Pidge's Arc

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Shiro aparcó su vehículo familiar delante de la residencia de estudiantes de Pidge. Había salido del trabajo hacía nada y había conducido inmediatamente hasta allí tras recibir un breve y conciso mensaje de la chica, que simplemente decía "Quiero hablar contigo".

Así de claro.

Por lo que Shiro se dirigió sin más preámbulos hasta donde la pequeña se encontraba, sin preguntarle qué quería o si le pasaba algo, puesto que era evidente para él pensar que se trataba de algo importante. Pidge nunca pedía nada, ni siquiera consejo. Se valía por sí misma y le importaba un cuerno lo que pensara el resto. Era decidida y tenía las ideas más claras que muchos adultos a su alrededor. Así que simplemente fue y la recogió, y ella se sentó en silencio en el asiento medio de atrás.

- ¿No te sientas delante?- Preguntó Shiro, para romper el hielo. Le sorprendió la elección de la chica, ya que normalmente uno se sienta al lado del conductor cuando no viaja nadie más en el vehículo.

- No, este es más seguro.

- ¿En serio? Antes te sentabas siempre en los laterales.- Recordó el mayor.

- Porque en tu anterior coche el cinturón de seguridad no era de 3 puntos.

- Los asientos laterales...

- Tienen mayor riesgo en caso de recibir un choque lateral.- Le interrumpió ella, molesta porque le estuvieran discutiendo algo en lo que ella sabía llevar la razón.

- Entiendo. La próxima vez montaré la sillita de Isamu en medio.- Reflexionó Shiro, de golpe alarmado y recriminándose mentalmente por no saber eso.- Gracias.

- Hay una nueva pastelería francesa a dos calles de aquí. Me comería una pasta de esas con chocolate...- Dijo Pidge, intentando ser sutil. Insinuar siempre había sido lo suyo, desde que a los 13 aprendió que decir según qué cosas directamente podía sonar burdo, maleducado o simplemente dictatorial.

- Vale, a mí me iría bien un gran café. Y quizás me animo con alguna pasta con pasas, como a Allura no le gustan, hace meses que ni las cato.- Bromeó Shiro, captando a la chica perfectamente.

Aparcaron cerca de allí y se dirigieron a la cafetería/pastelería francesa, la cual estaba un tanto vacía dada la hora. Normalmente uno iba a restaurantes sobre las 12:55, no a comer pastel, que más valdría como postre o merienda.

- ¿Y bien?- Preguntó el mayor, viendo como Pidge se relamía tras pegarle un buen bocado a su pasta.

- Riquísimo.- Respondió ella aún con restos del hojaldre en la boca.

- ¿Cómo te está yendo en la universidad?- Inquirió con preocupación, queriendo llegar pronto al porqué de aquella quedada.

- Bien, supongo. He conseguido 3 matrículas de honor y un excelente. Eso se traducirá como un descuento en la inscripción del curso que viene, así que es conveniente.- Explicó Pidge, siempre viendo el lado práctico de las cosas.

- Vaya, ¡Felicidades!- Le congratuló Shiro.- Eres una genio, Pidgeon.

- Sí, bueno... Para algunas cosas.- Murmuró, apartando la mirada.

- ¿Sobre qué otras no lo eres?

- Sobre el amor. No lo entiendo.

- ¿Era sobre eso de lo que querías hablar?

- Sí.- Reconoció ella.- Ya tengo 16, pero nunca me he enamorado. ¿Anda algo mal conmigo?

Shiro sonrió, aunque de buena gana se hubiera echado a reír. Ahí estaba la adolescencia de Katie Holt, quizás un poco tardía, madura y racionalizada, pero con problemas amorosos en la mente igualmente.

Inefable IdiotaWhere stories live. Discover now