Capítulo VIII

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CAPÍTULO RE-SUBIDO

Esa noche fue la primera de las noches de insomnio de Lily. Ella, que acostumbraba dormir en cuanto su cabeza apoyaba la almohada, ahora no podía siquiera cerrar los ojos sin que llegase a su mente los recuerdos y sensaciones del tacto de Joshua sobre su piel.

A la mañana siguiente la chica despertó con un estado de ánimo desagradable, finalmente cuando había logrado conciliar el sueño el sonido del reloj despertador le hizo recordar que debía ir a la escuela.

La chica dudó por unos instantes en si ir o no a la escuela pero finalmente escogió la primera opción en parte porque no quería confirmarle a Joshua que había destruido su vida y que no sabía cómo continuar y, por otra parte, no podía negarlo, se moría de ganas de volver a ver a Peter, lo único bonito y valioso que tenía ahora.

Mientras se bañaba no pudo evitar reír al recordar la forma en que ella y Peter se llevaban desde siempre; peleaban como perros y gatos y, aunque muchas veces los comentarios burlones del castaño le dolían, ella siempre trataba de mostrarse fuerte, haciéndole saber que no iba a poder dañarle.

Cuando terminó de asearse, se colocó un par de jeans desgastados, un suéter rojo manga corta y unas zapatillas de deporte a juego con su suéter, se recogió el cabello en un moño desordenado, se aplicó un poco de rubor y brillo de labios y salió de su habitación.

—Te ves bonita Lily, uhm... te quiero en mi cama.

Joshua se paró detrás de Lily, mientras ella estaba desayunando.

—¡Déjame en paz, Joshua! —gritó la chica con voz temblorosa— ¡¿No te resultó suficiente lo que me hiciste ayer?!

—No... En realidad no —ironizó el hombre—, de ti... nunca tendré suficiente.

El hombre había comenzado a acariciar los muslos de la muchacha, ella se levantó alterada y, medio caminando, medio corriendo, salió de su casa.

Cuando se subió al autobús escolar, vio que su amiga Amy estaba sentada en el asiento del fondo, hablando de manera animada con Mary Elizabeth, la chica del grupo de teatro de la escuela. Al darse cuenta de que había subido al transporte, Amy le hizo señas a la castaña para que se sentaran juntas pero, al notar que Peter estaba sentado en el lugar que siempre compartía con su amiga, Lily caminó hasta su asiento, le hizo señas de disculpas a la rubia y se sentó al lado de Peter.

—Hey.

—¡Hola Lil! —respondió el chico con una sonrisa triste— ¿cómo estás?

—¿Sinceramente?

—Si...

—He estado mejor antes, hoy me siento horrible —dijo conteniendo un sollozo.

—Lo siento, Lil  —dijo el chico acariciando su mejilla.

— No te preocupes, Peter... y no te disculpes... al final de cuentas no es tu culpa.

La chica dio un bostezo, tenía mucho sueño y su cuerpo estaba comenzando a mostrar los signos de dolor y agotamiento por haber forcejeado con Joshua.

—¿Estás cansada?

—Sip.

El chico sonrió, le dio un beso en la frente y le hizo inclinar la cabeza en su hombro.

—¡Peter! —chilló quedito la castaña, sorprendida.

—Shh —siseó el aludido, besando su mejilla—. Duerme tranquila Lil, yo te aviso cuando lleguemos a la escuela.

Cuando llegaron, Peter sacudió a la chica con suavidad para que despertara, le quitó sus útiles para llevarlos y, luego de esperar que Lily se pusiera de pie, caminaron tomados de la mano hasta el casillero de la chica.

Vida en Línea (En edición) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora