Canguros

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Lance se acercó a aquellos apetecibles labios pálidos y los besó tiernamente, no sin algo de nerviosismo. Se sentía como si fuera la primera vez que besaba a Keith, aunque claramente no lo fuera. Estaba decidido a que no lo olvidara esta vez, aunque el contexto no fuera el más hermoso para un nuevo primer beso. Confesiones en ropa de ir por casa y con el otro resacoso no era lo que Lance hubiera esperado, pero no cambiaría nada de lo sucedido ni por todo el oro del mundo.

Por otro lado, para Keith el momento no habría podido ser más perfecto. Sintió el universo crearse y explotar en cuanto sintió la boca de Lance sobre la suya, siendo transportado hasta una nueva dimensión jamás explorada. Decir que tenía mariposas en el estómago era quedarse corto, ya que notaba remolinos de ellas por todo el cuerpo junto con una leve descarga eléctrica que le recorría la espina dorsal y hacía que sus brazos se movieran involuntariamente para envolver al moreno con grato gusto.

Jamás olvidaría ese momento. El momento en el que se atrevió a confesarse de una forma mucho más abierta de lo que de más pequeño logró. En el que Lance le correspondió silenciosamente y le volvió a aceptar, dejando atrás los errores del pasado. Jamás olvidaría ese beso.

Ese ósculo precedió a muchos más, entre murmuros y confesiones embarazosas, entre caricias, abrazos y roces. Se querían, y esta vez, nada podría interponerse entre ellos. Ninguno de los dos lo permitiría.

Lance se separó de su acalorado compañero tras unos 30 minutos de ardientes besos que hicieron la cabeza de Keith girar. Keith le miró con cierto resentimiento en los ojos, ¿porqué paraba? Aún no había tenido suficiente, tenía que compensar todos los años que su cuerpo había deseado mimar al otro y que no había podido.

- Tengo que irme. Le prometí a Shiro que hoy haría de canguro.- Se disculpó Lance.

- ¿En serio? ¿Cómo puedes ir, tras el desfase de anoche? Yo no me siento en condiciones ni de andar más de 100m seguidos...- Respondió Keith, aún notando las secuelas del alcohol. Lance lo miró divertido y sonrió de medio lado.

- ¿Me acompañas? Quizás podemos seguir nuestra "conversación" allí...- Le propuso con voz sugerente. Keith tragó saliva. A la mierda todo lo que acababa de decir.

- Te acompaño.- Asintió rascándose un brazo avergonzado por las obvias intenciones escondidas detrás de esa aceptación.- Pero yo no sé nada de críos.- Aclaró, a sabiendas de que no iba a ser de mucha ayuda.

- No hay problema...- Lance volvió a dudar, era obvio que Keith no se sentía fresco como una rosa, pero...- ¿Nos haces de chófer?

- Está bien...- Suspiró con desgana. De verdad, no le podía negar nada a aquel par de ojos azules en los que se sumergía como aquel que bucea en el mar.

Llegaron a casa de Shiro rápidamente. La cara de Shiro y Allura al verles aparecer por la puerta, sonriendo y hablando animadamente, no tenía precio. El matrimonio intercambió miradas, claramente aquel iba a ser el tema de conversación principal durante su romántica cena en pareja.

- Tenéis comida en el frigorífico.- Anunció Allura poniéndose unos elegantes pendientes liláceos.- Espero que haya suficiente para dos, ¡la próxima vez avisa Lance!

- Wow. ¡Te ves preciosa, Allura!- Le elogió Lance, cambiando hábilmente de tema. Shiro afirmó con la cabeza mientras bostezaba. Entre el trabajo y el bebé, estaba agotado, pero nada iba a impedir que esta noche pasara un rato a solas con su mujer favorita. Incluyendo los líos entre sus dos ahijados, a los cuales ya interrogaría discretamente, como antes solía hacer, en otro momento.

- Gracias. ¿Cualquier cosa que debamos saber sobre Isamu?- Preguntó cortésmente Keith, tomándose su tarea de canguro mucho más en serio de lo necesario.

Inefable IdiotaOn viuen les histories. Descobreix ara