Nada tiene que cambiar

5.6K 385 36
                                    

Cuando Clarke despertó, no eran más de las ocho, a pesar de que había dormido muy poco su cuerpo estaba acostumbrado a iniciar la rutina a esa hora por lo que fue incapaz de dormirse una vez más. Se estiró como pudo en la cama mientras dibujaba en su rostro una sonrisa y buscaba con la mirada a Lexa, encontrándola apaciblemente dormida a su lado. La joven vestía una de sus camisas de propaganda que seguramente se habría encontrado tirada en cualquier lado ya que por mucho que intentaba mantener su apartamento limpio, este seguía siendo un desastre. Su rostro reposaba sobre una de sus manos y la otra descansaba sobre su vientre, sus cabellos estaban alborotados y desperdigados por la almohada y en sus gestos se leía la paz y el sosiego de quien está teniendo un sueño apacible, por lo que se negó en rotundo a despertarla.

Con suavidad, apartó la mano de su chica y se levantó sin hacer ruido, cubriendo su desnudez con un chándal ya que no quería perder sus buenas costumbres, preparándose para salir a correr un rato por la ciudad. Escribió en un trozo de papel una nota por si Lexa despertaba y salió a la calle, estirándose y aspirando con armonía el aire frío, inundando sus pulmones con una sonrisa.

Corrió unos cuantos kilómetros, dirigiéndose a esa pastelería que tanto le gustaba donde pensaba comprar un suculento desayuno para compartir con su chica.

Lexa despertó lentamente, abriendo los ojos con dificultad ya que los párpados le pesaban demasiado, estaba agotada y lo último que recordaba era haber hablado con Tyler y haberse acostado una vez más a contemplar a Clarke, seguramente había vuelto a dormirse sin poder evitarlo. Se levantó tras estirarse suavemente y constató que Clarke no estaba con ella en la cama por lo que fue a buscarla encontrándose el apartamento vacío. Una mueca de desilusión e incógnita se alojó en su rostro hasta que sus ojos esmeralda se posaron sobre la nota que Clarke había dejado en la nevera.

-Amor, salí a correr para no perder las buenas costumbres, estabas adorable y no quise despertarte, si no he vuelto cuando eso ocurra siéntete libre de hacer lo que quieras, mi casa es tu casa. Intentaré no tardar, te quiero. Clarke

Con una sonrisa boba en el rostro, buscó en su maleta un conjunto aceptable para el día y se metió en la ducha. Bajo el chorro de agua caliente su mente empezó a elucubrar posibles escenarios para su futuro, en algún momento tendría que volver a California y Clarke se quedaría en Boston, ella tendría que pasar horas y horas en los estudios de grabación, no tendría tiempo para la rubia y eso le frustraba demasiado.

Apretaba con rabia sus puños, intentando reprimir sus lágrimas, necesitaba encontrar una solución, no podía perder a Clarke, se negaba a perderla.

Una vez más tranquila y serena, apagó el agua y salió del baño, envuelta en una toalla de camino a la habitación para vestirse, cuando se encontró de frente con los ojos azul intenso de  Clarke. La joven vestía un chándal gris oscuro, llevaba los cabellos completamente desordenados, recogidos en una cola alta, con varios mechones rebeldes cayendo sobre su frente perlada de sudor. Clarke la miró con una sonrisa en el rostro, justo antes de desviar su mirada a la silueta de su cuerpo cubierto por una toalla demasiado pequeña, tragando saliva con dificultada y sintiéndose estúpida una vez más.

Lexa se acercó a ella, besándola con suavidad en los labios y acariciando su rostro con ternura, provocando en la joven un sonrojo considerable ya que su chica estaba relativamente desnuda.

-Buenos días Clarke ¿Cómo has dormido?

-Poco pero divinamente, me vino bien correr esta mañana, me siento ligera

-Estás tan bonita después de hacer ejercicio

-Bonita y asquerosa, me voy a la ducha, tú te me adelantaste

Una historia másWhere stories live. Discover now