El juego de atrevimientos

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Puede que Keith no se acordara de nada porque iba con 2 bebidas de más, pero ese no era el caso de Lance, quien pese a que también tomó demasiado, había desarrollado una cierta resistencia al alcohol tras frecuentar las malas compañías a partir de los 16.

Estaban jugando a un juego de atrevimientos, todos los presentes sentados en sillas o en el suelo, formando un arco contra la pared, como un anfiteatro. Uno a uno, iban llamando a cada persona y sus amigos les hacían hacer pruebas, básicamente para ridiculizarlos: bailar la macarena mientras sonaba un canción punk, imitar a Donald Trump, decir un trabalenguas con la boca llena de patatas fritas... Todas las bromas eran absurdas, tirando a pueriles, pero arrancaban las carcajadas de todo el mundo... Hasta que le tocó a Lance. Y Pidge tuvo la maravillosa idea de que su prueba fuera besar a Keith. A partir de ahí, todo se fue de madre.

En el momento en que Pidge pronunció las palabras "besar" y "Keith" en la misma frase, se puso nervioso y taquicárdico. Miró al pelinegro, pensando que este resoplaría y rodaría los ojos. En cambio, se lo encontró riendo cual borracho y poniéndose en pie para ir al centro del semicírculo a cumplir con una prueba que ni siquiera era suya.

Lance tragó saliva, mientras se levantaba del suelo, sin razonar realmente, dejándose llevar por sus emociones y por el griterío de la gente que aplaudía y gritaba sin sentido. Keith había ido allí por su propio pie, ni siquiera había echo falta convencerlo. Y no es como si Lance no tuviera ganas de besarlo, cuando hacía un par de meses que todo lo que anhelaba era volver a sentir el tacto de esos labios encima de los suyos o el calor de sus manos en su piel.

Lance se puso de pie delante de Keith y miró de reojo a su audiencia, quien les animaba y reía, claramente pensando que aquello se trataba de otra broma más, al igual que el resto del juego. Hunk y Shay ya no se encontraban allí, así que Lance había perdido su cinturón de seguridad y ahora se notaba desatado, pensando que estaba a punto de cometer o el error o el acierto más grande del año. Era él quien debía tomar una decisión, ya que su dispuesto amigo no parecía realmente consciente de lo que hacía, con aquella media sonrisa curvada y una botellita de cerveza por acabar en su mano.

Keith se relamió los labios y Lance volvió a tragar a fuertemente. ¿El menor acababa de incitarle? Porque lo parecía, y algo más que sus mejillas sonrojándose reaccionaron. Se acercó, tomando a Keith por la mejilla con la suavidad con la que se acarician los pétalos de una rosa. Keith se acercó más a él, aún sonriendo, y reafirmó su posición agarrando a Lance del disfraz, arrugándolo en su  puño.

Lance se inclinó ligeramente para besarle. En ningún momento tuvo intención de darle un simple beso en la mejilla, aunque Pidge no hubiera especificado el tipo de beso ni el lugar donde darlo. Su público se volvió loco, gritando y vitoreando cuando Lance cubrió los labios de Keith con los suyos y el segundo empezó a contestar con bastante fervor, sorprendiendo incluso a Lance, quien decidió dejar las preguntas para más tarde y seguir a lo suyo.

- ¡Siguiente, le toca a otro, par de tortolitos!- Gritó la voz de alguien, haciendo que la mente de Lance volviera a su sitio, recordando donde estaba.

Lance se separó de él, ambos tenían la respiración agitada y un pequeño hilo de saliva aún juntaba sus bocas. Los ojos de Keith destellaban en deseo y las mejillas de Lance no podían ser más púrpura. Lance le cogió de la mano a Keith y lo sacó del semicírculo, mientras Pidge les observaba con una sonrisa maquiavélica, orgullosa de su obra. Era una calculadora nata y le encantaba cuando sus planes salían bien.

Lance sólo pudo esperar a torcer una esquina para abalanzarse sobre Keith y volver a besarle. Recordándolo ahora, con perspectiva, debió ser bastante ridículo ver como un bote de tabasco y otro de mostaza se daban el lote en una fiesta, pero supongo que es la gracia de las fiestas de disfraces.

Inefable IdiotaWhere stories live. Discover now