La hora de la verdad

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Intentaba mantener la vista fija en la pantalla, lo intentaba con todas sus fuerzas, al igual que intentaba serenar los latidos de su corazón desbocados y la sudoración de sus manos como signos de nerviosismo irrefutables.

No se lo podía creer, sinceramente tenía que estar soñando, se había quedado dormida y se había perdido la premiere, eso tenía más sentido que estar en un palco sentada junto a Lexa Woods, la miraba por el rabillo del ojo aliviada ya que las luces apagadas impedían que la actriz pudiese ver los estragos que tenía en su persona, notaba su rostro encendido, seguramente roja como un tomate, le temblaban las piernas y sentía que en cualquier momento se iba a desmayar.

Desde su sillón podía notar el suave aroma a manzana que la actriz desprendía, notaba cada uno de sus movimientos como si de algún modo sus sentidos se hubiesen disparado y pudiese escuchar de forma mucho más definida cada pequeño suspiro que Lexa soltaba o cada vez que se acomodaba en su asiento.

Así fue como supo que la actriz se había girado buscando algo a su espalda, mejor dicho a alguien, fue en ese momento cuando descubrió que uno de los gorilas estaba en el palco, vigilando que Lexa estuviese cómoda en todo momento. Era completamente normal, pensó ella, al fin y al cabo la joven necesitaba que velaran por su seguridad ya que era reconocida en todo el mundo y prácticamente todos los psicópatas sabían que estaba en ese teatro en ese mismo momento.

Sin apartar los ojos de la pantalla donde al parecer la capitana de la nave estelar se acababa de enamorar de una joven princesa, supo que el gorila había abandonado la estancia y se preguntó por qué, sintiendo de pronto un agobio innecesario al pensar que estaba completamente sola con la actriz.

Al cabo de unos minutos que le parecieron horas, el segurata volvió con un enorme cubo de palomitas y un par de refrescos. Si Clarke pensaba que no podía ir a peor, que no podía ser más patética y ridícula se equivocaba ya que en el momento que los ojos de Lexa se posaron en ella con una sonrisa y le tendió una de las colas se quedó literalmente paralizada.

Su mano temblaba tanto que temió derramar el líquido sobre la joven y tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para coger el vaso sin que este terminase en el suelo. Bebió un gran sorbo para aliviar el nudo nervioso de su garganta cuando Lexa le ofreció las palomitas, provocando nuevamente un paro cardíaco en la joven rubia. Sabía que la actriz solo estaba siendo amable y quería agradecérselo, realmente estaba siendo un sueño cumplido y el mejor cumpleaños de su vida, aunque parecía una idiota redomada.

No entendió la película, se había perdido completamente en los créditos de inicio ya que tener tan cerca a su ídolo no le permitió concentrarse en nada más que en evitar hacer el ridículo por completo. Se acercaba el final, o eso intuía ya que las batallas habían pasado, cuando Lexa volvió a llamar la atención de su guardaespaldas y este se marchó resoplando, murmurando entre dientes palabras de las que solo pudo escuchar caprichosa.

En ese momento Lexa cogió su mano provocándole una descarga eléctrica en todo el cuerpo y solo pronunció una palabra, desestabilizándola y obligándola a seguirla como un perrito faldero.

-Vámonos...

Salieron del palco sin hacer ruido, la actriz la llevaba con prisa a la puerta de atrás del teatro por la que salieron evitando a la prensa, sin soltarla de la mano provocando que Clarke empezara a plantearse que Raven le había echado algún tipo de alucinógeno en la comida de medio día.

Siguieron andando, alejándose del teatro con prisa, Lexa miraba de vez en cuando hacia atrás, con miedo a que alguien hubiese descubierto que se había escapado y la siguiera. Cuando sus ojos se posaron cobre la cara de Clarke, completamente asombrada y en shok, no pudo hacer más que reír, deteniéndose cuando supo que era imposible que las encontrasen.

Una historia másWhere stories live. Discover now