Capítulo I - El viaje

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El clima era perfecto; ese día en Seattle la temperatura era cálida y el cielo no tenía ni siquiera una nube que opacara la brillante luz del sol

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El clima era perfecto; ese día en Seattle la temperatura era cálida y el cielo no tenía ni siquiera una nube que opacara la brillante luz del sol.

Ella maldecía por eso. Podría haber pasado ese sábado tirada sobre el césped en algún parque disfrutando de la calidez de ese día con sus amigos, sin embargo, tenía que empacar, ya estaba por atardecer y aún le quedaban algunas cosas por guardar. Escuchó el tono de su móvil y lo sacó del bolsillo trasero de sus jeans. Gruñó al ver el mensaje, era una foto de todos sus amigos; estaban juntos recorriendo la ciudad en sus motocicletas, y ella estaba allí, empacando.

Dejó lo que estaba haciendo y decidió tomarse cinco minutos.

Megan 17:12
Malditos...
Como quisiera
estar allí con ustedes...
😤

Kat 17:12
Nosotros también
quisiéramos que estuvieras aquí.
☹️😢

Se dejó caer en su cama y continuó escribiendo.

Megan 17:14
Sigue en pie lo de esta
noche, ¿verdad?

Kat 17:14
Claro 😊


Extendió sus brazos y observó el techo; estaba agotada. Llevaba desde la mañana empacando y ni siquiera había parado a almorzar. Cerró los ojos.

... Aquel lugar era frío y oscuro, no podía ver casi en aquella oscuridad, solo sentía el olor nauseabundo a suciedad, humedad y el rechinar de las ratas a su alrededor. Permanecía acurrucada en el rincón más alejado de la puerta mirando hacia allí rogando que nadie entrara.

Estaba aterrada. Quería cerrar los ojos y no volver a despertar.

Sintió que algo rozaba una de sus piernas con lentitud, sus lágrimas comenzaron a caer silenciosamente y comenzó a forcejear intentando desatarse. Rogaba que aquello fuese una rata. No tardó en darse cuenta de que no lo era.
Aquella mano dejó de tocarla y el terror aumentó ante la expectativa de lo que le esperaba.

Entonces, aquella risa grave retumbó siniestra en la oscuridad.

—Sé que te va a gustar tanto como a mí. —Le susurró al oído aquella voz ronca mientras acariciaba su rostro. —Me gustan las perritas difíciles, y no te irás de aquí sin que te estrene, perrita.

El corazón de Megan latía a un ritmo sobrenatural y una opresión en el pecho le dificultaba respirar. Forcejeaba con más fuerza intentando en vano escapar de aquel hombre; él volvió a acariciar su rostro y le quitó la mordaza de su boca mientras se acercaba más y más lentamente a su rostro...

Megan despertó bañada en sudor, el corazón parecía querer salir de su tórax y la opresión en su pecho era tan intensa como en su pesadilla.

Se levantó a toda prisa y corrió al baño a vomitar mientras intentaba dejar de temblar. Se metió en la ducha y abrió la llave del agua caliente hasta que la temperatura fuese casi insoportable, comenzó a restregarse con fuerza el cuerpo intentando así quitarse de encima aquella sensación inmunda. No podía parar de llorar y de recordar aquella pesadilla. Odiaba dormir porque casi siempre despertaba así, odiaba las pesadillas, odiaba la vida que le tocó vivir... Se odiaba a sí misma...

Ángel de mis demonios - T E R M I N A D AWhere stories live. Discover now