus gargantas cada vez que manos expertas las obligaba a precipitarse sin control.

Clarke lo estaba pasando bien, con Nyhla era fácil entablar conversación, era agradable, algo tímida pero muy divertida. Tras mirar con ella la cartelera y decidir que ninguna película les gustaba, Clarke sugirió encargar una pizza y mirar alguna en su pequeño apartamento, a lo que Nyhla accedió con gusto.

La noche fue agradable y tranquila, cenaron viendo Aula 100, una de las primeras películas de Lexa en la que interpretaba a una alumna brillante enamorándose de una profesora. Entre risas, comentarios divertidos y conversaciones más serias ninguna supo con certeza cuándo llegó el primer beso, al fin y al cabo para eso Raven las había juntado, para que intentasen encajar y ser felices.

Clarke sabía que no había vuelta atrás, había hablado con Nyhla y su relación iba a basarse en la buena conversación y el sexo, la muchacha no estaba enamorada de ella, no podía enamorarse pues llevaba demasiados años prendada de otra mujer incapaz de decirle la magnitud de sus sentimientos.

Clarke aceptó el trato, al fin y al cabo solo veía en Nyhla una amiga. Con ternura y una dulzura infinita, la fue tumbando sobre su cama, recorriendo cada centímetro de su piel, deshaciéndose de sus ropas con celeridad.

Durante las horas siguientes se descubrieron entre risas, mordiscos, gemidos ahogados, rodando por el colchón sintiendo el calor de la otra, sintiéndose un poco menos solas.

Con Nyhla apoyada sobre su pecho, su mano perdida en sus cabellos y la joven acariciando su piel, Clarke se estiró y cogió su teléfono, con gesto serio se dio cuenta de que Alex había leído su mensaje y no le había respondido.

-¿Qué miras Clarke?

-Ella no me ha respondido

-Estará ocupada

Frunció el ceño, quizás estaba ocupada mas no era eso lo que le preocupaba, lo que la mantuvo en vela toda la noche fue la extraña sensación de vacío en su estómago al saber que no le había respondido.

Una historia másWhere stories live. Discover now