Capítulo XXXIV

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CAPÍTULO RE-SUBIDO

Lily pensaba que podía ser fuerte, que lograría escapar de la terrible nueva realidad en la que comenzó a vivir en el momento en que decidió irse a vivir con sus abuelos, pero en su caso, nada salió conforme a lo planeado.

La misma noche de su llegada a esa casa, su abuelo irrumpió a su habitación y, ante la negativa de ella de llamar a Peter para terminar su relación, le arrebató el teléfono celular de las manos y lo lanzó al piso, y, como si aquello no fuese suficiente, le confiscó su laptop, haciendo añicos toda posibilidad de comunicación de ella con algún miembro de la familia Wallace que ella pudiese usar para poder pedir ayuda.

—¡Usted es un monstruo! —gritó la chica mientras lloraba— ¡tal vez se gane mi miedo señor Rowell, pero jamás, jamás, se ganará mi respeto!

No hace falta decir que la adolescente recibió por su comportamiento rebelde que le propinaron una golpiza, ni mucho menos que ésta fuese la única, era todo lo contrario; cada que hacia algo mal, cada que salía a la calle a buscar un empleo y no conseguía, cada que, luego de que logró obtener un empleo de medio tiempo en una biblioteca local, le ofrecieron un sueldo pírrico, cada que llegaba tan cansada a casa que no podía colaborar con los quehaceres, cada que llegaba el día de cobranza y ella rogaba que le diesen algo de dinero para cubrir sus gastos, en resumen, cada que hacia cualquier pequeña cosa era golpeada sin piedad por su abuelo, lo que causó además que, toda la barrera que había creado a su alrededor para protegerse de los maltratos terminó por derrumbarse por completo en tan solo dos meses, haciendo que se convirtiera en algo que detestaba: una criatura sumisa y resignada.

—¿Es que no piensas ir hoy a trabajar? —gritó malhumorado su abuelo, entrando en la habitación de la joven sin siquiera tocar la puerta antes.

—Ya voy —susurró la chica con la mirada baja y con voz adormilada— en diez minutos bajo.

El hombre maldijo por lo bajo y azotó la puerta. Ella había llegado del trabajo la noche anterior pasadas las once de la noche ¿acaso era un delito que, por una vez, faltará a su trabajo en la biblioteca y solo se ocupará de irse al restaurant a trabajar en la tarde?

Lily tomó sus cosas y se introdujo al baño de la habitación de al lado; luego de tantas súplicas y de tanto alegar que necesitaba un poco de privacidad al menos habían accedido a dejarla utilizar ese sitio para asearse.

Se lavó la cabellera y la dejo suelta para que se secará con el viento, se colocó un vestido blanco de puntos azules y unos zapatos bajos del mismo color, solo después de que se había terminado de arreglar se dio cuenta de que estaba usando la misma ropa que uso la vez en la que Peter le contó sobre Gillian en el cementerio, el día en que se habían besado por vez primera.

Al recordar eso, dejo que una lagrima traicionera corriera por su mejilla, si Peter la viera ahora, seguro no la reconocería y, lo que es aún peor, si él viera en lo que se había convertido, seguro se decepcionaría de ella. Sin embargo apartó ese último pensamiento de su mente, lo más probable era que él ya se hubiera olvidado de ella y debía resignarse, después de todo, ella fue quien decidió abandonarlo.

Dando un largo suspiro salió de la habitación y bajó las escaleras, lista para enfrentarse a otro largo día de trabajo.

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El momento que Lily más disfrutaba del día eran las cuatro horas que estaba trabajando en la biblioteca, era el lugar perfecto para ella, todo en ese sitio le hacía sentir protegida… Fue allí donde encontró el espacio para estudiar para el examen que le permitiría obtener el título de High School; aunque ella odio esa idea al principio, luego comprendió que, si aceptaba, más rápido podía huir a una universidad comunitaria, no podría estudiar letras como tanto soñaba pero, al menos, no permanecería por más tiempo soportando los abusos del señor Rowell y eso, para ella era más que suficiente.

Vida en Línea (En edición) ©Where stories live. Discover now