Ojos de Cielo

8. Milagros

8. Milagros

Una semana después

Sara caminaba por los pasillos de la biblioteca ordenando, la remodelación iba por buen camino y avanzaban conforme al cronograma.

― Estos libros son tan antiguos, digo mira ― decía mostrándole aquel libro ― debe valer una fortuna, quizás deberían conservarlo en una bóveda o algo así.

― Buenos días Lisa ― susurraba Sara mientras acomodaba las fichas de los libros.

― Hey chica ¿Qué tal todo?

― Trabajo.

― Ya sé, pero te noto extraña. Bueno más extraña. Llevas días así, pero te he dejado ser, sé que sueles ser bastante reservada, pero es suficiente...

Lisa era una chica bastante agradable, no había demasiadas personas que Sara considerara agradables pero aquella chica tenía algo, quizás esa personalidad divertida que le brindaba un respiro de los problemas o fuera lo que fuera, le hacía sentir bien.

― Solo estoy arreglando, nada sucede.

― ¿Peleaste con tu novia? ― preguntaba divertida mientras seguía a Sara por los pasillos.

― Yo no tengo novia, en todo caso ¿Por qué novia y no novio?

― No lo sé, tienes un aire que grita gay, sin ofender amiga, pero es notorio... anda cuéntame soy buena con los consejos del corazón.

― Dudo mucho de eso...oh

― Vaya sí que vas mejorando con eso de comunicarte ― se reía. ― Sara no era de hacer bromas, pero le encantaba ver que la chica tímida iba tomando confianza.

― Yo...yo no...lo lamento...no era...

― Hey vamos respira amiga, tranquila vaya sí que es gracioso, a ver primero siéntate, porque parece que vas a sufrir de un ataque

― Si sufro de ataques...

― Oh dios, bueno no es gracioso, así que siéntate y respira. Eso muy bien. ― Sara respiraba profundamente. ― así está mucho mejor, dios me asustaste.

― Lamento eso

― Nada, tranquila ahora sé cómo manejar un ataque de pánico ― le sonreía ― pero ya hablando en serio ¿Qué sucede? Puedes hablar conmigo.

― Estoy bien, de verdad solo que a veces me abrumo, sé que hay cosas... que no... no puedo controlar... y me siento...inútil.

― Todos nos sentimos así alguna vez, pero créeme no hay imposibles.

― ¿Qué me dices de conseguir cerca de quince mil dólares? ― pregunto abatida.

― Vaya, en todo caso ¿para que necesitas tanto?

― Es lo que cuesta la operación de Lara...es mucho, ni siquiera puedo imaginar cuanto es...pero sé que es más de lo que yo puedo ganar trabajando.

― Espera, vamos por partes ¿Quién es Lara?

― La hija de Maia, ella tiene un problema de sordera y hace una semana le avisaron que es tratable, debiste haber visto la cara de Maia y como lloró, pero fue peor cuando escuchó la cantidad de dinero que necesitaba...yo...oh dios... ¿Cómo puedo ayudarla?

― Bien, Lara es la hija de tu novia

― No es mi novia ― protesto bajando la mirada abatida.

― Bueno de tu esposa ― comentaba sonriendo mientras Sara soltaba una sonora carcajada ― ya perdón, es inevitable no molestarte, pero hablas de ella como si fuera única.