El chico guapo del andén

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Lance bostezó soñoliento. Que las clases universitarias empezaran a las 8 de la mañana debía haber sido idea de un genio amargado y maligno. A esa hora, su cerebro aún andaba dormido y tenía que tomar un montón de café en clase para luchar por mantenerse despierto. Además, la noche pasada se quedó durmiendo en el dormitorio de Hunk, el cual estudiaba en la universidad Industrial, a diferencia de él que iba a la Autónoma a hacer Ciencias Sociales. El único motivo por el que lamentaba de estudiar Publicidad era que echaba de menos a sus amigos, ya que tanto Pidge como Hunk habían acabado estudiando la misma carrera, en la misma universidad y además, consiguieron plazas en los propios dormitorios de la uni. Aunque claro, ellos tenían unos currículums estudiantiles perfectos, no como él que acabó la preparatoria con unas notas muy justas. Aún así, podía estar satisfecho de que le aceptaran en un buen centro en la carrera que él quería.

Lance volvió a bostezar y revisó la hora en su reloj de pulsera. Eran las 7:15 y estaba esperando el tren de las 7:19, que le permitiría llegar a las 8:05 a clase, solo unos minutos tarde... siempre y cuando el tren llegara a su hora.

Vio como llegaba y frenaba otro tren en el andén de en frente, haciendo un estruendoso ruido. Se apoyó en el reposabrazos de la silla metálica en la que estaba, viendo sin mirar la marabunta de gente que salía de los vagones. Hombres, mujeres, altos, delgados, barbudos, trajeados... Aquella era una gran ciudad, con un montón de puestos de trabajo, comercios y otras oportunidades. Aquella parada de tren siempre estaba llena y la zona siempre viva con personas arriba y abajo. Su mirada se detuvo en una niña con trenzas, a la que se le cayó la mochila, esparciendo sus libretas por el suelo. Nadie se paró a ayudarla y se la veía apurada, recogiendo todo aquello, hasta que un chico se le acercó. No podía ver bien su rostro desde aquel ángulo, pero era claramente el tipo de Lance: alto, delgado, con una espalda ancha y un tanto musculada. Llevaba el pelo recogido en una pequeña coleta y vestía de forma común. Nada en él parecía del otro mundo, sin embargo, Lance se quedó mirando fijamente como el extraño ayudaba a la niña. Quizás le conmovió su amabilidad, quien sabe.

Su tren llegó poco después y se subió, aún con la silueta de aquel chico en la cabeza. Presa del aburrimiento y por hacer algo durante el trayecto, decidió chatear con Hunk y Pidge de mientras, aunque no tenía mucha esperanza de que sus amigos le contestaran.

Lancey Lance: Tíos, he visto a un chico guapo en el andén de en frente. Era totalmente mi tipo.

Here comes the Hunk: Pero Lance... Tú ya tienes a Plaxum, ¿no? ¿Qué pasa con ella?

Pidge: Te dije que no durarían ni dos telediarios... Siempre vas de flor en flor, Lance. ¿Cuándo sentarás la cabeza?

Lancey Lance: Habla por ti misma...

Pidge: ¿Algún problema?

Lancey Lance: Tú ni siquiera tienes pareja.

Pidge: Ni ganas. Pero volviendo al tema... ¿Ya te lo has ligado?

Lancey Lance: ¿Por quién me tomas? Además, él no estaba ni en mi andén.

Pidge: Jajaja. Si no, como mínimo ya le habrías dado tu número, ¿no? ¿Y cómo era?

Lancey Lance: Se le veía fuerte y amable y tenía el pelo un poco largo.

Here comes the Hunk: Tienes predilección por los chicos con el pelo largo.

Lancey Lance: En fin, no creo que le vuelva a ver. Lástima.

Here comes the Hunk: Yo voy ya a clase. Hablamos luego.

Pidge: Ídem.

Inefable IdiotaWhere stories live. Discover now