Capítulo XVIII - La verdad

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Se refugió en un rincón del dormitorio; abrazó sus piernas con fuerza tratando de digerir todo lo que estaba pasando

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Se refugió en un rincón del dormitorio; abrazó sus piernas con fuerza tratando de digerir todo lo que estaba pasando. Aquello parecía una pesadilla, ¿qué más podría pasarle? ¿Es que la vida no se cansaba de golpearla? Los golpes en la puerta la sacaron de su ensimismamiento.

—No quiero hablar con nadie.

—Abre Megan, soy yo —dijo Mike preocupado.

—Tampoco quiero hablar contigo, —le respondió sollozando —quiero estar sola... Necesito estar sola, por favor.

Se quedó sentada en aquel rincón por un largo tiempo, todo estaba muy claro, ahora entendía por qué Lucas la cuidaba tanto, por qué siempre la protegía y nunca se apartaba de su lado.

Entonces recordó lo qué pasó una vez, unas semanas después de la noche donde la salvó de aquellos tipos que intentaron violarla: ambos salieron, bebieron demasiado y se emborracharon; cuando se marchaban rumbo a sus motocicletas Lucas la abrazó con fuerza y en un acto reflejo, Megan lo apartó con brusquedad. Él le dijo que no temiera, que jamás la tocaría con malas intenciones, que solo la veía como a una hermana pequeña a la que debía cuidar.

«Todo está claro ahora... Todo tiene sentido. ¿Cómo nunca me di cuenta de que era mi primo? ¡Fui tan tonta! el mismo Lucas que jugaba y peleaba conmigo en Colombia cuando éramos pequeños, es el mismo que ahora me traicionó y mintió. Todo este tiempo estuvo trabajando para mi padre, vigilándome, controlándome...»

No daba crédito a todo lo que pasaba, era imposible que la hubiesen engañado por tanto tiempo. No entendía como habían jugado con ella de esa manera, pero era algo que iba a averiguar.

Se levantó del rincón y abrió la puerta, los dos guardaespaldas estaban uno a cada lado y Mike sentado con la espalda en la pared frente a la puerta.

—Traigan a Lucas —ordenó.

Uno de ellos bajó a buscarlo mientras el otro permanecía en su lugar.

Cerró la puerta y se tiró en la cama mirando el techo, poco después Lucas llamó a la puerta.

—¿Puedo pasar? —preguntó.

—Sí. Entra y cierra la puerta. Cierra con llave por favor.

Lo hizo y se sentó a su lado. Intentó acariciar su cabello pero enseguida lo alejó.

—No hagas esto, por favor Meg.

—¿Y lo que me has hecho tú? ¿Eso no cuenta? Me has engañado todo este tiempo. Todos lo hicieron, tú, mi padre, Eric... hasta él me mintió...

—La noche que te encontré en aquel club fue pura coincidencia.

—¡Ja, si claro!

—Solo escúchame. Dame la oportunidad de defenderme. Nada es como lo imaginas.

Ángel de mis demonios - T E R M I N A D AWhere stories live. Discover now