Capítulo XXIV - Final

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Día 4

22/11

Al parecer ya habían recibido el dinero del rescate, los escuchábamos como reían y hablaban de las cosas que harían con tanto dinero, pero nadie hablaba de soltarnos. Mi madre logró desatar las cuerdas de sus manos, pero cuando vino a desatar las mías escuchamos el ruido de la puerta y nos volvimos a quedar quietas, cuando el tipo la tomó del brazo mi madre le pateó la entrepierna y lo golpeó, pero no logró hacer nada más, el tipo de la cicatriz entró con un arma y me apuntó a la cabeza, luego de eso nos sacaron y nos ataron definitivamente a las sillas para tenernos vigiladas a todo momento.

Mi madre preguntaba cuando nos iban a liberar, pero no decían nada, solo se reían y murmuraban entre ellos.

Otra vez llamaron a mi padre, le dijeron que no debió llamar a la policía, que sabían que los teléfonos estaban intervenidos y que esta vez le saldría más caro. A mi entender ellos habían pedido el dinero para después liberarnos, pero no habían cumplido con su parte y decidieron pedir más. Esta vez mi padre quiso que fuera un intercambio directo; el dinero por nosotras, pero ellos no estaban de acuerdo.

El secuestrador que nos vigilaba se quedó dormido y mi madre me dijo que aquello se veía muy mal, que algo no estaba bien y que no creía que tuvieran intensiones de liberarnos. Escuchamos que alguien se acercaba e hicimos silencio, eran los otros dos hombres, cada vez que veía al de la cicatriz sentía mucho miedo.

"Parece que el señor Howlett no está interesado en recuperarlas, no quiere dejar el dinero en el lugar indicado y quiere entregarlo en el momento que las entreguemos a ustedes. ¿¡A caso es estúpido!? ¡¿Piensa que esto es un juego?!" nos gritaba.

Estaba furioso, yo solo quería que todo terminara, cada día en ese lugar era eterno, y cada hora interminable.

Entonces tomó una pinza de la mesa y se acercó a mí.

"El señor Howlett quiere una prueba de vida, le voy a enviar una prueba de vida, una cada día y si no se apura a pagar se las enviaré a pedazos dentro de cajas de zapatos" dijo.

Entonces apretó con la pinza mi dedo anular izquierdo y sentí como se estrujaba, sentí tanto miedo y tanto dolor, creí que me iba a desmayar, pero mi madre lo detuvo, "Córtamelo a mí" le dijo, yo quería decirle que no lo hiciera, pero estaba tan asustada que no podía decir nada. Y el maldito lo hizo, tomó la pinza y le cortó el dedo, mi madre no lloró, soportó el dolor en cada momento y solo me decía que todo iba a estar bien, que nada nos iba a pasar. No entiendo cómo podía ser tan fuerte. Le vendaron el dedo con un pedazo de tela sucia y se fueron dejando solo a quien nos vigilaba.

Nos soltaban tres minutos para comer, siempre era igual; nos tiraban el plato con la asquerosa comida en el piso y nos hacían comer con las manos atadas a la espalda "como perras" decían ellos mientras reían, ya no soportaba más todo aquello.

Nos soltaban tres minutos para comer, siempre era igual; nos tiraban el plato con la asquerosa comida en el piso y nos hacían comer con las manos atadas a la espalda "como perras" decían ellos mientras reían, ya no soportaba más todo aquello

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Ángel de mis demonios - T E R M I N A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora