Epílogo

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Tres meses habían pasado desde que Megan se había marchado sin decir nada. Mike seguía intentando ignorar el dolor que ella había dejado en su pecho, pero él era un masoquista empedernido, no hacía más que leer aquella carta que encontró cuando despertó solo en su habitación.

Terminó de ponerse su traje y arregló su corbata, no sin antes recordar como ella lo hacía de manera perfecta. Se sentó en la cama y abrió el cajón de la mesa de noche, tomó un cigarrillo y lo encendió, miró el papel en el fondo del cajón y luego de tomarlo comenzó a leerlo para así torturarse un poco más:

"No imaginas como me duele hacer esto; pero sé que debo, es lo mejor para ti... Es lo mejor para los dos.

Voy a marcharme.

Solo espero que lo entiendas y que algún día puedas perdonarme por todo, por ocultarte la verdad, por hacerte creer que era una buena persona, por ocultar que era un monstruo disfrazado de la chica enamorada que moría por tus besos.

Sé que en este momento posiblemente pienses que no es así, que simplemente me defendí, que no tenía otra opción, pero sí la tenía. Tuve la posibilidad de dar media vuelta y marcharme, pero no lo hice, mate a tres personas Mike... Maté al monstruo, y cuando lo hice me convertí en él. Soy la causante de mis pesadillas, soy el monstruo en mis pesadillas.

No puedo dejarte tomar venganza, no quiero que lo hagas, no quiero que pierdas lo que me hace amarte, yo ya hace mucho vendí mi alma y ya no tengo nada que perder.

Comprendí que el amanecer más hermoso no fue el de aquel día en que escapé, los mejores amaneceres fueron los de cada día que desperté a tu lado y vi el cielo en tus ojos, que nunca fui más libre que cuando me hacías prisionera de tus brazos. Es irónico, ¿verdad? Otra vez no aprecié lo mejor que tenía en mi vida hasta que lo perdí.

No quiero que dudes nunca de mi amor por ti Mike, porque siempre te amé, desde aquella noche en el callejón.

No imaginas cuanto lamento haberlo callado durante tanto tiempo, como me arrepiento de no haberte gritado que te amaba todas esas veces que callé por miedo, aun sabiendo que eso te lastimaba.

Mereces a alguien mejor en tu vida, alguien que pueda darte la calma y tranquilidad que yo no puedo darte, mereces un amor puro... Esa clase de amor que nunca tendrás conmigo.

Quisiera poder desearte que encuentres a alguien que te merezca, que borre mi recuerdo y te haga feliz, pero soy tan egoísta que no puedo... No puedo desearte la felicidad lejos de mí... Por eso me marcho, porque nunca voy a dejarte ser feliz si me quedo.

Te amo Michael Banner, más de lo que te imaginas, eres y siempre serás el amor de mi vida. Mi primer amor y el único, porque nunca importó nadie antes de ti y nunca importará nadie más.

Siempre fuiste tú y siempre serás tú; el único ángel de mis demonios."

Alzó en su mano derecha aquella hoja que había arrancado del diario de Megan y colocó el encendedor cerca de la punta inferior. Lo encendió y comenzó a acercarlo. Alguien tocó el timbre.

—No hoy. —Dijo apagando la llama —Quizás otro día, mañana será un buen día para recordar lo que me has hecho Megan Howlett.

Volvió a doblar la hoja y la colocó en su sitio nuevamente, se puso de pie y camino hacia la sala, abrió la puerta.

—¿Estás listo? — preguntó la mujer de pelo castaño para luego echarse a sus brazos y devorarle la boca.

—Sí, solo déjame ir por algo.

—Podemos quedarnos aquí solos un rato si quieres... —insistía mientras lo besaba —Y disfrutar de nosotros antes de ir...

—Mejor no. Llegaremos tarde. —dijo apartándola.

La dejó parada en la puerta y caminó hacia su habitación, tomó el antifaz de la mesa de noche y volvió a salir. Observó a la mujer caminar por la sala sin que notara su presencia y recorrió su cuerpo con la mirada.

«Es bonita; pero no es hermosa como ella... Ninguna lo es» pensó.
—¿Nos vamos? —le ofreció su brazo para luego salir de allí.

—¿Nos vamos? —le ofreció su brazo para luego salir de allí

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Ángel de mis demonios - T E R M I N A D AOnde histórias criam vida. Descubra agora