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El vaivén del carruaje y la mirada asesina de Nigel clavada en él, mezclados con el venenoso dióxido de carbono que manaba de los arboles debido a su fotosíntesis, y que en este momento mejor que nunca antes Varian podía sufrir en el aire cargado. No sabía si quería golpear a Nigel, gritar o saltar del carruaje en marcha de vuelta a su casa. Tal vez quería hacer ambas cosas, pero no tuvo valor (o a lo mejor todavía tenía suficiente sentido común) como para hacer eso. Desde que entró en ese carruaje ya no era una oveja negra que era una carga para todos y sufría de mal de amores. Ahora era un joven con un pobre padre que necesitaba ayuda con los gastos, y una demacrada reputación como el "brujo" de Corona, que sin duda tenía que limpiar a como diera lugar. Por lo menos tenía a Rudigüer a su lado, acariciar su pelaje le relajaba al menos un poco, le decía que no lo había perdido todo. No aún.

Trataba de prestarle atención a lo que le decía el estirado de Nigel, pero lo que procesaba su cerebro eran un cuarto de palabras sueltas y tres cuartos de pitidos que no podían ser buenos.

Dios, le ardía la cabeza. ¿Harry amaba maltratar a los caballos que tiraban del carruaje para que corrieran a velocidades imposibles o qué?

— Una vez que sirves a la Realeza, chico, uno ya no tiene pasado —le decía Nigel—. Piensa en los lazos que te unen a tu casa, a tu familia y amigos, y cortalos de raíz. Eso ya no significa nada para ti, nada. Ya no eres Varian, eres el Mayordomo Real de la princesa y como tal solo lo relacionado con la princesa te incumbe y preocupa. Para el resto de cosas que no tengan que ver con su Alteza Rapunzel y su comodidad, estarás ciego. ¿De acuerdo?

— Sí, señor —menos mal que no pudo procesar del todo lo que dijo, porque si lo hubiera hecho, tal vez si que le habría tatuado la forma de su puño entre los ojos, o al menos habría tratado de hacerlo.

— Normalmente no se aceptan aprendices, y mucho menos salidos de las cloacas, entre las filas de los sirvientes más allegados a la familia real —dicho eso, Nigel se estiró todavía más en su sitió (¿cómo era posible que ese hombre no tuviese problemas de espalda?) y alzó el mentón con orgullo. No por nada él era el más importante entre esas filas. Solo pensar que un día su puesto sería de Varian por derecho en cuanto Rapunzel subiese al trono le ponía enfermo, así que era mejor para el reino que tuviese mano dura con ese pordiosero para que estuviera a la altura—, pero estás de suerte. Ya que su Alteza no tiene una... personalidad adecuada a su alta posición debido a sus años de ausencia, es precisamente ahí, en su actuar simple de plebeya donde reside su encanto ante los ojos del resto de la nobleza. Así que tú no desentonaras como su mayordomo si alguna vez cometes una que otra metida de pata en público. Pero eso no quiere decir que no las vayas a pagar en privado teniendo en cuenta la posible gravedad de estas. Y ahora que eres propiedad de sus majestades, no tienes derecho a quejarte en este punto.

Varian apretó uno de sus puños en su regazo ante esas palabras. Su malestar comenzaba a ser sustituido por ira e impotencia.

— Sí, señor —siseó.

"Recuerda que haces esto por papá, Varian —se dijo a si mismo, obviando la regla de "cortar los lazos" que lo unían a su pasado. Aunque esos lazos fuesen más bien unas cadenas pesadas y podridas—. Cualquier cosa porque no tenga que avergonzarse más de mi"

— Todos los días, al toque de diana, se te proveerá de dos horarios. Uno será el tuyo, el otro el de su Alteza Rapunzel. Tu trabajo, aparte de complacer los caprichos de su Alteza, será el de asegurarse de que todos los puntos de ambas listas se cumplen con pulcritud y puntualidad antes del final de cada día. Los domingos serán tus días libres, pero toma mi consejo...  —se interrumpió un momento para reírse de su propio juego de palabras. Se creía que eso era gracioso porque él era el consejero real, ja ja— Disculpa, como iba diciendo, si eres un poco espabilado usaras tus días libres para ir preparando los puntos del Lunes, los inicios de semana son agotadores para una princesa —Varian dudaba que los de Rapunzel lo fueran—. Por supuesto tu esfuerzo extra en los domingos se recompensara con más monedas para tu padre. Obviamente tú no veras ninguna hasta que llegues a la mayoría de edad.

Dejame ayudarte a olvidarme (Cassandra x Varian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora