Capítulo XXVIII

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CAPÍTULO RE-SUBIDO

Durante las siguientes dos semanas, Lily se dio a la tarea de evitar a Peter, como si el muchacho tuviese la peste, no le importaba que pensaran que actuaba como una cría, ella no le iba a hablar, por su parte, Peter insistía en disculparse, más que todo porque sospechaba que su error cuando estuvieron juntos había tenido consecuencias, pero con la forma en que Lily le trataba, cualquier acercamiento era imposible.

—Sonia, puedes decirle a Peter que me voy a ir en el autobús.

Sonia y los dos adolescentes estaban en la mesa de la cocina, disfrutando su desayuno, y, como le había aplicado la ley del hielo, Lily no hallaba la manera de pedirle a Peter que se apresurara porque no iba a esperar a que la llevara en su auto.

—Hija, ¿por qué no le dices tú? —inquirió la mujer, algo cansada de tener que estar en el medio de esa discusión.

—Él y yo ya no nos hablamos —admitió la joven.

—Yo no le voy a decir nada Lily —dijo la mujer conteniendo la risa.

—Genial —murmuró la muchacha rodando los ojos.

Se levantó de la mesa, tomó sus útiles y salió de la casa.

—Ya no aguanto más esto mamá —se quejó Peter— sé que metí la pata totalmente pero, la actitud de Lily, es exasperante.

—Eso debiste pensarlo antes de hacerla enojar —reflexionó la mujer—. No sé qué le hiciste Peter, pero sí sé que, de seguir las cosas así, tendré que pedirle que se vaya.

—¡¿Qué?! —Gritó el adolescente— ¿por qué?

—Porque yo sé que ella no quiere estar acá Peter, ayer la escuché hablando con alguien por teléfono, diciendo que quería irse de la casa donde estaba.

Peter se levantó de prisa de su asiento, tomó sus cosas y se fue a alcanzar a Lily, él sabía que esa conversación sólo podía tenerla con dos personas: con Brandon o con su abuela.

Se encontró a Lily en la parada del autobús, pateando unas piedrecitas del camino.

—Lily, tenemos que hablar —dijo Peter, poniendo una mano sobre su hombro

—¡Déjame en paz Peter! —Gritó la chica, corriéndose y haciendo que la mano del chico quedara flotando en el aire— ¡no quiero verte Wallace!

—Lily... en serio tenemos que hablar.

—¿De qué? —Chilló la muchacha— ¿qué quieres decirme?

—¡Que estas embarazada Lily! —Gritó el muchacho, frustrado por la actitud de la muchacha.

Lily levantó la mirada, miró al muchacho a los ojos y después rompió a reír como posesa.

—¡Oh por Dios Peter! —Dijo entre risas—. Ese es el mejor chiste que me han contado en mucho tiempo.

—No es un chiste —dijo el chico, mirándola seriamente—. No es una broma, cuando estuvimos juntos, el preservativo se rompió, por eso sé que te embarace.

Lily le miró con seriedad unos instantes para luego volver a reír.

—¡Que no estoy en estado Peter! —Chilló— ¿o es que alguna vez has escuchado de alguna mujer que esté embarazada y tenga el período?

Peter se le quedó mirando y ella también, alzando las cejas, apuntando a su torpeza.

—Hace dos semanas me dijiste que...

—Sí, hace dos semanas estaba retrasada, pero mi ciclo nunca ha sido normal...

—¿Y los mareos? ¿Y las náuseas? —interrogó el joven.

Vida en Línea (En edición) ©Where stories live. Discover now