12. Un ataque de valentía

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12. Un ataque de valentía.

Sara acepto aquel abrazo con el mayor gusto del mundo, le había dicho que la quería, pero ¿de qué forma? Dijo que era algo intenso, pero Sara no quería darse demasiadas esperanzas, debía preguntar, debía saber que era realmente aquello.

― ¿Me quieres? ― pregunto esta vez tomando el valor de mirarla a los ojos.

― Por supuesto que lo hago ― murmuro acariciando su mejilla.

― De... de esa forma... ¿de qué forma?

― De ... una forma... ― respiro profundamente ―Sara yo te quiero mucho más que a cualquier amiga que tengo, Alice ha estado a mi lado por muchos años y yo jamás, jamás me he comportado con ella como lo hago contigo.

La chica permaneció en silencio, no sabía que decir, no podía pensar en cómo formular una oración correctamente así que bajo la mirada. Maia sintió su corazón encogerse ¿Y si lo había arruinado? Estaba aterrada, Sara no la miraba y eso era mala señal.

― Lo arruine ¿Verdad? ― fue lo único que pudo susurrar Maia mientras sentía su corazón romperse.

Literalmente romperse ¿Lo has sentido? Tu corazón empieza a latir más de prisa que sientes que se te saldrá del pecho, pero lo peor de todo es el nudo en tu garganta que no te deja respirar, tratas de contenerte, pero sabes que falta poco para que comiences a llorar y en ese momento no habrá marcha atrás, dolerá, dolerá como la mierda.

― No... no ― respondió de inmediato tomando una bocanada de aire. Tomo el rostro de Maia entre sus manos y la miro fijamente. Amabas estaban temblando, pero Sara aún más, mirarla a los ojos la hacía sentir extrañamente en calma. ― no arruinaste nada... soy yo la que no sabe que decir y está arruinando todo. Yo...yo no sé qué es que alguien aparte de tu familia se preocupe por ti, por eso cuando te conocí y comenzaste a ayudarme me asuste, nadie ha sido permanente en mi vida... por eso me aterra aceptar que ... ― dijo Sara antes de que el sonido de una alarma llamara la atención.

― Lo siento es Lara, ella suele activar la alarma cuando necesita algo y no estoy cerca, debo ir con ella...

― Sí, claro yo... quizás deba irme

Maia se quedó en silencio, no quería que su conversación terminara de aquella manera, pero debía atender a su pequeña

― Si...quizás ― fue lo único que pudo decir.

― Buenas noches Maia ― susurro Sara antes de salir del lugar. Ni un abrazo, ni una mirada y aquello termino por romper el corazón de la chica.

Sintiéndose abatida y bastante agotada se dirigió hacia la habitación de Lara la misma que estaba repleta de animales de peluche, Lara siempre había adorado aquellos juguetes por lo que Maia trataba de complacerla con aquel detalle. Evitando que las lágrimas cayeran por sus mejillas se acercó hasta la cama en donde su pequeña la miraba frunciendo el ceño

― ¿Qué sucede amor? ― susurro acercándose a tocar su frente y cerciorándose de que no tenía fiebre. La pequeña se tocó el pecho y levanto su dedo pulgar haciendo referencia a si se encontraba bien por lo que Maia simplemente asintió, no quería hablar ya que probablemente se pondría a llorar.

Lara la miraba confundida, no entendía el porqué de su mirada triste así que solo se acercó a su mamá y la abrazo fuertemente. Maia sin saber cómo reaccionar solo se aferró fuertemente a su pequeño cuerpo.

― Lo siento ― susurro dejándose llevar por lo que sentía.

El resto de la noche la paso junto a Lara, quien hacía de todo para hacerla sonreír, le mostraba sus mejores peluches y dejaba besos en su mejilla logrando que Maia finalmente le regalara una pequeña sonrisa.

Ojos de CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora