Pidge

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Shiro silbaba feliz mientras conducía su coche. El escape room había sido una buena idea, habían trabajado juntos y la experiencia había acercado más a aquellos dos. Luego habían parado a tomar un helado, pero Keith se negó en rotundo a que pagaran por el suyo, así que no lo tomó. Shiro había aprendido un poco más acerca de los valores del joven, quien de momento parecía más tranquilo que esta mañana y ligeramente más a gusto con su nueva situación.

Lo peor estaba por llegar, y tan contento estaba ojeando a Keith por el retrovisor, que ni lo vio venir.

Aparcado delante de su casa había un Mercedes rojo que hizo que el pelinegro pegara un brinco en su asiento, asombrado por el lujo y la apariencia del vehículo. Lance y Shiro, por el contrario, sólo fruncieron el ceño.

- ¿No debía traer a Pidge sobre las 7?- Preguntó el moreno tras revisar la hora en el reloj del automóvil. Eran las 6:25.

Shiro asintió con normalidad, aparcó su coche al lado y bajó de él. En seguida, una mujer joven lo imitó,  abandonando el interior del Mercedes a paso rápido para reunirse con él. Por su parte, Lance fue al encuentro del otro pasajero del coche, a quien se le veía jugar con su consola desde la ventanilla.

- Hola Takashi.- Saludó la mujer a Shiro, estrechándole la mano. Iba muy bien ataviada, con un vestido sencillo de color esmeralda claro.

- Colleen, no te esperaba tan temprano.- Respondió él con amabilidad.

- Bueno, es que...- Echó un vistazo a su hija, quien seguía dentro del vehículo.- Han habido complicaciones.

Mientras tanto, Lance no paraba de hacerle monerías a la persona de dentro del coche. Keith se cruzó de brazos, viendo la escena. Debía de haber sido mal informado porque le habían hablado de una tal Pidge, su otra compañera de piso, pero allí sólo veía a un niño de primaria desgreñado.

- ¿Quién es?- Preguntó.

- Es Pidge. Te he hablado de ella antes.- Contestó Lance, quien seguía saludando con la mano sin recibir las atenciones de la chica.

- ¿Eso es una niña?- Preguntó asombrado, y esta vez fue Lance quien le arreó un buen golpe en el brazo.- ¡Au!

Pidge apartó la mirada de su videojuego, alertada por el grito de Keith. Lance empezó a gesticular, mientras señalaba al pelinegro con el dedo.

- ¡Es Keith!- Decía.

Pidge se ajustó las gafas sobre el puente de su respingona nariz y le miró con cara inexpresiva. Al cabo de unos segundos, regresó a su pantalla, a lo que Lance resopló, apoyando su peso sobre una pierna y con una mano sobre la cadera.

- Mierda... Ha tenido un mal día.- Concluyó Lance.

Viendo la escena unos metros más allá, Shiro decidió acercarse por si él conseguía sacar a la bajita de allí, pero al verlo, Pidge inclinó las cejas hacia abajo y le mostró el dedo corazón.

- Colleen, acompáñame a mi despacho.- Le dijo Shiro a la mujer, mientras se masajeaba la sien.

- No entiendo nada.- Sentenció Keith, mientras se acercaba más a la ventanilla para verle la cara a la chica. 

Pidge llevaba unas gafas grandes, que apenas dejaban ver sus redondos ojos castaños. Llevaba ropa ancha y muy neutra: pantalones anchos verdes, un jersey de cuello alto y una chaqueta verde y blanca con varios detalles. Lo que más le llamó la atención a Keith fueron las greñas de la chica, con cabellos asimétricos que le cubrían la cara y se esparcían por su nuca en todas direcciones.

Lance se rascó la nariz. No creía apropiado contarle toda la historia de Pidge, puesto que acababan de conocerse, pero reconocía que la convivencia podía llegar a ser exasperante con ella, sobretodo cuando tenía un día girado... Aún recordaba como era ella cuando la conoció, y como le costó que se hicieran amigos...

Inefable IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora