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En cuanto el carruaje se detuvo en el interior del patio, Varian no tardó en salir de esa mini cárcel escopetado. No quería pasar un segundo más a solas con ese hombre. Sin embargo su reflejo de salir de ahí cuanto antes, mezclado con su mareo y las noticias que le habían dejado mortalmente tocado, perdió pié y estuvo a muy poco de tragarse el suelo, si no fuera porque una buena samaritana fue más rápida y consiguió parar su caída tomándole de la mano.

- Gracias -paladeó Varian y miró hacía arriba para encontrarse con los ojos oscuros, enmarcados por un cabello negro abuclado, de la mujer que le había echado una mano.

- No es nada -aseguró la mujer con una sonrisa mientras deslizaba su mano de la del adolescente.

Varian no supo porque, pero de repente se sintió renovado, ya no tan mal como hace unos momentos.

- ¡Que bestia! -exclamó Nigel indignado y herido en su orgullo mientras bajaba del vehículo arreglándose la vestimenta por cuarta vez en el día- Lydia, llevatelo fuera de mi vista, no quiero volver a verle la cara hasta que luzca y se comporte como un mayordomo.

Varian la miró, así que esa mujer era la nueva dama de compañía de Rapunzel... Bueno, podría ser peor, al menos no tendría que trabajar codo con codo con Cassandra.

La mujer inclinó la cabeza ante Nigel, pero este ya se había dado la vuelta para reprender a Harry por lo del bache y el joven guarda no se cayó la boca para contestarle que ya le había advertido de que él no era un cochero y que su pulcritud se la podía meter en... vaya, que piquito. Varian estaba agradecido de no haber cabreado a Harry y viendo el panorama no pensaba hacerlo en un futuro.

- Si eres tan amable de seguirme -Lydia le seguía sonriendo amablemente y no necesitó repetírselo, Varian estaba encantado de dejar esa incómoda escena. Solo tuvo que tomar su equipaje y tomó el camino indicado.

- Vamos Ruddy -instó a su mapache.

Siguiéndola, la entrada al castillo reservada al servicio se abrió por primera vez ante sus ojos. Puede que no fuera tan grande ni tan lujosa como el resto de entradas, pero Varian lo prefería. Desde esa perspectiva se veía más acogedor, más a lo que ya estaba acostumbrado. Rudigüer saltó a su hombro y comenzó a mirar a su alrededor con interés.

- ¿Siempre suelen ser así? -preguntó.

- ¿Harry y Nigel? Son como el perro y el gato, no pueden dejar de molestarse, quien sabrá porque. Hombres.

Varian se mordió la lengua ante eso. Había prometido no revelar el verdadero género de Harry después de todo y para él las promesas tenían valor. Aunque estaba sorprendido, ¿cómo es que nadie más se daba cuenta? Saltaba a la vista.

- Lamento lo de antes -se excuso y Lydia rió, deseando que el más joven no notara su nerviosismo.

- ¿Te disculpas por tropezar?

Varian parpadeó.

- Nigel me dijo...

- ¡Nigel puede decir misa, que no importara! -exclamó ella con una mueca- Mucho ruido y pocas nueces, en cuanto está en la misma habitación que el rey, se encoge en si mismo.

Él sonrió al imaginarlo.

- Soy Varian -se presentó, dándose cuenta de que hasta ese momento no lo había dicho- y él es mi amiguito peludo, Rudigüer.

- Lydia -le correspondió ella-. Y sí, sé quien eres, de hecho hacía bastante tiempo que deseaba conocer en persona a Varian el alquimista.

No tenía ni idea de cuanto.

Dejame ayudarte a olvidarme (Cassandra x Varian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora