Capítulo V - El beso

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Había pasado horas sin dormir pensando en las palabras de Mike, y muy temprano una pesadilla que no podía ni quería recordar la había despertado.
Ya no quería volver a dormir, así que se levantó y se esforzó por preparar el desayuno.
Cuando Eric bajó, se encontró con Rita —la señora que se encargaba del aseo— y su hermana poniendo la mesa.

—¿Pero que es todo esto? —preguntó sonriendo.

—Me he levantado de buen humor.

—¿Y a qué se debe?, ¿será porque te ha agradado la fiesta de anoche?

—No estuvo tan mal; algo aburrida, pero soportable. Solo me levanté de buen humor, nada más —puso un poco de omelette en una cuchara y le dio para que probara -—¿Cómo está?

—¡Santo dios! Déjame probar más.

—No. Solo fue para que ocuparas la boca y te mantengas cayado al menos un momento.

Soltó su celular sobre la mesa y tomó un cubierto para devorar las tortitas con crema.

Una idea paso por la mente de Megan. Durante la noche había pensado como volver a ver a Mike. Pedirle el número de teléfono a Eric no estaba entre las posibilidades; tampoco volver a su casa y encontrarse con la hermana.
Pero por alguna razón el destino mismo se había encargado de darle la respuesta.

—Deja eso —le dio un golpe en la mano. Era el momento justo para distraerlo.

—Eric, dejé la gargantilla en el despacho, no me siento segura teniéndola por ahí, sé que es muy valiosa. ¿Podrías volverla a guardar?

—Está bien, la guardaré por ti. Pero recuerda que es tuya, puedes usarla cuando quieras.

—Está sobre el escritorio. —le gritó mientras él caminaba al despacho.

Rápidamente tomó su celular, e intentó adivinar su contraseña, después de dos intentos, logró desbloquearlo, buscó entre sus contactos el número de Mike, para su sorpresa tenía dos contactos con el mismo nombre: Mike B y Mike S. Sacó su móvil del bolsillo del delantal y copió el primero lo más rápido que pudo. Sintió la voz de su hermano dirigiéndose al comedor nuevamente y volvió a dejar su móvil en el lugar.

—Ya siéntate y desayunemos de una vez. Muero de hambre.

—Por cierto, Rita está furiosa contigo, dice que no la dejas hacer su trabajo. —sonrió, tomó su teléfono y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta.

—Llegamos a un acuerdo. Ella me deja cocinar de vez en cuando, y yo mejoro mi humor. Creo que es un negocio que nos beneficia a todos.

Luego de desayunar, Eric le dio un beso y fue al despacho a programar sus clases de la próxima semana.

Era el momento de seguir con su plan. Llamó al número que le robó a Eric y esperó a que alguien hablara primero.

 Llamó al número que le robó a Eric y esperó a que alguien hablara primero

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Ángel de mis demonios - T E R M I N A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora