29. El final

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29. El final

Sara odiaba leer todo un libro y decepcionarse con el final. ¿Cómo era posible que los autores hicieran aquello? Si la historia era tan hermosa ¿Por qué dañar el final? Pero lo que Sara aprendió a lo largo del camino es que la vida no eran aquellos cuentos de hadas que solía disfrutar. Le parecía ridículo pensar en un vivieron felices para siempre. El autor ¿podía imaginar todos los años que seguían? ¿podía ver a la pareja tan feliz como lo narraba? No, aquello solo existía en la imaginación. Sin embargo, ahora vivía su propia historia y la había escrito a base de mucho esfuerzo. No, no era nada perfecta, de hecho, si alguien la leyera sentiría una fuerte opresión en el pecho, pero era su historia y aunque podía llegar a ser difícil también era hermosa. Era una historia de cómo la tímida chica agobiada por cientos de demonios encontró la manera de ser feliz y de salir adelante. Sara no tenía ni idea de que le deparaba el futuro, pero el presente era demasiado bueno debía aprovecharlo viviéndolo al máximo.

....

Era el primer día de clases de Lara, Maia había encontrado una muy buena escuela cerca de casa, había hablado con la directora de la misma y con quien sería su maestra, todo estaba más que listo, estaban más que felices de admitir a la pequeña. Sabían que iba a ser complicado, pero estaban confiadas en que podían lograrlo.

La pequeña se miró al espejo acomodándose el cabello, como cada mañana su madre la había peinado además era extraño mirar su uniforme, sin embargo, le gusta, constaba de una falda a rayas color rojo oscuro, así como de una camisa blanca y un suéter color negro.

― ¿Lista peque? ― pregunto Sara al mirar a la pequeña concentrada su reflejo en el espejo.

"Siempre" sonrió.

Había estado en terapia de lenguaje por casi un año y había aprendido mucho, podía comunicarse con lenguaje de señas, además ahora gracias a la cirugía era capaz de escuchar y asociar las palabras a lo que significaban. Había sido un largo camino, pero la habían ayudado mucho.

― Bien, toma tu mochila Maia nos alcanzara en la escuela

"¿Dónde fue?" preguntaba curiosa

― Oh ya sabes lo despistada que es tuvo que ir a la cafetería a firmar unos papeles de un proveedor de sus pasteles... en fin nos alcanzara ahí.

Era enero y hacia bastante frío por lo que Sara su abrigo y su característico gorro.

"Me gusta tu gorro" expresaba la pequeña sonriéndole

― Tu mami piensa igual peque ― sonrió dejando un beso en su mejilla ― vamos será un día divertido.

Lara había cambiado mucho en un año. Había aprendido a comunicarse, había aprendido a confiar un poco más en las personas y aceptar lo que no se podía cambiar. Sin duda el centro de apoyo había sido de gran ayuda, pero la constancia de Maia por impulsarla a seguir adelante era lo que más adoraba la pequeña.

El conocer a Sara también había sido absolutamente especial. Conocer a la chica de ojos de cielo era casi una bendición. No cabía dudas de la conexión que existía entre ambas y es lo que las personas más notaban.

Al llegar a la escuela noto la cantidad de niños que corrían de un lado al otro, el ruido era algo a lo que de a poco se había acostumbrado sin embargo lo seguía considerando abrumador.

― Hey está todo bien, solo respira sé que da miedo... pero no de que temer... te prometo que todo lo malo pasara solo debes darle la oportunidad ― le susurraba Sara.

La pequeña asintió haciendo lo que la chica decía. Respirando profundamente y tratando de calmarse. Lara era muy receptiva y cualquier situación la afectaba, quizás era la forma en la que había vivido sus primeros años... años de absoluto silencio así que ahora al tener un mundo caótico y sumamente ruidoso a su alrededor la hacía sentir miedo.

Ojos de CieloWhere stories live. Discover now