Capítulo especial: El verdadero

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CAPÍTULO RE-SUBIDO

Cuando me gradué de la Academia de Policía con la calificación más alta de mi grupo, nunca pensé que terminaría siendo una especie de agente encubierto muy especial y atípico para un caso tan importante.

En mi primer mes de mi trabajo, lo único que hacía era estar en las redes sociales, en especial Facebook, si, ya sé, eso está mal, pero entiéndanme, ¡No tenía nada que hacer!

—¡Hey tú, novato! —dijo el Teniente de la estación de policía— Ven, rápido, te asignaremos tu primer caso.

Tragué saliva y caminé detrás del imponente hombre, no tenía otro modo de definirlo: Era alto y con músculos enormes, tan solo con mirarlo, te sentías intimidado, aunque no lo quisieras.

Al entrar a la enorme oficina pintada de azul y con ventanales a prueba de balas, me encontré con una chica joven, de unos veinticinco o pocos años más, rubia y de ojos cafés, sentada tras del vetusto escritorio marrón.

—¿Eres el nuevo detective? —Pregunto.

—Uhm, sí, mucho gusto, mi nombre es…

—Me importa un bledo tu nombre —Me interrumpió con brusquedad— para mí, solo eres el novato que se la pasa metido en las redes sociales ¿o lo negaras?

Baje la mirada, apenado, por lo visto la estrategia que utilizo para ocultar las ventanas del navegador no han funcionado, ¡Demonios!

—Igual, no estás aquí por eso —Continuo la oficial—. Siéntate, tengo que contarte sobre de que va la investigación en la que estarás y porque estás aquí.

Le obedecí enseguida, lo que menos quería era hacer enojar a una mujer que inspiraba aún más autoridad que el teniente de la estación.

—Okey, la investigación, que está relacionada con la agencia federal, va en que, hay un criminal operando en el área de Omaha, en el estado de Nebraska. Este hombre tiene unos treinta y cinco años y ha estado atacando a mujeres jóvenes desde hace 10. Su primera víctima fue una muchacha que encontró en la calle, una indigente. La llevó a su casa, la cuidó, la alimentó, y, por supuesto, termino enamorándola. Todo fue nubes de color rosa, unicornios y caramelos —dijo con una sonrisa sardónica— pero, un buen, día, comenzó a golpearla, cada día las palizas y torturas iban en aumento, hasta que terminó asesinándola. Su cuerpo fue hallado abandonado a orillas de la carretera. Nadie busco respuesta y el caso termino cerrándose al asumirlo como una pelea callejera.

Mi boca casi tocaba el piso, no entendía como alguien podía hacer eso y no terminar tras las rejas.

—Luego hubo otro caso, victima similar, acontecimientos similares, resultado similar.

—¿Cómo demonios no lo atraparon? Era obvio que se trataba de un asesino serial.

—Es algo más que eso —Dijo la oficial, poniendo los ojos en blanco—. Es un hombre inteligente, encantador y carismático, a pesar de tener problemas con las drogas, a simple vista, no podrías pensar que es un monstruo.

Asentí, asimilando toda la información.

—El tercer caso…

—¿Hay otro caso? —Interrumpí, sorprendido.

La oficial me miro con desdén, regañándome con sus intensos ojos.

—Como venía diciendo —continuo—, en el tercer caso, el sospechoso se escondió un tiempo en Nueva York, allí, conoció a una adolescente de diecisiete años en una fiesta donde la muchacha había entrado usando una identificación falsa, era una chica que estaba pasando por una etapa de rebeldía, estaba cansada de la estructura familiar, provenía de una gran familia de policías. En esa fiesta, ambos, la adolescente y el hombre, conectaron.

Vida en Línea (En edición) ©Where stories live. Discover now