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Y entonces, la luz inundó el lugar.

Y después, un grito dado por una voz que Varian conocía muy bien.

— ¡Alejate de mi hijo en este instante!

Por último al menor lo asoló un sentimiento muy conocido. Ese que él gustaba mucho de llamar para si mismo "Oh, hola papá. No sé si agradecerte o si en cambio colgarme de una viga".

En el rostro de Quirin se reflejaba la preocupación por no haber visto a su hijo en todo el día, si uno se fijaba bien, incluso se podían ver más arrugas prematuras alrededor de sus ojos. Sin duda su hijo iba a matarlo, matarlo, un día de estos con tantas decepciones y sustos.

Cassandra no se atrevió a cuestionar al hombre y se quitó de encima del chico en silencio. Después ayudó a Varian a levantarse, pero solo pudo hacer eso, porque inmediatamente Quirin, farol en mano, se puso entre ambos cuan largo y ancho era, obligando a Varian a quedarse detrás de él con un poderoso brazo. Miraba a la joven como si fuera el peor monstruo que había visto en su vida, pero a la pelinegra no le impresionó, después de todo su propio padre tenía la misma envergadura.

— Señor, entiendo que lo que ha visto puede inducir a error, pero le aseguro que no soy ese tipo de personas —Varian se sonrojó como tomate y casi se atraganta con su propia saliva, al procesar esas palabras y al fin darse cuenta de que Cassandra había estado encima de él. Maldita sea, mujer, ¡tantea el terreno antes de soltar algo así, su pobre mente inocente sufre!—. Déjeme presentarme decentemente, soy...

— Cassandra, la hija del Guardia Real, lo sé —dijo el hombre apretando los dientes, como si le estuviera diciendo con eso "es la única razón por la que no te estoy corriendo a patadas, pero como me gustaría". Ni siquiera pareció agradarle el hecho de ella le estuviera tratando a él, a un plebeyo de Vieja Corona, de "usted"—. Gracias por salvar a mi hijo aquella vez y la que le siguió.

Menudo cambio de tema.

— Oh, no fue na...

— ¡Ahora largo! —vale, eso ya era más normal.

— Disculpe, ¿qué...? —Cassandra estaba tratanto de no apretar los puños, deseando asestar un golpe.

Jamás lo admitiría, pero los mantras que le había enseñado Eugene para controlar la ira realmente estaban funcionando.

— Él no necesita una protectora, ha estado bastante bien sin ti durante toda su vida, ¡así que ahora no vengas a chafarsela!

Varian abrió bien grandes sus ojos mientras Cassandra se quedó momentáneamente muda. Vale, a la mierda los mantras.

— ¡Papá! —chilló sorprendido.

— Entra en casa, Varian —rugió más que ordenó Quirin mirando hacía atrás. El hombre se sorprendió momentaneamente al ver que el joven le miraba con agradecimiento.

Varian solo asintió y con una última mirada indescifrable a Cassandra se despidió con una mano y dio medía vuelta. Su padre ni siquiera le preguntó por el cabello que cargaba, lo que estaba bien, porque parecía que en cualquier momento Quirin iba a echar humo por la boca. Subió las escaleras y cerró la puerta de entrada tras de sí, sentándose en el suelo de puro agotamiento. Al fin estaba dentro de su casa y en lo único que podía pensar era en que agradecía que desde ahí no se escuchara la discusión a voces que seguro su padre y Cassandra estaban manteniendo en ese momento. Así eran los dos de cabezones. Así era él de cobarde.

Una naricilla intrusa comenzó a olisquearle antes de lamerle la mejilla cual perro. Fue la primera vez en el día que Varian se rió, sintiéndose querido.

Dejame ayudarte a olvidarme (Cassandra x Varian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora