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Hacía meses que Gothel no se sentía así de eufórica. La mujer se palpaba la cara, sin una sola arruga, el cabello que se sentía de nuevo sedoso y no como alambre de espino, se sacó los guantes de las manos y se encontró una pálida piel crema y unas uñas jóvenes, pavorosas y cuidadas.

Un brillo de maldad apareció en sus ojos de águila rapaz, mientras se levantaba del asiento.

— ¡Mi plan ha vuelto a funcionar! —declaró a los cuatro vientos— Gracias, Varian, jajaja.

Tras ella, se escuchó una retaguardia de aplausos sarcásticos. El Caudillo de Hielo había visto junto con ella el corte de cabello de la princesa y no estaba precisamente feliz. Cada pelo cortado le proporcionó a la bruja algo de su poder perdido. Ahora lo había recuperado por completo.

— No estoy viendo en que punto me beneficia eso —él se quejó con voz gélida.

Él tenia siglos de edad y se mantenía tan joven como el día en que la gente descubrió sus poderes y lo rechazó por completo... Toda la gente, excepto Manitus... Para el Caudillo, recuperar la juventud no era algo sumamente extraordinario, si acaso era patética la situación de su nueva aliada, necesitada de una chica de sangre real, dyuh, para no morir de vieja. No había visto villana tan patética desde la madrastra de Snow white. Se preguntaba si al igual que Eric el Cazador y Rowena, Gothel sería derrotada a manos de ese plebeyo sin poderes llamado Eugene, de nuevo, al menos sería divertido de ver... Los caballeros sin armadura, casi tan enamorados de princesas malditas como del alcohol y los vicios, siempre le habian hecho gracia. Pero ya había visto la misma historia repetirse tantas veces...

La nuevamente rejuvenecida Gothel giró su rostro y su cabello de negro ébano abuclado le golpeó las mejillas. Solo necesitaba eso para salir del shock de tamañas palabras. Ahora que tenía sus poderes de vuelta, ¿podria deshacerse de él? ¿En verdad le necesitaba? La respuesta era no, podía arreglárselas muy bien sola. Pero el Caudillo habría aparecido más pronto que tarde a su reino natal sintiendo el destello de poder que volvía a resurgir de sus cenizas y estaba consciente de que ella era un bebé en comparación a él, mejor era tenerle de su parte. El descendiente de Manitus era el pago perfecto por su ayuda... o eso creía ella.

— ¿No has visto al muchacho?

— Le vi —concedió el Caudillo—. Se ve francamente debilitado, nadie le ha enseñado lo necesario. Un cerebro que no puede protegerse a si mismo es un lastre para mi. Él es inútil ahora mismo.

Gothel pasó saliva sin que él la notara. ¿No iría a rajarse y joderle todo el plan? Ahora recordaba porque prefería con mucho ser solo ella y su víctima.

— Sin embargo él me pertenece —continuó el Caudillo. Si, Varian le pertenecía y no solo porque ya hubiese acordado "comprarlo" al hacer el trato con Gothel. Una muesca circular con tres rayas apareció en su frente, la misma muesca del casco de The Manitus. Una cicatriz que quemaba, pero a la vez no lo hacía—. Cuatro años.

Gothel parpadeó ante eso. ¿Cuatro años qué?

— ¿Disculpa?

— Ese fue el tiempo que necesitó Manitus para entrenar su cuerpo y convertirse en un guerrero decente —el "joven" de hielo jugó con una daga distraídamente. Mínimos trocitos de hielo saltaban de sus dedos cuando la punta de la daga tocaba su piel—. Si lo hizo una vez, conseguirá lograrlo otra. Esta vez será mejor, porque yo le entrenaré.

Guardó la daga, se levantó del asiento y se acercó a Gothel con parsimonia, tomándose su tiempo, tal vez restregándole a la pelinegra que para él eso era algo que le sobraba, pues no estaba atado a la vejez ni a la enfermedad. Cuando llegó a su lado, su imponente estatura de dos metros veinte dejó a la bruja sin respiración por un momento.

— ¿Está eso bien para ti? —le preguntó en un tono que dejaba bastante en claro que, en realidad, no le importaba en lo más mínimo su opinión. Lo iba a hacer sí o sí.

Gothel trató de calmar su desbocado corazón por como él la miraba de forma tan intensa y trató de verse más alta, aunque solo fueran unos centímetros.

— ¿Por qué iba a importarme lo que hagas o dejes de hacer con él una vez lo tengas?

El Caudillo de Hielo rió y ella se estremeció. La bestia que lo único que tenía de humano era su aspecto comenzó a girar viéndola desde todos los ángulos, rondandola, como un buitre que vuela alrededor de un futuro cadáver, esperando para darse el festín del año. A Gothel eso no le gustó. Nada. Porque eso era exactamente lo que ella solía hacer con Rapunzel, siempre esperando el momento idóneo para recriminarle un error, para cantarle "Madre sabe más" en todo su rostro inocente y amaba siempre que la rubia se encogía en si misma. Ahora era ella la que luchaba por no encogerse y no le gustaba nada ser ella la atacada.

— Porque, mi querida aliada, no pienso hundir a la princesa en la miseria hasta que no pasen esos cuatro años, con resultados favorables, por supuesto —en cuanto Gothel abrió la boca para quejarse, él se la tapó y aunque ella trató de morderle, se dio cuenta que él no tenía piel, era puro hielo. No podía sentir nada, no desde la muerte de Manitus. Ella no pudo evitar sonrojarse como una colegiala cuando él le susurro malévolo—. Así aprenderás a no ofrecerme nada que no este en tu poder todavía. Si pensaste por un momento que perdería la cabeza al saber de quien se trataba y que podrías manejarme a tu antojo como si fuese un vulgar ladronzuelo ante una joya única, dejame darme el gusto de aclararte que te equivocas. Yo si sé como se debe tratar una joya y a la vendedora, ¿entendido?

Ella, contrario a lo que se podría pensar, no se estremeció cuando él la tocó, pero si cuando apartó la mano de ella. Yo si sé como tratar una joya. Gothel se preguntó si las mujeres irían incluidas en esa frase. Aun así, debía concederle la razón. Era frustrante saber que ella también tenía fallos, pero más que se los restregasen. El precio a cambio de la venganza era un alma corrompida, la de Varian no lo estaba... todavía.

— ¡Estoy harto de tanta pasividad! —gritó la bestia—. No, no, no, sé que es lo que vas a preguntarme y la razón por la que acepte, fue porque pensé que sería divertido conseguir esa alma por mi mismo... o ver como tú lo hacías —sonrió haciendo una mueca terrible, a la vez que con una de sus manos una figura de hielo se formaba. Una figura igual a Andrew—. Así que salgamos y vamos a divertirnos con el bufón en todo esto.

Gothel tuvo la sensación de que podría seguir a ese hombre hasta el fin del mundo. Y no le gustó. Porque le quedaban por delante cuatro años con él. Cuatro años. Cuatro años. Cuatro años.

Dejame ayudarte a olvidarme (Cassandra x Varian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora