Resaca

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Keith se despertó con la boca seca, ganas de orinar, mareado, y un dolor de cabeza tan grande que le hacía desear la muerte. Abrió los ojos lentamente, la luz del sol le quemaba las retinas y le mandaba punzadas de dolor en la sien y en la parte posterior de la cabeza. 

¿Dónde estaba? Se incorporó y las tripas se le revolvieron, provocándole una arcada. Aquella debía de ser la peor resaca de su vida. Y ni siquiera recordaba haber bebido tanto... Un momento... ¡Ni siquiera recordaba dónde estaba ni lo que había echo durante toda la noche anterior!

Miró a su alrededor. Estaba en su casa, en su cama, aún con el disfraz de bote de mostaza puesto, aunque éste ahora estaba totalmente arruinado y arrugado. A su lado reposaba Lance, dormido con la boca abierta y un rastro de baba en la almohada. Además, roncaba ligeramente. Por mucho que le gustara el moreno, aquella no era su imagen más sexy. Respiró aliviado, al menos no había acabado durmiendo en el banco de un parque.

Keith se levantó del todo de la cama y caminó dando tumbos hasta la cocina, en la que se sirvió un vaso de agua. Luego fue al baño a orinar, algo en lo que tardó demasiado. Todo le costaba el doble de lo normal, incluido pensar.

Miró el reloj, eran las 12 de la mañana. ¿Cuánto habían dormido? Menos mal que era festivo y no tenía que ir a trabajar. Aún tenía sueño, así que la idea de volver a la cama y acurrucarse junto a Lance era tentadora. Total, siempre se podía justificar con un "estaba borracho" si Lance se despertaba con él atado a su cintura...

Rió ante sus propias ocurrencias, como fantasía estaba bien pero no se atrevería a hacerlo en la vida real. Horas después descubriría que la noche anterior se atrevió a hacer cosas mucho más fuertes.

Lance se despertó una hora y media más tarde, con el cuerpo perlado en sudor. Tenía la manía de taparse mucho para dormir, ya que le encantaba sentirse arropado, aunque luego se levantara asado como un pollo.

Keith ya estaba despierto y le había preparado un plato de tortitas. Nada más verlo, Lance se sonrojó.

- Buenas tardes.- Se burló Keith.

- Hola. ¿Has dormido bien?- Le preguntó Lance más tímido que de costumbre. Keith asintió con la cabeza y se arrepintió al instante, que mareo más doloroso... -¿Tienes resaca?- Le preguntó, tras ver su expresión adolorida.

- Sí, y tengo lagunas. ¿Qué mierda pasó anoche? Sólo recuerdo llegar, el pica pica...

- ¿Y el juego de atrevimientos?- Le interrumpió nervioso.

- ¿Qué juego? ¿Jugamos a algo así?

- No.- Dijo demasiado rápidamente Lance. Keith frunció el ceño.

- ¿Tú no tienes resaca?

- Algo. Lo siento por tus tortitas, pero no me entran. Creo que las vomitaría si me las comiera ahora mismo.- Se disculpó Lance y procedió a aplacar sus miedor.- Entonces... ¿no te acuerdas de nada? Fue una noche muy loca, Pidge ganó la copa Mario Kart... y Shay y Hunk pelearon....- Añadió al final, recordando la peor parte de la noche.

- Creo que algo de eso sí recuerdo.

- Escribiré a Hunk.- Zanjó preocupado, buscando su móvil.

Lance enchufó el aparato a la corriente para cargar la batería y lo encendió, escribiendo a su colega segundos después.

Lancey Lance: Hunk, amigo. 

Lancey Lance: ¿Qué tal todo?

Mientras tanto, los mensajes empezaron a llegar, creando una sinfonía de silbidos en el móvil.

Inefable IdiotaWhere stories live. Discover now